martes, 31 de mayo de 2011

Españoles, ¿Franco ha muerto?


Contador se tiñó de rosa en Italia hace un par de días y pasó lo que tenía que pasar. Me pusieron al hombre en el podio, me lo rodearon con niñas guapas, le dieron unas florecitas y le pincharon una canción de los 40 cojonuda: el himno franquista. No es muy ye-yé pero bueno, tiene su ritmo.
Contador, que no se sabe la letra, mira a un lado, a otro, confusión entre los presentes y los de la organización pasan, unos silbando mientras miran a las nubes y otros descojonados, detrás de las cortinas, junto al tocadiscos, dándose codazos cómplices con Berlusconi y diciendo: “esto es casi tan bueno como lo del bunga-bunga”.
Claro, la gente indignadísima ha puesto el grito en el cielo y ha dicho cosas terribles como “ya les vale”. Nosotros, los españoles de a pie, decimos: “estas cosas sólo pueden pasar en Italia, que son unos cachondos, por no decir otra cosa”. Pero justo después de pensar que los italianos son unos catetos y unos ignorantes, te encuentras con este titular en un periódico español de tirada nacional:

“Los historiadores se alarman ante la hagiografía de Franco”

Lo primero que hago al leer esto es rascarme la cabeza y preguntarme: ¿qué coño significa hagiografía? Miro en la siempre limpia y esplendorosa RAE y leo: “Historia de las vidas de los santos”. Me vuelvo a rascar la cabeza, mientras me pregunto: ¿Cómo puede ser que Franco y santos pueda estar en la misma frase? La curiosidad me hace seguir leyendo el artículo que dice que la mismísima RAE se ha gastado 6.4 millones de euros de nuestras maltrechas arcas públicas para hacer un necesario e imprescindible Diccionario Biográfico Español donde ponen al caudillo como un hombre con sus manías, no le gustaba que le tocaran sus cosas, tenía sus malas mañanas pero vamos tampoco nada como para decir que era un cabroncete. No contento con eso, sigo investigando y en otro periódico me encuentro:

“Franco, ese (no tan mal) hombre”

En este artículo se recogen algunos fragmentos de la obra donde se dice que Franco creó un régimen autoritario pero no totalitario y que a falta de mercados, se hizo amiguito de Italia y Alemania, que por esa época tenía unos gobernantes muy dicharacheros y amigables.

Pero entonces me doy cuenta de mi error. Estas noticias son de dos periódicos con claras tendencias políticas, más tirando a mano izquierda. Así que, como soy hombre curioso y no me gusta sacar conclusiones precipitadas, decido mirar en El Mundo y abc, diarios de tradición un tanto más conservadora. En el primero se destaca la queja por parte de Izquierda Unida con respecto al tono errático con el que el Diccionario en cuestión habla de Franco. (http://www.elmundo.es/elmundo/2011/05/30/cultura/1306744704.html). Lo que me gusta de este artículo son los comentarios de los lectores. Algunos son cojonudos:
·      “La enfermiza obsesión de la izquierda española con Franco raya la esquizofrenia”
·      “Y es que cuando a la izquierda la historia no suena como les gusta se cambia o se esconde”
·      “Estos de IU...anclados aun en el 36 y con su ideología de principios de siglo XX”
·      “Me pregunto cuando esta gente de la extrema izquierda va a ponerse a leer un libro de Historia Contemporánea de España....”

En el abc, nada en la portada. No me creo que los periodistas de tan objetivo medio hayan olvidado referirse a este nuevo logro literario e indago un poco más. Finalmente, en lo más escondido de la página de cultura (http://www.abc.es/20110526/cultura/abcm-historia-biografia-201105261447.html), un artículo en el que se narra cómo los 25 primeros volúmenes de la obra han sido recibidos por los reyes. En este artículo se elogia a los creadores de tan importante documento, que seguro provocará fervor entre niños y adultos.

Extenuado por tan ardua tarea periodística, vuelvo al vídeo de Arias Navarro porque ya no estoy seguro de si lo que en realidad dijo fue: “Españoles, ¿Franco ha muerto?”.  
  

lunes, 30 de mayo de 2011

Las hogueras para San Juan


La última vez que celebré el paso del 23 al 24 de junio acabé de madrugada, desnudo, quitándome la borrachera con el agua fría del mar de Lanzarote. No me importó mucho que las chicas con las que estábamos de barbacoa, al verme cual poseso adentrarme en la marea como Venus por su casa, se quedaran en la orilla cohibidas y amedrentadas por tan lamentable espectáculo rezumante de alcohol y locura transitoria. Pero el día de San Juan es para celebrarlo y mientras unos saltan hogueras, otros las avivan a base de bien. 

Me acuerdo de este momento de mi vida mientras intento demostrarme a mí mismo que no soy un inútil y que soy capaz de encender la chimenea de la casa donde me estoy quedando. En unas horas me iré al aeropuerto, pero antes quiero intentar de nuevo ver si soy capaz de que las llamas me calienten la mañana. Lo primero que hago es recoger las cenizas de la noche anterior y las pongo en la papelera. Luego coloco los leños y bajo éstos los pequeños trozos de madera, periódicos y el corcho-pan ése impregnado en gasolina que hará las veces de detonante. Una vez creado el nidito en el espacio metálico (es una de ésas chimeneas con patas, tampoco está el presupuesto para más), prendo una cerilla y empiezo la fiesta. Una tímida llama enciende las noticias del sábado que se pegan a los trozos de madera, los cuales, irritados por la actitud del Ministro de Transporte de Irlanda, contagian el clamor a los extractos del bofedal y todos juntos, en armonía y profusa emoción, arden para bien del hogar. Orgulloso por el logro, me doy la vuelta para ver que hay humo en la casa y no sé de dónde viene. Miro, busco, sigo los indicios hasta descubrir que la papelera está ardiendo ya que las cenizas de la noche anterior aún estaban calientes. Avergonzado por mi torpeza, agradezco que no haya nadie para darse cuenta de ella y que pase desapercibida mi estúpida acción. Sin embargo, por la simple ecuación que funciona en mi vida de cagada = todo el mundo ha de enterarse, la alarma anti-humo se conecta y un estrepitoso sonido inunda la cabaña en la que estoy, los valles que la rodean, el pueblo en la que está y por la intensidad me da que hasta mi madre está escuchando el pitido en su cocina y la veo abrir el microondas creyendo que la leche ya está caliente.     

Desconecto la alarma, saco la papelera a que le de el viento fresco de la mañana, me encargo de no provocar una tragedia como la de Ibiza y vuelvo al interior de la cabaña para descubrir que el fuego de la chimenea está extinto. Mierda de casas rurales, de naturaleza y de la madre que las parió. Yo me vuelvo a Berlín, a la calefacción central y a los mecheros de piedra.   

domingo, 29 de mayo de 2011

Divide y vencerás


Estoy en un pequeño pueblo de una zona perdida de Irlanda, en una casa rural donde todo parece sacado del cuento de Hansel y Gretel. Al despertar, los caminos de arboledas bajo la tenue luz de la mañana, alumbran, a través de fugaces rayos de sol, senderos hechos de hojas secas y del verdor de una hierba aún mojada, en el frescor del rocío. Las casas son de piedra, los propietarios son dueños de una impresionante historia de amor además de dos gallos que parecen sacados de un cuadro de Julio Romero de Torres (si es que llegó a pintar gallos), un perro que podría ser Niebla y una oca obesa que no cabría en tablero alguno. Aún así, pese a la bucólica estampa, he descubierto que también hasta aquí llega Internet. ¡Maldición! ¡Esta mierda de tecnología está en todas partes! Y claro, a pesar de estar de retiro espiritual, siguiendo los consejos de Rouco, me entero de los eventos importantes del fin de semana: que el Barça ha ganado, Alonso ha quedado el segundo, Nadal ha pasado de ronda y Telefónica se queja de los puntos de Internet gratis en España (¿por qué será?).

Pero para mi asombro veo que los medios siguen prestándole atención a los locos amantes de la acampada libre. ¿Cómo puede ser eso? ¿Aún siguen ahí? ¿Es que no tienen nada que hacer? ¿Es que no se les han quitado las ganas después del mensaje dejado por los mossos el otro día? ¿Es que no han aprendido que las revoluciones populares acaban apagándose, como en Toledo? Espera, espera. Que el paro no ha cambiado, ni los políticos han decidido escuchar al pueblo (¿para qué? Ni que ése fuera su trabajo) y la revolución española parece tener mucho que decir. Así, mientras muchos se estaban frotando las manos desde sus despachos presidenciales y desde sus ayuntamientos porque los niños del 15-M estaban recogiendo vientos y varillas, se han quedado de piedra al descubrir que el plan es otro.

Julio César, que siempre le quedaba latín para septiembre, dijo un día, así como si nada: “divide y vencerás”. Su profesor le pegó una colleja y le recriminó: “César, gilipollus, es Divide et impera, que estás empanadus”. Y así quedó en la historia. Los miembros del 15-M, gente sin preparación, vagos y flautistas sin vocación, se ve que lo han pillado al revés. César utilizó esta frase para explicar su técnica de debilitar al enemigo a base de dividirlo y así poder conquistar la Galia más fácilmente. Los del 15-M han pensado que eres tú el que ganas si te divides porque en lugar de debilitarte, te conviertes en semilla que fecunda cientos de lugares, como una cosecha sembrada en vastas llanuras, como un mensaje repartido entre cuentas de email, de Facebook, de twitter, vídeos de youtube, mensajes en el móvil, artículos en periódicos locales, nacionales e internacionales, noticias en los telediarios, debates en programas de televisión, etc. Los del 15-M le han dado una vuelta de tuerca a uno de los romanos más conocidos de la historia (aparte del romano al que Jesucristo le pedía kikos desde la cruz) y han empezado lo que será una nueva forma de llevar a cabo la utopía de una democracia participativa -perdonad el epíteto, pero en los tiempos que corren es necesario-, en la que esta vez la gente tendrá qué decir. Me gustaría que la gente se fijara más en los logros conseguidos por iniciativas reales que en los oscuros presagios que los malos agoreros tienen siempre dispuestos para soltarlos junto a sapos y culebras.

Para ello, sin ir más lejos, el ejemplo de la localidad sevillana de Marinaleda: http://www.marinaleda.com/inicio.htm, una comunidad de la que me enteré hace unos días y en la que se vive una democracia social desde hace décadas.

En fin, se acaba el domingo y mañana vuelvo a mi vida berlinesa. Ando pensando en estas cosas cuando de pronto, al pasar por un pequeño arco que hace de entrada a uno de los jardines aledaños del lugar, la oca con sobrepeso me corta el paso. La miro, me mira, me acerco, abre el pico y produciendo un sonido parecido al de una serpiente, me ataca. Yo me quedo perplejo. ¡Una oca con sobrepeso atacándome en medio de la campiña irlandesa! ¿Pero es que hay algo que no me vaya a pasar?
Al final, me armo de valor, pienso en los valientes de Barcelona y le grito al gigantesco pájaro:“No te tengo miedo”. La oca abre el pico y con pasos torpes pero certeros se abalanza sobre mí con una cara de mosqueo acojonante. Yo le sigo gritando alto y claro “¡no te tengo miedo!” pero esta vez no me escucha porque lo hago mientras echo a correr, huyendo de tal vil criatura. Me llamaréis cobardes pero ya os digo yo que si en vez de a la Guardia Civil, llevaran a Sol y a la Plaça Catalunya a un puñado de ocas malhumoradas, la revolución estaría perdida.


   

viernes, 27 de mayo de 2011

El estilo roucocó


Desde que el mundo de Internet se ha convertido en algo accesible y cotidiano, es mucho más fácil el mantenerse informado con regularidad. Es por eso que hoy por hoy sumergirse en las noticias de distintos periódicos, con distintas tendencias, es sencillo y más que aconsejable.

Te puedes encontrar cualquier cosa, como este anuncio que he leído esta mañana: 

“¿Crees que la salida de Zapatero del gobierno será buena para España? Vota ahora y gana un Mercedes”

Hablemos de democracia, de valores constitucionales, de política nacional y de paso, llévate un cochazo a tu casa, chaval, no me jodas, es una ganga. Espera un momento, ahora lo entiendo, ¡ése es el motivo principal de la gente del 15-M! Yo creía que era otra cosa, que era algo relacionado con los valores y con la indignación general de que nos tomen el pelo. Pero no eso, ahora lo veo claro. Y es que el anuncio que salió hace doce días en la prensa decía:

“¿Crees que acampar por los derechos de los ciudadanos puede traernos un futuro mejor? Acampa ahora y gana un piso en Torrevieja”

Y claro, se ha liado. No me extraña que los pobres concursantes de la Plaça de Catalunya estén luchando y aferrándose a ese pisito en la playa con uñas y dientes. Aunque carguen contra ellos. ¡Todo por el lujo y la comodidad de tener donde veranear! Nosotros no lo sabíamos, porque somos gilipollas y no nos enteramos de nada. Encima algunos defendemos esta causa pensando que sostiene una actitud de revolución y cambio, buscando la prosperidad de un pueblo. Desde luego… Ya nos vale.

Pero no os preocupéis, no estamos perdidos. Ante este engaño del 15-M por el que tantos hemos caído y seguimos cayendo, ha habido alguien que lo ha calado y ha dicho: “Tate! Esta gente ni valores ni pollas, esta gente lo que está es pendiente de irse de cachondeo a la costa mientras nosotros nos quedamos aquí limpiando”. Y claro, así ha dicho las cosas que ha dicho. Esta voz de denuncia ha sido la de nuestro inestimable y mediático cardenal de moda Rouco Varela, que ha creído oportuno mencionar que la juventud tiene un problema mucho mayor que no tener ni dinero ni casa ni proyecto de que la cosa mejore. El problema es que no reza, que no cree en Dios, que no va a misa y que se tocan la entrepierna. El problema no viene del desastre social en el que tienen que convivir día tras día, ni de la negligencia política, ni de la desigualdad con la que hay que debatirse en cada momento, ni del poderoso don dinero. No. La culpa es del vacío moral de los que han dejado sus casas (o la de sus padres), para pasar dos semanas a la intemperie, intentando encontrar salidas para todos los demás que sólo han movido el dedo de meterse en la nariz y el de señalar como se señalan a las cosas raras.

Pero bueno, ahora ya está todo al descubierto y sabemos que el verdadero motivo no es cambiar la Moncloa sino invadir Torrevieja.  

jueves, 26 de mayo de 2011

Ni pocos ni cobardes


¿Quién dijo miedo? Pese a las noticias que insisten que el recientemente bautizado movimiento 15M está de capa caída, yo decidí ir ayer a uno de sus debates aquí en Berlín. Éramos 50 ó 60 personas, las siete de la tarde, tras ocho horas de trabajo, sentados al aire libre en un jardín del centro de la ciudad; gente desconocida, hablando sobre democracia. Raro hobby (pasatiempo, no enano de la comarca) que desarrollar a estas alturas de la vida, pensé. Pero allí estaba, uno más.

La gente empezó a intervenir, a presentar propuestas, ideas, reflexiones y algunos, los que más se lo curraron, dieron datos estadísticos de los resultados de las últimas elecciones y las consecuencias que se pueden sacar de ellas. Había mucho nivel, una organización encomiable y unas ganas de cambiar cosas que pocas veces he visto antes entre gente cada uno de su padre y de su madre. Me senté y escuché, dije una gilipollez sobre la gente votando al PP porque el pueblo, ya que le van a dar por culo, prefiere que lo haga un profesional, y la gente se rió como nos reíamos del graciosillo en la última fila de clase: se agradece, pero así no se aprende cómo coño se despeja la x. Así que me dediqué a ser el empollón de gafas y tomar notas mentales de lo que está pasando en Berlín.
He de reconocer que llegué un poco desinflado de ánimos, un poco perdido tras la manifestación popular de lo que pasó el domingo en las urnas, un tanto confuso con la Puerta del Sol haciendo talleres de yoga y respiración. Pero el grupo con el que me senté ayer durante casi tres horas, tenía las cosas claras: no nos pongamos a dispersarnos que perdemos fuerza; consigamos unos mínimos y a por ellos; distribuyamos nuestro potencial en comisiones y cada cual a hacer por el movimiento lo que mejor sabe hacer y el resto a aprender; vamos a internacionalizar esto a la vez que luchar por los intereses de España, la democracia es cosa de todos y a todos les interesa cambiar este sistema que  sólo les sirve a unos cuantos (Grecia fue un buen ejemplo de ello ayer) y vamos a empezar proponiendo cosas reales.
Y eso real  que se propuso ayer y que se votará en asamblea el sábado (porque la organización no es un grupo de colegas de botellona hablando por hablar y punto), fue nada más y nada menos que cambiar la ley electoral española. ¡Hala! ¡Locos! Pensarán muchos. Yo me acuerdo de todos los locos y locas que cambiaron el mundo y todos esos locos y locas a los que les debemos que tantas cosas. Y pienso no sólo en los conocidos mundialmente como Gandhi o Luther King, no. Pienso en María y Aitor luchando contra la tortura y en defensa de los derechos humanos en Guatemala, en Marta luchando porque las mujeres tengan partos dignos sin que mueran por ello en Afganistán, pienso en Caragh luchando por la integración social de los gitanos indígenas de Irlanda in Laois, pienso en Ramón y Cristina luchando por la conservación de la biodiversidad en Almonte, pienso en mi querida Angelita luchando por el respeto de los extranjeros en Sevilla y pienso en los 50 ó 60 que nos juntamos ayer y que podemos convertirnos, junto con todos los demás, en quienes consigamos grandes cosas, en quienes convirtamos utopías en realidades.

Le contaba todo esto a la madre de mi amigo Sam a mi vuelta de la reunión y me decía: “Antonio, estoy pensando en mayo del 68 y lo cierto es que después de que ocurriera, la gente volvió a sus vidas, a sus rutinas, a lo de antes, pero ya nada fue lo mismo después de eso. El mundo no es lo mismo desde entonces”.

Y me quedo con esa maravillosa idea de que pase lo que pase, ya no seremos los mismos, el mundo ya está en proceso de cambiar y de ser otro, mucho mejor.         

miércoles, 25 de mayo de 2011

Caca, pedo, culo, pis


Imagina un trabajo en el que hablar de cagar, mierda, mojones y váteres está a la orden del día. Imagina un trabajo en el que el lema de la campaña que promueve es “toda mierda necesita un váter”. Imagina un trabajo en el que juegas al fútbol con una pelota marrón porque representa una mierda y encima haces que futbolistas como Drogba, Roben o Ballack jueguen contigo. ¿Lo tienes? Pues ése es mi curro.

Cada día me debato con lo más escatológico del mundo: la importancia de cagar y de hacerlo en un buen sitio, no con el culo al aire en medio del campo, limpiándome luego con una piedra pelona. Porque eso que hacíamos antaño los que hemos tenido algún contacto con campamentos de verano y pueblos más rurales que una algarroba, es la segunda causa de mortalidad de niños menores de cinco años en el mundo (la primera es neumonía, para los curiosos). Es un proceso muy sencillo:

mierdas sueltas por el campo + moscas en la mierda + moscas en la comida= diarrea.

Y claro que nosotros tengamos diarrea sentados en el tito Roca y cagándonos, literalmente, en la comida del bar de la esquina que tuvimos al mediodía, pues no pasa nada. Nos deja el culo escocido, el estómago ajilao (que decimos en Andalucía) y tres kilos más delgados. Pero claro, cuando eso le pasa a un niño pequeño en África, sin medicinas, sin kilos de los que poder prescindir y sin tito Roca, pues el resultado es muy distinto: 1.3 millones de muertes en el 2008, que se dice pronto (más que los producidos por malaria, Sida y sarampión juntos). Datos importantes que memorizar junto con el cómputo de 2.6 billones de personas que no tienen acceso a poder sentarse como Dios manda a leer la etiqueta del champú nuevo que ha comprado su pareja. Es decir, sin váter.
“¡Hala 2.6 billones!” Diréis algunos. Bueno, una breve explicación en esta cifra. Los españoles o hispanohablantes somos raritos o especiales, comparados con el resto del mundo, y un billón para nosotros es un millón de millones, que ya hay que juntar cosas para llegar a la cifra. Pero para los anglosajones y los que adoptan este sistema, un billón es mil millones. Dato cultural curioso. Este billón al que me refiero es un billón guiri.

En fin, conectando el tema de cagar con Alemania, comentar que mi primera experiencia al respecto en el país fue de lo más traumática. Resulta, no lo sabía entonces, que aquí el váter no es como en España. Aquí el agujero está más adelantado (altura pene) porque los alemanes ponen una especie de bandeja (altura agujero del culo) donde cae la mierda -a diferencia del nuestro, en el que la mierda cae en el agua, salpicando o no según peso o tamaño. El caso es que cuando acabas, te levantas y ahí está, mirándote con ojos asesinos, el mojón que acabas de plantar. Te mira con reproche porque lo has sacado de tu confortable cuerpo y lo condenas a una muerte de disolución y desagüe.
A mí me parece una guarrada impresionante. Y si nos ponemos a imaginar, piensa qué pasa cuando tienes uno de estos días que pareces un caballo venga a soltar y soltar mierda. ¿Te llegaría al culo? Y si tardas mucho, ¿cómo coño aguantas el hedor, que se te mete por donde ha salido? ¡Terrible! Y todo por la tradición de los alemanes de examinar las cosas y analizarlas. Este link lo explica perfectamente: http://www.youtube.com/watch?v=XfOa8G8J72g

Como ya somos mayores y  nos dejan decir cosas como caca, culo, pedo, pis, yo he conseguido un curro en el que se habla mucho de mierda, tal cual.
Aún así no es lo mismo que tener un curro de mierda ni que sentir la mierda de no tener ni siquiera curro. No me puedo quejar.

martes, 24 de mayo de 2011

La bilis en la boca y el vacío en el estómago


Llevo ya dos días levantándome como si fuera domingo por la mañana. La cabeza dándome vueltas, la realidad haciéndome zancadillas por los pasillos, la boca pastosa, con sabor a noches que olvidar y el estómago sonando a tinaja romana: hueco, añado, desolado. Me siento confundido y un poco decepcionado, he de admitirlo. No me parece anormal que la gente haya decidido acabar con el zorro que se comía las gallinas, pero tampoco me parece lo mejor meter a un tiburón en la bañera. Pero no puedo decir por mis cojones que los más de ocho millones de votantes que han tomado una decisión tan democrática como los que han estado y están en Sol, son gilipollas sólo porque no piensen como yo. Si hiciera esto sólo significaría una cosa: trabajo en Intereconomía. Pero no es el caso.

Cuando hablo con mis amigos del tema es como el conversar entre dos soldados que han perdido una batalla por la que han apostado hasta el alma. Se quejan, lamentan los acontecimientos finales de la ofensiva, recuerdan con añoranza cuando el fragor de la lucha les hacía soñar: les duele la realidad. Pero se saben acompañados, no hay soledad en esta derrota que no es tal. No ha sido un mayo del 68 pero ha sido (y aún es) uno del 2011 que tampoco ha venido mal para zarandear los cimientos dormidos de muchos de nosotros. Y seguiré hablando de mis tonterías con los alemanes pero tampoco yo soy el mismo ya y me temo que no podré dejar de intercalar estas reflexiones que humildemente sólo intentan lanzar una onda de frecuencia en la que sintonizar con muchos de vosotros, no pretendo más. Si algo he aprendido en estos últimos días es que la política es también un acto de solidaridad, un deseo de compartir. Me quito el sombrero ante todos aquellos que no han sólo pensado en sus circunstancias personales sino que han también actuado por los demás, por un sueño común y han votado, o no, en consecuencia.

Por mi parte, seguiré yendo a los actos y eventos que se siguen organizando por estas tierras. Por mi parte, seguiré pensando que tenemos nueve meses por delante en los que se pueden gestar muchas cosas (es un embarazo de esperanza). Por mi parte, seguiré brindando lo único que sé hacer: la palabra y el diálogo, porque vivimos en tiempos de cambios y aprendizaje, de concordia y crecimiento, de unión y cimientos. La gran mayoría de los que han votado al PP, al PSOE, a IU, al UPyD o al Tato quieren lo mismo que tú y que yo y eso, no lo vamos a conseguir desde el silencio y el asentimiento incondicional. No es el momento de ser pusilánimes.

Así que gracias a los que habéis aguantado esta faceta más seria y me habéis mostrado que estamos menos solos que nunca. Gracias por los que me dais ánimos para explorar esta necesidad imperiosa de escribir sobre los recientes acontecimientos, que dejo aparcada hasta nuevo aviso (irá y vendrá según la actualidad y el cuerpo me lo pidan). Me apetece interiorizar un poco más este nuevo proceso personal y mientras tanto os seguiré contando cómo me va en Berlín, que me está dejando algunas historias que contar.

Seguiré en constante movimiento, siempre creyendo en la posibilidad de un futuro mejor.

lunes, 23 de mayo de 2011

De fronteras, sol y gaviota


Con más de dos millones de votantes haciendo volar la cometa con forma de gaviota, hay poco que discutir sobre el resultado de las elecciones de ayer. Si hasta los periódicos se han puesto de acuerdo en el vapuleo del PP, es que no hay mucho que comentar al respecto. Enhorabuena a los premiados y que Dios nos pille confesados.

Por mi parte, sigo insistiendo en que los problemas de este país no se van a solucionar cambiando de aires y estandartes. ¿Entonces qué? Me preguntarán algunos. Yo, mire usted, hace años que me colgué las vestiduras socráticas y sigo soñando que una democracia de carne y hueso aparecerá algún día, especialmente ahora que tanta gente está llamando a sus puertas. Utópico, ignorante, perro flauta, me dirán. Y sí, soy utópico porque creo en el futuro libre de la gente, sin cadenas labradas en el capital y los intereses de unos cuantos. Ignorante, por supuesto, sólo sé que no sé nada pero también sé que si me pinchan sangro y perro flauta, pues va a ser que no porque no tengo ni perro ni flauta (estoy tentado de hacer el comentario fácil aunque lo dejaré para otra ocasión) pero me han dejado las pulgas de una decadencia sin parangón.

Sigo apostando por la transparencia, por el diálogo, por la solidaridad, por la lucha del espíritu, por la igualdad, por los derechos sociales, por la mano tendida al que le hace falta, por un gobierno que escucha, por un pueblo que habla, por una realidad medida por lo que somos no por lo que tenemos. Me da igual el color de la bandera que ondee sobre el alféizar de las ventana de los ayuntamientos de España, pero sí me importa que los representantes de aquéllos a quiénes les deben el cargo que ocupan, se olviden de sus responsabilidades y se dediquen a saquear el botín (hmm…  el nombre me recuerda a alguien) de los que ya estaban jodidos.
A los que han esperado esta victoria como agua de mayo, nunca mejor dicho, les quisiera mandar un afectuoso y sincero abrazo, pero la esperanza, que es lo último en perderse (y que se lo digan a la comunidad de Madrid que no pueden quitársela de encima ni con aceite hirviendo), no es ni roja ni azul (esto intenta ser una metáfora sobre lo jodidos que estamos no una post-campaña en pro de los verdes, claro está). Sólo queda esperar que los gobiernos locales sean honrados y se comprometan con la gente. Vamos, que estamos puteados lo miremos como lo miremos.

Ojalá me equivoque, ojalá me digan los que leen esto que la he cagado otra vez, que no tengo ni idea de política y que debería estar hablando de mis tonterías y mis idas y venidas. Ojalá la gente de Sol -y todos los que desde nuestras ciudades les apoyamos- consiga grandes cosas, ojalá (y permitidme que cambie de tercio totalmente pero es importante) Obama se haga merecedor de su Nobel y consiga reinstaurar las fronteras del 67, cuando no se echaba a los palestinos de sus casas; ojalá. Pero este nuevo giro de tuerca no nos llevará a ningún sitio mejor. Sólo el no rendirnos lo hará.

Como Antonio Resines al final de “Pídele cuentas al rey”, yo pregunto: ¿y ahora qué?   

domingo, 22 de mayo de 2011

Indignados a este lado del muro


El muro de Berlín cayó hace casi 21 años pero quedan otros muchos muros que derribar. Ése fue el mensaje que saqué anoche en claro tras la manifestación.

A las siete, hora española, es decir, a las siete y media, llegué a la Puerta de Brandenburgo. Aunque no estrictamente, era la primera vez que asistía a una manifestación y estaba muy ilusionado con la idea de formar parte de una voz común, de una idea por la que levantarme y protestar. Así que armado con mi cámara y muchas ganas me fui para allá. Iba solo, lo cual no es lo mejor, pero me daba igual. En la cabeza tenía el reportaje fascinante y objetivo de Intereconomía, uno de esos medios con los que, junto con Paramount Comedy, más me río. Aún me pregunto por qué Emilio Aragón no les roba ideas con lo cachondos que son. Se repetía en mi cabeza la imagen del tipo aquel con el chaleco sobre los hombros, sacando la lengua descojonado y diciendo que había ambiente de cumba y olía a porros. Ingredientes perfectos para que me acabaran de convencer de mi presencia allí.

Al salir del metro escuché el barullo. Normalmente en la plaza donde tenía lugar la manifestación hay actores disfrazados de soldados que venden pasaportes, como los que antes vendían para cruzar de una Alemania a la otra. Me encantó la imagen de verlos desolados, desatendidos y olvidados por una masa de gente blandiendo pancartas, entusiasmo y esperanza de cambio. Habría unas mil personas, quizás insignificante comparado con el baño de masas que se han dado en Madrid, en Barcelona o en Sevilla, pero poco importan los números cuando la solidaridad es la vara de medir.
Los lemas eran de los más variopintos. Mis favoritos: “Me gustas democracia pero estás como ausente” y “Me sobra mucho mes al final del sueldo” de pancartas y “Botín cabrón trabaja de peón” o “Los chorizos son para comerlos no para votarlos” de gritos. Me hubiera gustado ser más extrovertido y empezar a hablar con la gente, pero me limité a acompañar con los coros, a hacer fotos y a estar el tiempo que nos dejaron estar. Porque a las nueve, la poli nos echó bajo amenaza de 16.000€ de multa si seguíamos allí. Estábamos jodiendo el turismo y eso no es democracia, claro o al menos no rentable para la de ellos. En ese momento me acordé de lo que empezaron a decir en la Puerta del Sol el día anterior: “si viene la policía, sacad las uvas y disimulad”.

Cogí mis bártulos y me fui de vuelta a casa. Pensé que si mi amigo Juan José hubiera estado comigo, él se hubiera encargado de presentarse a quien fuera y la cosa hubiera seguido en otro sitio. Al fin y al cabo era sábado por la noche. Pero nada. Me volví al hogar con las ganas de hacer nuevos amiguitos y sin haber visto ni la cumba ni olido la marihuana. ¡Y yo que creía que Intereconomía era información certera y siempre fiable!
Pero me volví sabiéndome más parte de este mundo que no cree en muros ni en verdades absolutas. Igual de indignado pero contento con haber sido capaz de levantar la voz y decir: ¡Democracia Real Ya! 

sábado, 21 de mayo de 2011

Reflexionando que es gerundio


El tema de la semana es sin duda el de las manifestaciones promovidas por Democracia Real Ya. He de confesar que me lo estoy pasando como un enano comparando las noticias de los distintos periódicos, analizando las fotos que eligen, los comentarios de unos y de otros y la manipulación con la que los periodistas tratan de influenciarnos a través de sus líneas. Los joyeros quejándose de que la Puerta del Sol es un desastre porque no venden; Esperanza Aguirre -que cada vez que habla sube el pan-, diciendo que va a hacer una contra-manifestación con nueve mil seguidores, para luego apuntar que era coña; los artistas contribuyendo con su foto por la causa (hasta Alejandro Sanz se ha dejado escuchar, alguien debería decirle que una de las propuestas es dejar libre Internet) y un mapamundi muy entretenido que cuenta y localiza las manifestaciones que se van produciendo a lo largo y ancho del planeta (538!!):
http://www.thetechnoant.info/campmap/

Facebook se ha contagiado de comentarios, de actualizaciones, de fotos, de vídeos, de testimonios, de anuncios… ya no hay status diciendo: “ayer estornudé y se me salieron los mocos en una reunión con los directivos de mi empresa”, ni “llevo una botella de vino y aún no son las 12, si antes de comer me he tomado otra, voy a empezar a pensar que tengo problemas”, ni siquiera “gracias chicas por la noche inolvidable, ¿alguien sabe por qué me escuece la entrepierna?” (cualquier parecido con la realidad… será por algo).
Tampoco veo esas fotos de sitios exóticos, ni los vídeos de niños japoneses dándose leches, ni las comparativas entre la Cenicienta y la boda del principito inglés. Coño, he oído que hasta los animales de la granja están todos muertos de hambre y las zanahorias se han echado a perder. La gente se ha vuelto loca con esto de luchar por valores y democracia y dignidad y respeto y un futuro digno. Ayer por la noche, un viernes de temperatura agradable y una oportunidad espléndida para hacer botellota a lo grande, la gente se puso a manifestarse, así, sin más, porque les apetecía. Salieron a la calle a hablar del trabajo, de los recortes sociales, de la corrupción, del capitalismo y de muchas cosas más que nada tienen que ver con esas conversaciones de viernes por la noche en las que uno se hipnotiza de cervezas y curvas.

Y de esta manera se metieron miles de personas en la jornada de reflexión, invadieron el derecho de que el día antes de votar, hay que callar y no escuchar. Supongo que se mezclarían con los cientos de trabajadores que a las doce de la noche, en punto, se ponen a quitar carteles y banderolas electorales de las calles, para no influenciar al pueblo el día antes de llevarlo al matadero. Pero en España la gente no respeta nada y resulta que el día de reflexión sigue pensando. ¡Qué desfachatez!
Yo como estoy en Alemania, pues no tengo que reflexionar. Esta tarde me voy con unos 1.200 más a manifestarme a una de las puertas de entrada a Berlín (http://es.wikipedia.org/wiki/Puerta_de_Brandeburgo) y a ver qué pasa.
Y cuando oigo a escépticos y contrariados con lo que está sucediendo en el mundo, recuerdo a un profesor que dijo un día en clase: “si piensas que algo pequeño no puede cambiar la realidad, es que nunca has dormido con un mosquito en tu cuarto”.

viernes, 20 de mayo de 2011

En Alemania las primas son primas hermanas

No todo es malo ni negativo en este país, que quede claro. No quiero que la gente piense que estoy usando este blog para vengarme de mis cuatro ex-novias alemanas. Con ellas fue más parecido al chiste de los dos amigos que se encuentran y le dice uno al otro:
-Macho, ayer un tío me pegó una hostia que me saltó tres dientes.
-¿Y te vengaste?
-Joder, es que si no me vengo me mata.
Pues algo así.

Pero no, no soy de esos que se van a un país y se llevan diez años viviendo allí, quejándose de lo mal que funciona todo y de la mierda que el país es. Yo apechugo y disfruto lo más que puedo. Las cosas que no me gustan, las intento superar, aceptar o esquivar, según se trate de la personalidad germana, los impuestos o los revisores de tren.
El caso es que ayer, entre este tsunami de noticias relacionadas con las demostraciones y la solidaridad internacional de gente que se unen a la causa alrededor del mundo, me llamó la atención un titular que cuanto menos era curioso. Dicho titular rezaba así:

“Una aseguradora alemana premia con una orgía a sus cien mejores comerciales”
 
¡Coño! Esto sí que es recompensar el trabajo y no la cesta de Navidad de la empresa, pensé. Luego, leyendo el artículo más extenso que ha publicado El País, en su sección de economía (son unos cachondos), http://www.elpais.com/articulo/economia/Munich/Re/premio/agentes/orgia/prostitutas/elpepueco/20110519elpepueco_8/Tes
se me han venido a la cabeza varias reflexiones:
-20 prostitutas para 100 tíos… no sé, un poco corto el asunto, ¿no? En esto deberían aprender de Berlusconi.
-las mujeres portaban pulseras de colores para diferenciar a aquellas que estaban reservadas para los altos ejecutivos”. Y yo que creía que una orgía era lo más democrático del mundo y fíjate por dónde que funciona como los aviones: un viaje de segunda clase o un viaje de negocios. Pero la organización está clara que es alemana. En España esto sería de otra forma. En plan de “organizarse, organizarse, que ya me han dado tres veces por culo”.
-Que todo haya pasado en un spa, me da esperanzas ya que hasta que no he leído el artículo pensaba que los spa eran la cosa más sosa del mundo.
-”se han tomado medidas para que no vuelva a ocurrir”. ¿El qué? ¿El corto número de participantes? ¿La diferencia social dentro del evento? ¿O el que haya salido en media prensa mundial?

Mi amigo Jose, me ha enviado el artículo con un comentario sencillo, discreto a la par que directo y divertido: “búscate un curro en esta empresa, tío”. Pero en lugar de eso estoy currando en una ONG en la que si me pagan me puedo dar con un canto en los dientes así que de follar… ni hablamos.  
 

jueves, 19 de mayo de 2011

¿Por qué le llaman Europa cuando quieren decir Alemania?


Debido a alguna extraña celebración que ni sé ni me interesa, el día de mi santo, -que tampoco es que me diga mucho, pero me he acostumbrado a que mi familia me felicite y me haga regalos, con lo que le tengo cariño-, el 13 de junio, es festivo en Alemania. El 12 también lo es pero cae en domingo con lo que ahí se queda, tintado de rojo en el calendario, muerto, inútil.
-En España nosotros pasamos a los lunes los días festivos que caen en domingo -le digo a mi compañera de trabajo que me mira con ojos desorbitados y la envidia recorriendo los poros de su piel germana.
-Echt? -¿En serio? en castellano- ¿Eso cómo puede ser?
Y le explico que nosotros le tenemos mucho cariño a nuestros muertos y a nuestras fiestas, con lo que si tenemos un día festivo por algún muerto, imagínate.  

Y leo un artículo en el que Merkel se queja de que o follamos todos o tiramos la puta al río. Me descojono cuando le oigo decir que hay que unificar vacaciones. Pienso: “pero bueno, ¿esta mujer no ha aprendido nada?” Señala a los pobres españolitos y dice que no puede ser que Alemania suelte dinero para que luego nosotros trabajemos menos que ellos. Pero a su vez, leo que las promesas que había hecho de miles de puestos de trabajo para España en el país de las salchichas se ha quedado todo en aguas de borraja (http://www.publico.es/espana/377174/el-plan-aleman-para-contratar-espanoles-se-queda-en-nada) con lo que por favor, que esta señora con cara de perro pachón se ponga de acuerdo, que aquí por lo menos lo tenemos claro y sabemos que si España va mal no es porque haya más vacaciones que antes o porque tengamos más que los demás, sino porque no podemos ni trabajar y tenemos un 40% de paro entre los jóvenes y cuando se sientan a protestar los tachan de antisistema (como si fuera algo malo), apolíticos y hasta hay algún payaso que los relaciona con la ETA (http://www.meneame.net/story/vidal-afirma-manifestantes-estan-contacto-eta-han-recibido-kale/1). Y Merkel diciendo que joder, que no vale, que hacemos trampa, ellos venga a poner dinero y nosotros de cachondeo en la Puerta del Sol, con nuestra siesta y todo. Encima viviendo de las pelas que se gastan en veranear en nuestras costas ¡y con jugadores de su selección en el Madrid!

Pues mire usted, señora cancerbera, canciller o cancerígena. Alemania lleva las riendas de Europa, muy bien, y nosotros somos los perros amarrados al otro lado de una correa muy corta, vale, pero las firmas valen todas iguales sobre un papel en blanco cuando se trata de hacer una unidad y la Unión Europea no es la ONU en la que oficialmente unos mandan más que otros. Yo no soy de los de las camisas con la bandera patria en los cuellos pero tampoco soy gilipollas. Yo me quedo con la gente que sale a la calle y que le importa un carajo que los detengan, que los insulten y que los tachen de hippies sin remedio. Yo me quedo con ellos y como no puedo estar en persona, aprovecho que el movimiento ha llegado a las puertas de Berlín para unirme mañana a ellos. Y mientras tanto, espero que los españoles hayan disfrutado de la Semana Santa, la Feria, que lo hagan del Corpus, de la Ascensión, del día del Pilar y del día de todos los Santos porque, como decía antes, en España somos mucho de nuestras fiestas y de nuestros muertos.   

miércoles, 18 de mayo de 2011

La anécdota del siglo


Mis amigos de Lanzarote son de los que piensan que hay ciertas cosas que sólo me pueden pasar a mí. Yo creo que exageran, pero a veces, he de confesar que bien por las coincidencias de la vida o bien porque estoy acarajotao, me pasan unas cosas que ya me vale. Hoy voy a compartir uno de esos ejemplos que producen vergüenza ajena y que los sensibles de corazón y moral debieran abstenerse de leer.

Omitiré fechas, lugares y la señorita en cuestión. No son relevantes. El caso es que hace un tiempo, tuve la oportunidad de pasar una increíble noche romántica con una chica preciosa y maravillosa, justo el día antes de tener que irme del país en el que esto sucedió. Todo fue perfecto: el escenario, la dulzura, el momento en sí. Cuando la mañana rompió el calendario de las horas y se presentó con las prisas de tener que coger un avión, me puse a recoger mis cosas, preparar el equipaje y asearme antes de la vuelta al hogar.
Como mi madre me enseñó que las cosas de tirar se tiran a la papelera y no se dejan por medio, creí oportuno hacer lo propio con los condones usados la noche anterior. Los metí en su normal envoltorio metálico y éstos en un clínex. Me daba palo dejarle a la chica en cuestión tal regalito en su cubo de la basura así que me lo guardé discretamente en el bolsillo del pantalón, para tirarlo en cualquier papelera, una vez en la calle. 

Las despedidas son siempre tristes, al menos siempre que no quieres dejar de ver a esa persona, con lo que se hizo eterno y no muy agradable. No me gustan las despedidas y llevo una vida teniendo que decir adiós. Discurría sobre esto y otras reflexiones de lo más profundas y variopintas, mientras caminaba por el aeropuerto. Ya había facturado por Internet (lo que son las cosas modernas) con lo que me dirigí directamente a mi puerta de embarque, pasando antes, eso sí, por el control. Me quité la correa, los zapatos, dejé la mochila, saqué el ordenador, puse la chaqueta en una bandeja, en fin, lo propio. Porque con estas barbas de talibán descuidado, siempre me suelen pasar cosas en el aeropuerto. Aunque esta vez estaba seguro, había sido meticuloso, nada podía ocurrir. Por los cojones.
En cuanto crucé el umbral de la muerte, el pitido chivato empezó a sonar y el policía me preguntó que si llevaba algo metálico. Le dije que no. Pero en ese mismo instante, cuando el policía empezó a cachearme, mi cerebro se separó de mi cuerpo, se puso delante de mí y me dijo: “Antonio, lo que pita son los condones que llevas en el bolsillo”.
Un sudor frío recorrió cada célula de mi cuerpo y me imaginé el desastre llegando en forma de policía. Me lo vi palpando mi bolsillo y preguntando:
-¿Qué llevas ahí?
-Nada, un pañuelo usado -le contestaría yo.
-A ver, sácalo, que lo vea.
Y delante de todo el aeropuerto -madres, niños, abuelas de bolso grande, ejecutivos de prisa y maletín de cuero, trabajadores que creían haberlo visto todo y alguna que otra monja de camino a alguna misión en  África- me imaginé sacando el pañuelo y abriéndolo y sacando uno de los condones, usados, por si quedaba alguna duda, y ante el estupor de los presentes y con toda la vergüenza que se puede acumular en una circunstancia como ésa, sólo podría articular a decir:
-Bueno, hasta 100 ml se puede meter en el avión, ¿no?  

martes, 17 de mayo de 2011

Hasta el 40 de mayo…


El refrán no es muy bueno pero el tío que lo inventó vivía en Berlín, fijo. Hasta el 40 de mayo no te quites el sayo (¿qué carajo es un sayo?). Gran verdad en este pueblo. Cuando mi amigo Juan José vino en febrero, hacía un frío de cojones y todo el mundo me decía: “no te preocupes, espera a mayo que ya verás”. Hoy es 17 de mayo, está lloviendo, el cielo tiene color Apocalipsis y me he vuelto a poner la chaqueta de invierno. Ni parques, ni paseos, ni terrazas. Aquí lo que toca es joderse y aguantar el tipo mientras lees que en Sevilla ya están rondando los 40º. Unos tanto y otros tanto frío.

La gente aún se pregunta cómo he podido sobrevivir el invierno en Berlín con lo friolero que soy y la poca ropa de abrigo que traía. Muy sencillo: bebiendo en casa. He ido a menos bares que Espinete. Pero ha sido muy aburrido. Es por eso que me apunté a clases de alemán. En la hora que lo hice. La madre que trajo a esta gente. ¿Qué necesidad hay de inventar un idioma tan chungo? ¿Por qué tienen tres géneros? ¿Para qué cuatro declinaciones? Me imagino a los que inventaron el tema, de copas en un bar, con el cachondeo.
-Venga, la palabra niño ¿femenino o masculino?
-Neutro, para joder.
Risas y brindis.
-Vale pero que cambie según sea acusativo o dativo, que si no, no tiene gracia.
-Cojonudo. Así no nos entiende ni nuestra madre.
Más risas y brindis.

Una noche estaba hablando con mi amiga Steffi, la novia de Sam, y me dice que en alemán la luna es masculino y el sol es femenino. Hay que joderse. Yo sé que todo es según cómo lo hayamos mamado (culturalmente hablando, no me seáis pervertidos), pero joder, "¿la luna masculino?", le pregunto a Steffi. Ella, que a la par que dulce y guapísima es inteligente y divertida, me dice: “arguméntame por qué la luna es femenina”. Yo pienso en los poetas, en las baladas, en el aullarle a la luna, en la blanca tersura de esa imagen, casi fantasmagórica, etérea, que alumbra las noches. Pienso en la luz, en la delicada figura de ese cuerpo lejano, que posa sus haces sobre nuestra oscuridad y contempla con limpia mirada cómo nos conformamos con el reflejo de su belleza sobre la calmada superficie de las aguas quietas que nos rodean. Pienso en todo eso pero le digo:
-Porque tenéis la regla cada ciclo lunar.
Fin de la conversación.

Mañana el parte da lluvia (ya parezco un abuelo mirando el tiempo a cada rato), será 18 de mayo, aún no tengo ni puta idea de alemán y paso más frío que un perrito chico. No tengo apenas dinero en el banco, no me entero demasiado de mi trabajo, mi único amigo en la ciudad se muda en un mes a Frankfurt y la única chica que me hace tilín vive a miles de kilómetros. No parece que mi vida vaya muy bien pero sin embargo me siento de puta madre. ¿En qué marmita me caí de pequeño que siempre caigo de pié? Será en la de los grandes amigos. Caballo ganador.  

lunes, 16 de mayo de 2011

Según se mire

No os lo vais a creer pero en Berlín, la gente no cruza la calle cuando el semáforo está en rojo, ¡aunque no vengan coches! Es más, el Ampelmann, que es así como le llaman al muñeco del semáforo, en plan Oliver y Benji “el balón es mi amigo”, aquí son colegas de un tipo con prisa y manco (para más información buscad ampelmann en google, no he tenido cojones de encontrar la forma de poner la foto en el blog).

Sam me dijo el segundo día de estar aquí: “si hay niños no cruces en rojo, porque das mal ejemplo”. Empecé a reírme porque creía que estaba de broma. Pero no. Lo decía en serio. Y pensé que el mundo sería mejor si no hiciéramos ciertas cosas delante de los niños. No fumes. No seas un capullo. No pegues a tu pareja. ¡No toques a los niños! Hace no mucho le robé un chiste a mi amiga María. María es una persona de ésas que cuando la conoces bien te consideras una persona afortunada porque es un torrente de esperanza, de cariño y de experiencia. Ha estado y está luchando en contra de la tortura en Guatemala desde hace años y antepone su propio bienestar al de gente que ni siquiera conoce. Porque tiene fe en la humanidad, en la justicia y en el cambio. Pues bien, un día, con la coña en el alma, como tantas veces hemos compartido, suelta: “deberían hacer santo a Michael Jackson, pues es un ejemplo para los curas y para la Iglesia”. Lo sé, lo sé, ofensivo para algunos pero hay que confesar que tiene su gracia.

Sea lo que sea, es incuestionable el hecho de que dar ejemplo es importante y es por eso, y permitidme que me ponga serio durante unos instantes, que no podemos dejar caer en el vacío lo que España ha conseguido saliendo a la calle y demostrando que lo que importa no es cuánto engrosa nuestras carteras sino el dar ejemplo, el ponerse de pié, el querer decir en voz alta que las cosas no van bien y que aspiramos por una sociedad más íntegra y digna, por un futuro en el que todos podremos decir “coño, no cruzaron la calle por nosotros, porque era lo correcto, porque nos merecemos un mañana en el que no se nos mida por lo que tenemos sino porque lo que somos”. 50 ciudades dieron un mensaje muy claro y, pese a lo que algunos medios han querido resaltar, fue un peregrinaje social que reclamaba ser escuchado, con una sola voz, y que decía: “no nos rendimos, no nos creemos lo que nos cuentan, seguimos aquí, juntos, luchando por algo en lo que creemos”. Nunca me he sentido más orgulloso de pertenecer a esta casta de europeos sureños que han demostrado que creer es ser.    



domingo, 15 de mayo de 2011

Los macarras de mi pueblo


Si una mañana de domingo un abuelo va al parque con sus nietos y se encuentra una litrona vacía en el suelo, puede pensar: “cómo está la ciudad, cada vez hay más golfos bebiendo descontroladamente en los sitios públicos, esto es una vergüenza”. El buen abuelo visualizaría a los macarras del lugar, poniendo los pies en el asiento, pasándose la litrona, fumando porros y ya depende de la imaginación que le quisiéramos echar, quizás hasta metiéndose un pico. Porque en España no tenemos ni botellona, ni dinero para tomar cañas en los bares, ni sitios donde hacerlo sin sentirte que eres de otro planeta. Pero eso da igual, porque los jóvenes somos ese colectivo ruidoso y molesto que servimos de doble rasero a la hora de decir: “¡Hay que ver cómo está la juventud!” O “Los jóvenes son el futuro”. Me parece que de seguir así, va a ser un futuro de puertas para adentro porque si quieres beber no puedes fumar y si quieres fumar no puedes beber y si quieres conducir... bueno, eso es otra cosa.

Lo curioso es que en Alemania la gente bebe por la calle. Pero a saco. Si he quedado con Pepe y tardo diez minutos en llegar al sitio donde vamos a vernos, me compro un tercio y me lo voy bebiendo por el camino. Y si voy en metro da igual, porque también se puede beber en los transportes públicos. Es normal. Está totalmente integrado en la sociedad. Pero voy aún más lejos. Aquí se devuelven los cascos de las botellas. Como antaño, cuando había que llevar la botella vacía de la Cruzcampo para comprar otra. De hecho, hay gente que se dedica a ir por las calles y parques recogiendo botellas vacías para llevarlas luego a cualquier tienda y coger un dinerito.
Por lo tanto,  si trasladamos la imagen del abuelo yendo al parque un domingo por la mañana, a Berlín, lo que el buen pensionista podría pensar es: “qué bello lugar éste en el que los jóvenes siguen a rajatabla las tradiciones culturales y además les dejan el sustento a los pobres trabajadores que madrugan recogiendo botellas cual gorrión recolecta migas de pan” (es que este viejecito lee mucha poesía). 

Me divierte este cambio de cultura que aunque sea sutil, en muchas cosas es bastante drástico en general, porque cada vez que hago algo en esta ciudad, lo hago desde mis costumbres y educación cultural y los alemanes lo reciben desde la suya. Ninguna es mejor o peor, sólo distintas. Las tiendas, los bares, los mercados, las calles; todo varía. Y convierte en reto cada día y en una aventura cada persona que conoces. Con las chicas pasa lo mismo. Me dijo un día mi buen amigo Juan José: “Antonio, en Alemania, sólo al decir que eres español, ya tienes un montón de puntos ganados”. Y puede ser verdad. Pero lo que yo pienso, y que conste que es basado en mi experiencia y no es extendible al resto de la humanidad, es que, si después de cuatro novias/fracasos con alemanas me siguen quedando ganas de intentarlo con otra es que soy gilipollas y los únicos puntos que tendría ganados son los de sutura en la cabeza, después de la lobotomía que iba a necesitar.  

sábado, 14 de mayo de 2011

Calcetines de colores


Hace ya algunos años que dejé de enlutarme los pies y decidí comprarme varios modelitos de calcetines que me alegraran un poco la vida. Rojos, azules, naranjas, violeta, de rayas, de lunares, de diseños indefinidos, etc. Uno empieza a vestirse por los pies, dicen en mi casa, y yo lo hago con una orgía polícroma cada mañana. Pero eso no es extraño en Berlín, donde el más normal va vestido del capitán Sparrow.   

Berlín es distinta al resto de Alemania, dicho por los alemanes, no por mí, que tampoco conozco el país tan bien como para dar opiniones de ese tipo. Aunque si lo piensas dos veces, los españoles somos expertos en generalizar (y he aquí la primera generalización). Los catalanes unos agarraos, los madrileños unos chulos y los andaluces unos vagos. Esto es lo que se suele decir pero son generalizaciones sin fundamento. Los catalanes lo que son es ahorradores, los madrileños muy irónicos y los andaluces de cotizar poco. Eso es todo.
La Agencia de Cooperación Alemana me invitó a ir a Frankfurt para una entrevista de trabajo. Yo claro, voy. Me pongo unos pantalones de niño formal, una camisa de persona seria y un chaleco no muy atrevido, porque Frankfurt es como la hermanastra fea de Berlín. No voy en traje porque no me creo los estereotipos de que haya que ir a las entrevistas como un vendedor de seguros. Quizás el que consiguió el curro sí los cree y es por eso que ahora estará en Camboya tomando cerveza fría junto al mar y no pasando frío en Berlín, con la nariz como la de un trol, corriendo velas de mocos como galgos detrás de una liebre.

Llego al edificio de la que posiblemente es la mejor, la más rica y la más grande agencia de cooperación del mundo y me siento a tomar un café mientras el reloj termina su recorrido hasta las nueve de la mañana. Poco antes de que eso ocurra, una chica alta, bastante espigada, de pelo oscuro largo, como recién salida de un anuncio de champú, me llama por mi nombre y me conduce por una serie de pasillos y ascensores hasta que llegamos a un despacho muy pequeño en el que me hace unas cuantas de preguntas y luego me deja allí trabajando en una presentación que tengo que dar. La chica es la psicóloga de la entrevista. Me da treinta minutos para preparar una estrategia de comunicación. Porque claro, eso es lo normal. Cuando un programa invierte miles de uros en un proyecto, normalmente lo hacen así. Cogen al de turno y le dicen: mira hermoso, te damos media hora para que nos vengas con un plan cojonudo que arregle el país. Y que te sobre tiempo para traernos un café.
 Cuando me quedo solo en el despacho me pongo a leer un documento que me han dado y no sé por qué me acuerdo del chiste del tipo que va al médico y le pregunta: “doctor, ¿que me recomienda para los dientes amarillos?” y el doctor le contesta: “una corbata marrón”. Y me empiezo a descojonar. Así soy yo.

La entrevista iba bien. Tres mujeres interesándose por mi verso y obras. Una novedad, sin duda. Tras un par de horas, en un descanso, me dejan unos segundos preparando un caso práctico pero antes de irse cogen un plátano cada una de un bol con fruta que había preparado en una de las mesas de la habitación. En ese momento, por ser educado, les digo: “disfruten el plátano” y sonrío. Ellas me devuelven un gracias a medias y de nuevo pienso que hay una alianza mundial para que me pasen estas cosas. De entre todas las frutas que había para elegir, las tres cogieron un plátano y claro, no es que se me viniera a la cabeza que se iban a poner a lamerlos en el pasillo, pero siempre queda mejor: “disfruten su manzana, su melocotón o sus uvas” que “disfruten su plátano”.

Al final, me dejan unos minutos a solas con la psicóloga que antes de terminar su penosa interpretación de poli malo, me dice:
-Me gustaría hacerte una última pregunta, pero no tiene nada que ver con la entrevista ni con el trabajo. He notado que llevas calcetines de distinto color.
Psicóloga y detective privado, ya veo.
-Sí, es cierto. ¿Hay algún significado psicológico detrás?
Como si me importara.
-No, no. Es sólo casualidad. Es muy… interesante.
Nada bueno puede venir de la palabra interesante en ese contexto.
-¿Quieres saber por qué?- le pregunto.
-Sí, por supuesto.
-Muy sencillo. Cuando pongo la lavadora y recojo la ropa, odio perder mi tiempo jugando al busca tu par. Así que los pongo todos en un cajón y cada mañana cojo dos sin más. Los primeros que pillo. Porque no sé lo que los calcetines significan para los psicólogos, pero para mí sólo son calcetines.
Ella sonrió, me dio la mano y ahí acabó la entrevista.

No quiero generalizar. Me estoy quitando. No quiero decir que los alemanes son estrechitos de miras, de bordes poco flexibles y de calcetines negros. Tampoco quiero decir que es complicado determinar si los psicólogos están colgados y por eso estudian la carrera o si lo están al acabarla. No diré nada de eso. Porque sería generalizar. Pero lo que sí puedo decir es que si de uno de los bol de fruta más variados que he visto en mi vida tres mujeres eligen tres plátanos o es que hay mucha falta de potasio o mucho vicio.