jueves, 30 de junio de 2011

La calles de andar por casa


Una de las cosas a las que más provecho le saco por ser como soy es que, bien por inexperto, bien por gilipollas, me sigo sorprendiendo cada día de las cosas que veo. Ayer me encontré con una imagen que no pensaba iba a encontrarme jamás. De camino al trabajo, en uno de los largos corredores que componen la parada de metro en la que tenía que hacer trasbordo, me topé con una mujer, sentada en el suelo, con un perro callejero –lo que viene a ser un chucho gracioso– y un vaso de cartón de Coca-Cola, donde podían verse unas cuantas de monedas, reposando en el fondo. Hasta aquí normal. Nada extraño, como para llevar un párrafo hablando de ello, podréis decir. Y tendrías razón si no fuera porque a esa mujer le importaba un carajo quién pasaba a su lado, quién echaba dinero, quién la miraba o no. Se la traía al fresco porque estaba leyendo un libro. Tal cual. Se había sentado en medio del metro a pedir con su perro pero se había puesto a leer un libro de estos gordos con pastas marrones serias, para matar el tiempo. Ni carteles ni miradas pedigüeñas ni nada. Allí estaba ella en la ardua tarea de cultivar su intelecto mientras trabajaba. Es la primera vez en mi vida que veo a un mendigo ejercer de tal mientras lee, me parece fascinante y una iniciativa que sería cojonuda fomentar.
  
Estaba dándole vueltas a lo que acababa de ver, mientras llegaba a mi casa. Pasé por la panadería, por el Tai, por la pizzería que creía era nueva pero lleva allí más tiempo que yo, por la tintorería, por la peluquería, por la tienda de zapatos, por la pequeña tienda de delicatesen, por… espera, espera un momento. Me doy la vuelta y no me creo lo que estoy viendo. No puede ser. Debo estar equivocado porque algo así no es normal, ni incluso en una ciudad como Berlín, que siempre intenta ser trasgresora y diferente. Observo bien y compruebo que en la acera, frente a la tienda de zapatos hay un bebé solo, a su bola, entretenido con los que pasan. Pero eso no es lo raro, lo extraño es que estaba metido en un parque, como el que está en el salón de su casa y mientras está pelando patatas deja al niño en el parque, para que juegue un rato. No pude más que hacer una foto a tal extraña imagen (a la mujer del metro me dio palo) y llegué  a mi casa preguntándome por la naturaleza de la gente de esta ciudad que llenan las calles de postales tan únicas como las vividas el día de ayer. Y sobre todo me pregunto qué es lo que hacen en sus casas si se ponen a leer en la calle y ponen a sus niños a orillas de las avenidas.

No quiero generalizar porque tampoco esto es lo que uno ve cuando camina por Berlín. Pero ese hacer de la capital del país un andar en pantuflas me resulta un tanto disparatado, que si bien es interesante, a mi parecer no es más que una pincelada de color que esta ciudad siempre se encarga de mostrar a todo el mundo, a toda costa. Reflexión: si alguien dice todo el tiempo que es genial, divertido, diferente y de puta madre, ¿no pensarías que lo único que es, es un capullo integral?   

miércoles, 29 de junio de 2011

El verano y sus calores


Decía Revolver en una de sus canciones que “el verano no es un buen aliado para la razón” y va a ser cierto. No lo digo por el debate de la nación, ni por el energúmeno que agredió anoche a un fotógrafo en las setas en Sevilla, ni por la estulticia de Grecia que si bien hará que el país no entre en bancarrota, llevará a su pueblo a la miseria y a un capitalismo aún más exacerbado. Tampoco lo digo por la intolerancia del PP, que quiere pasarse la democracia por el forro y acabar con un grupo legal y elegido por la gente, ni por el jaleo que se ha montado entre Córdoba y San Sebastián con el nombramiento de la Capital Cultural de Europa en 2016. Ni siquiera me refiero a la bestialidad que dijo el otro día el Consejero de Telecinco al decir, ni corto ni perezoso, que Belén Esteban es la precursora del 15M (será M de millones por lo que cobra). No, yo soy un poco más básico, más simple, más, digamos, hormonal. Me he dado cuenta de que el verano es como el alcohol y, una vez en sangre, nos hace ver a todos guapos. Será por eso que cada vez que salgo de mi casa me parece que la semana de la moda en Berlín ha empezado ya y está en las calles, en el metro, en los parques, en la panadería, en la oficina postal, en la farmacia y hasta en las escaleras de mi bloque.

Culpo al verano porque no puede ser otra cosa. Es imposible que todas las mujeres con las que me encuentro estén buenas. Y yo que me estoy quitando pues, se hace complicado. Pero no me lo están poniendo fácil.
Ayer fui a un bar y pedí una cerveza. La chica detrás de la barra me dijo que no le quedaba de tirador, sólo había de botella.
–Pues vaya trauma me acaba de entrar– le contesto para quitarle hierro y dando a entender que me daba igual.
–¿Vas a necesitar a un psicólogo?– me pregunta riendo y mostrando sus grandes… ojos.
Yo me río y pensando que con esto de la crisis la gente está muy necesitada de encontrar clientela, pregunto:
–¿Por qué? ¿Eres psicóloga?
Me mira, se lo piensa un instante y contesta:
–Sí. Así que pásate luego que te doy cita para una consulta.
Lo que yo digo, el verano nos está volviendo locos a todos y a todas.

Me vuelvo a casa, con el calor en el cuerpo y en la piel, que me he quemado en estos días, y me meto en el único vagón vacío que encuentro. Tranquilo, a salvo, alejado de tentaciones calenturientas. Llegamos a la estación. El tren se para. Las puertas se abren y una, dos, tres, cuatro, cinco y seis amigas, rubias, ojos azules, pantalón-cinturón, veinteañeras, estupendas, se sientan a mi lado y comienzan a reírse y a mirarse entre ellas. Noto que me pongo colorado, lo cual no creo que se notara porque ya me parecía antes al cangrejo de La Sirenita. Salgo corriendo del tren y me refugio en el salón de mi casa, donde sé que no hay nadie más que yo. Me da miedo encender el ordenador, contestar las llamadas y en la cabeza sólo me suena la última canción de Berto. Así que me rindo, confieso que sí, que no tengo defensas, ni voluntad, ni ganas de tenerlas. Confieso que me gusta el verano… y me lo tiro.       

martes, 28 de junio de 2011

Mamá yo quiero ver la última de Harry Potter


Por 70 euros, me compro un ticket que me vale para todos los transportes públicos en Berlín durante un mes. Además los fines de semana y a diario después de las ocho de la tarde, puedo pasar a un acompañante con este ticket. No está mal. Como tampoco está nada mal el que viva en una casa compartida en uno de los mejores sitios de la ciudad (con tantos bares por metro cuadrado como tiene Triana) y sólo pague 350€ al mes. Puede sonar a mucho, pero no lo es. Además Berlín es barata y tomarse algo por ahí o llenar la cesta de la compra es medianamente asequible e indoloro. Pero los impuestos se llevan casi el 50% de tu salario, la sanidad es privada y se paga por todo lo que te puedas imaginar, incluido por tener ciertos aparatos electrónicos, como una radio o televisión.  Porque claro, Alemania es un país social demócrata.

Y encima, como a uno le gusta leer pues se quiere comprar libros y como a uno le gusta la música quiere escuchar los nuevos temas de los grupos que le motivan y ponerlos en el mp3 para ir al trabajo con alguna alegría en el cuerpo y como a uno le gusta el cine, quiere ver las novedades de la cartelera. Pero los libros cuestan una pasta, la música un riñón y el cine un ojo de la cara. Dios hizo a Eva con una costilla del hombre y la Warner hizo su imperio con los huevos de miles de espectadores, que se los dejaban en las taquillas al pagar su entrada y al invitar a la cita del sábado noche. Y en Alemania, el youtube no funciona como en España. Cada vez que alguien cuelga una canción o un vídeo en facebook y le doy para verlo, me sale un mensaje diciendo que tiene copyright y que el país donde estoy no permite que lo vea.
Al mismo tiempo, los cantantes se compran islas, los actores se compran aviones y barcos y los escritores… bueno, los escritores los pobres ya tienen bastante con vivir de lo que producen, que les lleva años en la mayoría de las ocasiones. Pero el ciudadano de a pie se ha de joder. Porque la cultura se ha vuelto inaccesible. Sólo los que llegan holgadamente a final de mes se pueden permitir ver la última de Harry Potter (8€), el comprarse lo último de Russian Red (15€) y el leer el último de Sampedro, Cuarteto para un solista (17€). Es decir, que en una semana cultural, que me recuerda a esas semanas blancas que teníamos en el instituto, te puedes gastar 40 euros sin esfuerzos. La peli te dura una hora y media, el disco, si te gusta y no es uno de esos timos en la que sólo la canción que suena en la radio está bien y el resto es una mierda, dura más y el libro, un par de semanas.

Hay gente que se indigna y dice: mira chavalín el dinero éste lo va a pagar Ramoncín y se descarga hasta la portada de los discos y las pelis ni te cuento. Yo lo hago y en este país no se andan con chiquitas. A mí me gusta el cine pero no puedo permitirme el pagar 8€ cada vez que quiero ver una peli nueva o 10€ cada vez que quiero comprar una que no es tan nueva. El arte es expresión y la expresión se nutre de las experiencias que el resto, los que pagamos luego por adquirirlas, aportamos. Si es cierto el discurso que los artistas dan de que ellos sólo quieren compartir su arte con los demás, los precios deberían ser más asequibles si no gratuitos. Algún día espero poder publicar una novela y mi sueño sólo será el que pueda vivir de ella (sin yates, sin jets, sin caviar, sólo sustentarme con dignidad) y que muchas y muchos la lean.

Toda esta reflexión viene a el blog de Isaac Rosa, en el cual ayer decía como se usan palabras como “desmantelar una cúpula” refiriéndose a Anonymus o el grupo de activistas que liberaron animales destinados a una peletería. A través de la elección de palabras usadas en los artículos, se comparan a los de la ETA y su cúpula con esta gente que mejor o peor sólo lucha por ciertos derechos y que no mata a nadie, sólo jode a Telefónica o a las compañías de abrigos de visón. Hoy he leído este titular en otro de los periódicos magníficos de nuestro país, La Razón: “Desarticulada una red internacional que distribuía películas por Internet”. Increíble, ¿hacían eso? Por un segundo creía que era una red internacional de contrabando, de pederastas, de traficantes de órganos humanos o una red internacional de tráfico de mujeres. Pero no, es algo peor: una red internacional de acceso a la cultura.
  

lunes, 27 de junio de 2011

Si eres negro o a pelo o te la pelas


Ayer hablaba de cuernos y hoy sigo con ellos, pero de los de Intereconomía. A través mi amiga Gema, me llegó ayer un vídeo en el que se decía que los condones en África son malos. Con dos cojones. Claro, yo, curioso ante semejante afirmación y confiado de que este medio de comunicación, siempre tan fiable, iba a darme una explicación irrefutable, me lancé al vídeo. Los argumentos son claros: los africanos viven en el Sáhara, tienen manos como manojos de nabos (que se dice en mi tierra) y son gilipollas. Analicemos las tres razones dadas.

Los condones no se pueden usar en África, dice el vídeo, no son efectivos, porque han de estar en un sitio fresco y seco, “algo imposible con el clima del continente”. Al escucharlo me he quedado de piedra. Me estoy viendo que cuando vuelva a Etiopía, voy a encontrarme con un montón de niños con la nariz torcida y bebiendo gintonics. Todos míos. Porque en dos años, la cosa dio de sí y según este reportaje de periodismo investigativo, los condones que usé (de hecho sobre ello escribí mi primer artículo en EFE) no servían, con lo que…
El segundo motivo es por falta de manicura. Yo no sé cuántos hombres conozco pero sí sé que el porcentaje de entre ellos que se hace la manicura es quizás un 0.001%. Siendo generoso. Está claro que el reportero muchos amigos no tiene en África y lo más cerca que ha estado del continente (y de un condón) es a través de alguna peli mala. Me pregunto cómo se imaginará el tipo éste que la gente en África (como si todos fueran iguales en un continente con 53 países y mil millones de habitantes) se pone los condones, ¿a bocados?
Y luego el tercer motivo es el que no saben leer. Por lo tanto, la Iglesia no sé para que se molesta en ir para allá. Si no pueden leer, no leen ni las instrucciones de los condones ni la Biblia. Con que asunto solucionado: ni religión ni prevención.

Vamos a ver. Si la gente se muere de SIDA más en los países no católicos –como dice la versión extendida del vídeo-, que en los que lo son, no es porque el Dios católico haya puesto un escudo protector en todos los penes de sus fieles. Es, entre otras cosas, porque la mayoría de los países no católicos, son también países llamados en desarrollo y éstos no tienen ni el acceso ni las posibilidades de una cura como sí la tienen en los países industrializados (como retrovirales). También quizás la pobreza extrema de muchos de estos sitios, con el consiguiente aumento de prostitución, tenga algo que ver con los números. Pero sí es cierto que la Iglesia Católica con todo el acceso que tiene a la gente de estos países podría poner un poco de sentido común y acabar el rollo ése de “o a mi manera o que te den”. ¡Castidad, castidad! Gritan por donde van. Si no la tienen ni los curas, ¿a quién coño van a engañar? Y vuelvo a insistir en que esto viene de la jerarquía. Muchos de los que están currando con los hábitos remangados por allá, son gente muy comprometida que sufre la realidad de lo que pasa. Pero desde el Vaticano, que la gente se muera da igual y desde Intereconomía, bueno, ellos sabrán cómo ponerse condones, se harán la manicura y hasta podrán leer pero no les quita de ser unos ignorantes que apuestan por la incultura de un pueblo a través de la manipulación barata de la actualidad.

Por si había dudas de que los condones en África funcionan, para muestra un botón. Y por cierto, J.M. Coetzee, Nadine Gordimer, Naguib Mahfouz y Wole Soyinka, en los últimos 25 años, han sido premiados con el Nóbel de Literatura. Todos africanos. Al menos cuatro saben cómo ponerse condones, menos mal.  

domingo, 26 de junio de 2011

El pan nuestro de cada día


El otro día me preguntaron: “¿no te quedas sin temas de los que hablar?” Me quedé perplejo ante el interrogante y sólo se me ocurrió decir: “tú no lees las noticias a diario, ¿vedad?” Porque dime quién necesita imaginación o incluso tener tema de conversación propia echándole un vistazo a los periódicos.

Sin ir más lejos, hoy me voy a ceñir en dos noticias: la primera es la sanción que una profesora de Madrid ha sufrido por esgrimir en una camiseta una frase tan insultante, infame, ruin y degradante como ésta: “educación pública de todos y para todos”. ¡Habrase visto tal desfachatez! ¿Pero esta mujer quién se cree que es? La educación es sólo para los que se la pueden permitir y para que el ministerio correspondiente haga colegios, que sirvan más tarde para la visita del Papa. El resto está de más. En las camisetas los profesores tienen que llevar otro tipo de lemas, como “¿dónde coño está mi manzana?”, “Jaimito a la pizarra”, “yo tampoco me acuerdo de cómo se hacen las raíces cuadradas” o “¿para qué quieres tanto idioma si España es la mejor?” Con estos eslóganes en las camisetas seguro que esta osada y temeraria profesora, sin ninguna sensibilidad, se hubiera ahorrado el marrón. Lo que no acabo de entender es que si la educación aún es pública en España (veremos a ver a partir del año que viene) y lo público es para el pueblo, ¿por qué sancionan a esta mujer?

La segunda noticia es la mejor. Es una de estas cosas que cuando las lees, necesitas unos segundos de reflexión antes de empezar a descojonarte. La realidad vuelve a darle una vuelta de tuerca a la ficción y hay un nuevo negocio en la ciudad, tipo peli “Lies and alabis”, que proporciona al cliente aventuras extramatrimoniales. Además, por si hay alguien que no se haya enterado, lo anunciarán en La Sexta mostrando a una pareja muy acaramelada (o caliente, según se mire) diciendo: “estas dos personas están casadas pero no el uno con el otro”, para luego añadir: “la vida es demasiado corta, ten una aventura”. Ahora empieza el debate. Algunos dirán que joder, una cosa es que un día tengas un desliz y conviertas a tu pareja en un Mihura y otra muy distinta es que vendas cuernos. Otros argumentarán que el final del día, el que es infiel lo es porque le apetece, haya anuncios de televisión o no. Porque cuernos, haberlos hailos. Igual que prostitutas, por mucho que las quiten de los anuncios por palabras.
Pero no seamos hipócritas, que haya una agencia ponedora de cuernos, acojona bastante. Y acojona aún más el que la gente lo haga sólo porque la vida es corta. ¿Qué es lo siguiente? “Métase un chute, que la vida es corta y si no lo es, nosotros se la acortamos”. “Tírese a la madre de su mejor amigo, nosotros se lo preparamos todo. Venga hombre, que la vida es corta”. “Viva la experiencia de atracar un banco, que le alargará la vida ya que quien roba a un ladrón tiene 100 años de perdón”.

No sé, yo creo que se nos está yendo un poco la pinza con esto del todo vale, todo es relativo y a vivir que son dos días. Además, el capitalismo, con la excusa de la modernidad y el avance, nos está haciendo imbéciles y nos lo dan todo hecho. Coño si pasas de tu pareja o si quieres echar una cana al aire, joder, al menos cúrratelo, no seas vago.

Se me viene a la mente aquel tipo que le dice a su amigo: “qué graciosa es tu mujer, ayer me contó un chiste y casi me caigo de la cama”. También se me viene a la cabeza el puntazo que sería si contratas a esta agencia para quedar con una mujer con la que ponerle los cuernos a la tuya y te encuentras que tu cita es tu suegra.  

Por eso digo que, ¿quién necesita inventiva cuando tiene a mano la prensa de cada día?

sábado, 25 de junio de 2011

Una para los del 77


Ayer murió Colombo. Es una pena. Aunque no creo que eso evite que lo vuelvan a reponer por enésima vez. A Colombo lo hubiera contratado yo para que trabajara en el gobierno. O mejor aún, a Gila, con esa técnica de capturar malos a base de indirectas. Me lo imagino en los servicios junto a Zapatero diciendo: “¿Alguien se ha cargado el país por no poner medidas antes? ¿Alguien se ha dejado llevar por las ideas capitalistas del neoliberalismo y se la ha sudado el pueblo? ¿Alguien va a llevarnos a que la derecha gobierne de nuevo?” Y ya ahí diría: “Vale, vale, sí, soy yo”.  

Porque yo me he criado con Colombo, con Gila al teléfono, con los Hombres G, con Oliver y Benji, con las Mama Chico, con McGiver, con el Un, dos, tres, con Super ratón, con Falcon Crest, con V (el de antes), con el Gran Héroe Americano y con la Hormiga Atómica. He visto reposiciones de Marco, de la Abeja Maya y Heidi nunca me llamó demasiado pero ahí estaba. He visto a España perderlo todo y luego, ya más mayor, empezar a  ganarlo. He leído la Super Pop, Super López y 13 Rue del Pesebre. Veía al Cuentacuentos, a Espinete, a los pitufos y los bonsáis de Felipe González. Fui adolescente con la porno codificada, con las canciones de Madona, de Glen Madeiros y de Wet, wet, wet. Soy de la generación de Indiana Jones, de Sean Connery como James Bond y de Kevin Costner de Jesús. Me he criado yendo a campamentos de verano, sudándomela el tener aparato de dientes y bebiendo calimocho en las fiestas de mi pueblo. Lloré cuando se murió Chanquete (cada verano), jugué a las chapas en los recreos y me gustaba Brenda de Sensación de Vivir.

Soy de la generación del 77 y es por eso, por lo que me ha ido acompañando desde entonces hasta hoy, que me ha convertido en lo que soy. Ni mejor ni peor, pero sin duda especial. Porque no sé si les pasa a las otras generaciones pero cuando la nuestra se junta los efectos son paranormales. Somos la generación que no ve las puestas de sol, sino de la luna; los que vacían bares y reservas de saliva ajena; los que se ríen del mundo porque lo entienden de otra forma y saben que el mundo está hecho de risas no de tiros; somos los que hemos estudiado por inercia pero la inercia la hemos puesto nosotros; no somos la generación perdida sino la que grita “de perdíos al río”; somos los vigilantes de la noche y los que no nos cansamos de contarnos cosas, de juntar almas, de brindar, de soñar, de luchar por lo que creemos, de respirar el humo de la vida.

Soy de la generación del 77 y me encanta compartirla con los que son de otras y me miran como a un bicho raro y me dicen que estoy colgao, porque cuando eso pasa me hace saber que las cosas siguen bien. Y es por eso que hacía falta gente del 77 para el 15M (además del resto) y nuestra generación no podía morir sin vivir algo así, tan intenso, tan sincero, tan desde las entrañas.

Otros también adoran los besos con lengua, la lengua hecha verso, el verso convertido en carne, la carne desnuda sobre la cama, la cama transformada en batalla, la batalla como forma de vida, la vida como testigo de que la exprimimos y abrazamos con toda la fuerza que nos queda. Pero yo soy de la generación del 77, ni mejor, ni peor que el resto pero… joder, diferente sí que es.

viernes, 24 de junio de 2011

Sprechen Sie Deutsch?


No pasa nada, el alemán está bajo control, todo en orden. Voy a comprar pan y señalo lo que quiero en un alemán perfecto. Sé decir cerveza, vino (tinto y blanco), ginebra y tabaco. Conozco los números del 1 al 10 de puta madre, lo cual es muy útil para pedir números de teléfono, y ya me he aprendido el nombre de mi calle. Es decir, ya puedo poner en el currículo que soy nativo en alemán. ¡Qué buena idea la de venirse a Berlín! Sobre todo por el tiempo. “Ya verás cuando llegue el verano”, me decía todo el mundo. “Lo vas a flipar”. Y no se equivocaron. Lo flipo en colores. Sobre todo porque no sería capaz de decir si llueve ahora más o menos que en invierno, puesto que cuando llegué en enero, el frío me hizo perder la conciencia y no recuerdo muy bien qué pasó en mis primeros meses de estancia.

Pero oye, no pasa nada. Me había tomado con buen humor lo de aprender el idioma. Aquí todo el mundo habla inglés y en inglés, me sé los números hasta el 20, o sea, que es otra cosa. Me manejo bien por la ciudad. Y en esta pompa andaba yo de satisfacción y lujuria libidinosa cuando ayer recibí una llamada de mi jefe. No me llama nunca así que me eché a temblar.
–Hola Antonio, ¿cómo estás? –me preguntó cuando hacía media hora que le había dejado en la oficina.
–Pues bien, bien.
–Mira Antonio, verás, he estado hablando con Rima [mi compañera de curro, que aún no se si es en asonante o consonante] y claro, ya sabes que ella en octubre coge la baja maternal [está muy embarazada].
–Sí, sí, lo sabía.
–Bien. Eso significa que desde octubre tú serás el único trabajando en comunicación.
–Sí, imagino.
–Y claro, has de ser capaz de llevar todo lo que ella está haciendo ahora.
¿Un niño en mi vientre?, pensé.
–Lo intentaré –dije.
–Y eso quiere decir que para octubre has de hablar alemán.
Miro el calendario que hay en la cocina y compruebo que este año las cosas siguen siendo iguales que el año pasado y entre finales de junio y octubre sigue habiendo sólo cuatro meses mal contados. Me da por reírme, humor que no es apreciado al otro lado de la línea, y le digo:
–¿Quieres que aprenda alemán en 4 meses?
–Tampoco es tanto lo que te pido, Antonio. Tú ya lo estudiaste en la universidad.
Sí, en el 2003, calculo. En los 90 aprendí a hacer raíces cuadradas y no tengo ni puta idea de cómo se hacen. La gente alucina.

Curiosamente, cosas del destino, el lunes recibí un email de una plataforma de idiomas que lo mismo me ofrece un curro editando textos en español y grabando cursos de español en audio. Es decir que los guiris van a aprender con mi voz, yo me descojono como me den el trabajo. Así que aprovecharé para preguntarles cómo coño puedo aprender alemán en cuatro meses, sin contar la semana que me voy a Ruanda y las dos que me voy a España. Lo mismo les alegro el día con mi chascarrillo y me dan el trabajo por salao.
No sé si os he contado esta anécdota. Hace unas semanas estaba con un grupo de chavales, que estaban comentando algo sobre el fin de semana, en alemán. Hablaron de bares, de chicas y de copas, lo de siempre cuando estás en tus veinte (algunos seguimos en los treinta). Cuando se fueron, me senté con Sam en un bar y le dije orgulloso:
–Creo que lo he entendido casi todo.
–¿En serio? Muy bien, ¿no?
–Sí, la verdad es que estoy hasta sorprendido de mí mismo. Sólo hay una cosa que no me ha quedado clara. ¿Qué hizo al final el cura con la gallina?

Aún se ríe cuando lo recuerda. Pero el cabrón no me ha contestado la pregunta.


  

jueves, 23 de junio de 2011

Haciendo el amor en los umbrales


“Los detuvieron por atentado al pudor.  Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo.  Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia.  Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales” (Su amor no era sencillo, Mario Benedetti).
 
Esto es uno de los poemas más originales que he leído nunca. Tampoco es que haya leído mucho, no vamos a fardar, pero bueno, de lo que ha caído en mis manos, éste se me ha grabado en la memoria, como cuando se te graba la imagen de un beso, de una mirada o de una noche de hacer el amor en los umbrales de las calles, de los parques, de las cálidas playas del mundo, de tu cuerpo. El caso es que leyendo este poema uno no sabe si ponerse romántico o caliente. Gran dilema.

Me hace pensar en las barreras, en las separaciones, en los muros. Estoy viviendo en una ciudad en la que aún se pueden ver los restos de la pared que separó dos mundos que es uno, dos poblaciones que es una. Imagino a la gente apoyando el oído en la fría piedra, intentando escuchar el latido de los corazones al otro lado, pero sólo recibiendo silencio. Menos mal que eso ya no pasa. Espera, espera. Que sí que pasa. Que todavía hay muros por ahí. Y no hablo sólo del de Gaza, hablo de los muros que no se ven y nos separan más aún que los que se edifican con cemento. Esos muros están hechos de un material más resistente y son más difíciles de derrumbar. Nos hemos olvidado de la belleza de la pluralidad, de la armonía en la convivencia, de lo que nos gustan los besos de tornillo sin pensar en más que en sentir.
Llevan unos días tirando un trocito pequeño de pared en Bilín, Palestina, devolviendo tierras de cultivo a la gente asediada por la tiranía de un pueblo que ha olvidado muy pronto el dolor de sus antepasados. No está mal. Hace tiempo un artista británico cojonudo, Banksy, pintó agujeros de esperanza en Gaza. A ver cuando alguien pega un bombazo de sentido común de una puta vez y acaba con el ridículo circo de estos pueblos separados por el sionismo y la estulticia. Seguimos con la idea de que aún hay esperanza, aunque avance a pequeños pasos.

Concluyo con una conexión de ideas. Hoy he leído que el 1 de agosto, los obispos recibirán las llaves de los colegios de Madrid para que se conviertan en albergues durante la visita del Papa a España. También he leído que el gasto que España hará en dicha visita es equivalente al recorte que se ha hecho en educación. ¿Ironía o jodienda? ¿Tiene la Iglesia la llave de los recortes educativos? ¿No se harían mejores albergues en las espaciosas naves de las iglesias madrileñas, por ejemplo en la Almudena? Además, la catedral tiene unos grandes pórticos y esos pórticos tienen espaciosos umbrales…

Mini-relato: Nació con dos corazones y murió ebrio de amor.

miércoles, 22 de junio de 2011

Entran en un bar Aznar, Rouco y Spiderman…


Y yo que creía que tenía las cosas claras, el pensamiento orientado, las capacidades de discurrir diáfanas. Pero, ¿cómo he podido ser tan inocente? Menos mal que de vez en cuando me da por leer la prensa y en ella siempre encuentro respuestas a mis dudas. Por ejemplo, yo creía que ser de izquierdas significaba pensar en un mundo libre, no sometido; en una sociedad unánime que lucha por un futuro común, no una sociedad dividida a base de chequera y títulos; en una economía de la felicidad, no de la disparidad y el desconcierto; en un mañana ecológicamente equilibrado y armonioso, no en un engaño labrado en Kioto. Yo pensaba que todo esto y mucho más era ser de izquierda, pero menos mal que tropecé con las declaraciones de Aznar, siempre sabias, que define el ser de izquierda como un estado de mente, más propio de la pubertad que de un buen discernimiento. "Todos tenemos épocas rebeldes, el pelo largo, la música alta, querer cambiar muchas cosas... Pero de ahí no pasaba". Eso es cierto, algunos no pasan de eso. Otros se convierten en asesinos que matan a gente inocente en países con petróleo. “No me gustan los ocurrentes”, dice el cachondo. “Son peligrosos”. Claro, tú apoyando a Israel y a sus constantes masacres en Gaza, eres más inofensivo que el perro de Scotex.

Claro, las palabras de nuestro ex más deportista me dejaron confundido. Y entonces de nuevo caí en otro error. Porque pensé que no es normal que la gente lleve más de un mes en la calle y los políticos no les hagan ni puto caso, porque se me pasó por la cabeza que la indignación es debida a sentirse pequeños ante los que se lo llevan todo, sin contemplaciones. Confundido cuando leí que los mossos están denunciando a los que frenan los desahucios y confundido (perplejo más bien) cuando el FMI le soltó a España que van bien pero que tienen que ser valientes y abaratar el despido de los empleados, que es la manera de salir de la crisis. Ésa es la forma, no otra. Pero de nuevo, por la voluntad de Dios, el monseñor Rouco Varela (Monse para los amigos) me sacó del atolladero espiritual al decir que los jóvenes tenemos nuestras vidas rotas porque desconocemos a Cristo. Pues yo me he leído la Biblia, conozco el catolicismo muy bien y eso no impidió que me llevara en paro un tiempo, hasta que me fui de España. Ni tampoco que me indigne. Ni tampoco que me parezca una desfachatez que la Iglesia se gaste un pastón en la visita del Papa (lo cual comparten 120 curas que han escrito una carta quejándose por esto). Algo falla aquí. A lo mejor es la poca vergüenza y la insensatez de algunos.

Consternado, con el alma y los cojones rotos, volví mi rostro al mundo de los superhéroes, esos emblemáticos personajes que siempre están ahí para salvarnos de los malos. Con mirada de niño, ojeé el avance del último número de Spiderman y coño, ¡a otro que se han cargado! Pero, ¿qué carajo pasa aquí? ¿No hay esperanza para nuestro mundo? ¿Se quedará en tan sólo subir el volumen de la música de sus protestas lo del 15M? ¿Iremos todos al infierno por desconocer los poderes divinos que nos cuidan y protegen de los ladrones? Y lo que es más importante, ¿qué ocurriría si Spiderman, Rouco y Aznar entraran en un bar? Aznar gritaría: ¡viva el vino! El camarero preguntaría a Varela: ¿qué le pongo al señor? Y el cardenal contestaría: “al señor una vela, a mí una cerveza”. Spiderman simplemente comentaría: ¿y de verdad yo soy el personaje de comic aquí?

martes, 21 de junio de 2011

Empezar de cero


No sé cuántas veces van ni cuántas me quedan, pero esto de empezar desde el principio, de volver a la casilla de salida, comenzar nuevas rutas o las antiguas desde un sitio diferente, ya no es tan divertido como solía. Vamos, que me toca un poco las pelotas. Desgraciadamente, ahora estoy en ese punto de nuevo. Esta mañana se ha marchado mi compañero de piso y amigo Sam. Se ha mudado a Frankfurt con su encantadora novia y ahora me toca empezar de cero. He vuelto a la casa y sólo encuentro vacío en las habitaciones (literalmente hablando) y me da morriña de estar lejos de todo y de todos, de estar un poco abandonado en esta ciudad que no acaba de creerse que el verano también existe y no para de regar plantas a ton y son. En fin, un coñazo enorme. Pero aún así hay novedades, cosas graciosas que están apareciendo y que pueden traer nuevos horizontes que hagan mi estancia aquí única. Por ejemplo, este sábado he conocido a un tipo que me ha dicho que si quiero cantar con su grupo. Hoy me han llamado también para que vaya a una empresa que necesita a alguien para grabar material didáctico en español, la semana que viene es el mundial de fútbol femenino y estaré por allí dando vueltas… pequeñas aventuras que colorean a esta ciudad, que al igual que Madrid, aunque dinámica, extrovertida e interesante, puede llegar a resultar demasiado gris, en ocasiones.

A parte de esto, mi ordenador y yo estamos un poco pasados por agua, parece ser. Eso me ha dicho el técnico hoy, augurándome un pago de 300€ por las teclas que posiblemente tenga que cambiar. Lo mío va a costar menos: un par de güisquis quitapenas y listo. Pero es que el ser reivindicativo en esta ciudad te puede costar un disgusto. Allí me vi el 19J como un campeón, vistiendo como si estuviera en Sevilla y cayendo una enorme, como si estuviera en medio del monzón asiático. Manda pelotas. Así que a eso de la hora y media de estar allí, sin paraguas y sin ni un mal gorrito que echarme a la cabeza, me tuve que volver a casa con el rabo entre las piernas (dónde si no). Pero oye, que no pasa nada, sarna con gusto no pica (no, qué va) y que me quiten lo bailao.

Ahora me voy a ver a una amiga actriz que hace una prueba en la escuela donde estudia, Ernst Busch, una de las más prestigiosas del país, por lo visto, así me da el aire. Aunque llevo todo el día de peregrinación, de un lado a otro. Eso sí, para peregrinación, los valientes que han salido hoy de Valencia. Desde aquí les deseo lo mejor, aunque no muchos hablen de ellos porque hay tenis, NBA y fichajes de la liga española, que son temas más importantes, total, ni que estuviéramos jugándonos el futuro de nuestro país. Es que a veces me paso de exagerado.

Voy a dejar el vacío de mi casa y comenzar el recorrido por los medios de transporte berlineses. Con mi orientación me veo en Cuenca. En una mesa me encuentro una nota de mi amigo Sam diciendo: “Antonio, ha sido genial vivir contigo de nuevo”. Junto a la nota, un gurruño de papel de orillo. Lo abro con cuidado y antes de ver el contenido, ya lo puedo oler. Huele a verde, a naturaleza contenida, a noches de películas y música, a divagaciones del alma, a una mente sin puertas, huele a nombre de mujer. Sam, te voy a echar de menos, canalla. 

domingo, 19 de junio de 2011

La pava de mi pueblo


¡Ay, cómo está cambiando el mundo! ¡Y a qué ritmo desde hace unos meses! Marruecos anuncia su cambio de constitución y la reducción del poder de la monarquía. Los países árabes se levantan, sublevándose ante la represión dictatorial. Investigan a Botín por fraude fiscal y encima se le cuela en la junta de socios un indignado que le dice a la cara que no tiene ni educación ni   idea de lo que está pasando. Neptuno celebra algo que no tiene nada que ver con el fútbol y Europa se levanta contra los recortes canallescos que Merkel quiere imponer (claro, como a ella le va del carajo, los demás que se jodan). El mundo sin duda está cambiando. ¡Incluso han multado a un pueblo de Jaén por tirar una pava desde un campanario! 2001€ por hacer el salvaje. “Es que es una tradición desde hace más de 200 años y el pueblo está de acuerdo con ella”, dicen algunos. Coño, pienso yo, volvamos a arrojar a la peña a los leones, que es una tradición incluso más antigua y al pueblo le encantaba, especialmente a la parte que lo contemplaba desde las gradas y no a pie de arena. No puedo entender muy bien la diversión que encierra el tirar al vacío a una pava. Lo que podrían hacer es tirar una bandeja de pavo Campofrío, que vine al vacío.

Bueno hoy me voy a dar una vuelta por el centro. Yo y unos cuantos de miles de personas hemos decidido salir a ver qué nos encontramos en la calle. Y mientras paseamos juntitos lo mismo nos quejamos, en voz alta, del Pacto del Euro. Más que nada porque un pacto es algo hecho entre unos cuantos y como éste en concreto, va a afectarnos de manera aniquiladora, no estaría mal que pudiéramos tener algo que decir. A ver qué pasa, espero que no acabe como en Grecia, para que Telemadrid pueda dedicar su espacio a dar noticias de verdad. Aunque según ellos no hay tanta diferencia entre mancharle el traje a una señora o darle un palo a la policía. Hay cosas que son para ir a mear y no echar ni gota.

Pienso que mi hermano disfrutaría mucho con estas cosas. Considerando que hace algo así como dos décadas consiguió que nos hicieran un instituto nuevo en Carmona, hoy por hoy a saber qué habría liado. Hoy hace ya seis años desde que cogió sus pancartas, sus frases ingeniosas, su saco de risas, su ironía sutil y sus ganas de ser y estar, y se marchó. No es que no estuviera a gusto con nosotros, en absoluto, pero es que a veces estas cosas de la vida son ininteligibles y a uno le pierde lo descompensado que el mundo puede llegar a ser. Se tuvo que ir y nos dejó aquí con el vacío y su ausencia; la más presente de todas las ausencias.

Desde aquí permitidme que le mande estas pequeñas frases, para decirle que entre tanta indignación, el corazón no olvida y las entrañas demuestran que también ellas tienen memoria. Siguen echándole de menos.  

  

sábado, 18 de junio de 2011

Dragones y Mazmorras


Me ha pasado. Es increíble, pero cierto. Estaba en un parque de atracciones donde los bancos llamaban a la gente a que disparara –con escopetas trucadas– contra dianas imposibles, los políticos estaban en un noria y te llamaban para que subieras con ellos a dar vueltecitas y ver la ciudad desde arriba, el hombre forzudo, que puedo tanto torcer un hierro de acero inoxidable como quebrar la crisis más voraz de las últimas décadas. Y por supuesto también había un puesto de algodón dulce, vendiendo esa masa rosada y pegajosa, de la que no podemos desprendernos y la que nos mantiene entretenidos durante un buen rato. Si esto no funciona, no pasa nada, siempre quedan los fuegos artificiales.
Pero de pronto, vi una atracción que no conocía. Se llamaba Democracia Real Ya y sólo había unos cuantos, pero parecía que era gente interesante así que me subí. Era un pequeño tren sobre raíles que no habían sido usados desde hace mucho tiempo, ya que llevaban a un sitio misterioso al que no muchos querían ir.
El tren se puso en marcha, pesadamente, cogiendo velocidad, ganando distancia. La gente gritaba cánticos que los unía, protestaban en voz alta. “No hay quien le gane a los bancos ya que siempre usan escopetillas torcidas”, decían unos. “Los políticos van a lo suyo, montados en su confort y a los demás que les den”, gritaban otros. “El gobierno dice que va a acabar con la crisis pero lo único que hace es engañar y ocultar la verdad. Ni nuestras espaldas dobla ya”, exclamaban los últimos.
Y entre estos comentarios unánimes, el tren se hizo uno y la gente dentro también y la velocidad infinita y de pronto atravesamos la barrera del sonido y la velocidad de la luz y ¡¡PUM!! Ya no estábamos en la atracción, ya no estábamos en el tren. Estábamos en una tierra en la que todos hablábamos con libertad, éramos nosotros mismos, soñábamos juntos y edificábamos un futuro mejor, más justo e igualitario.
Pero había villanos que intentaban destruirnos. Estaba Espe, la Reina de las Gaviotas y Dragó, el Ave Pedófilo. Ambos tenían un batallón de mossos para detenernos, pero entonces, el Amo del Calabozo, Sampedro, nos dio una idea y dijo tú escribe, tú usa las leyes, tú usa los media, tú debate hasta la extenuación… Nos hicimos fuertes, estábamos preparados y nos dimos cuenta de que debíamos volver y destruir el parque de atracciones para convertirlo en un sitio donde todo el mudo pudiera disfrutar desde un concepto nuevo de democracia, sin engaños, ni trampas, ni sueldos espléndidos para aquéllos que están contratados para servir al pueblo, no para extorsionarlo y robarle hasta el último céntimo de sus pensiones y desempleos.
Espe intentó manipularnos y llevarnos al huerto de sus mentiras, pero una bandera griega la dejó en la cuneta. Dragó dijo que éramos como los nazis de Hitler o como los fachas de Franco (quien él mismo define como un poco autoritario, pero sin pasarse). Pero bueno, nadie le hacía caso porque es conocida su afición por las drogas y las niñas pequeñas, con lo que una chorrada más, no importa.
Al final pudimos escapar y organizamos una gran revuelta para mañana, el 19J donde todos nos juntaremos para decir que no queremos parques de atracciones sino sociedades dignas, con políticos dignos y con iniciativas reales de una democracia auténtica. Esta vez no nos vemos en los bares, esta vez nos vemos en la calle.

viernes, 17 de junio de 2011

Enamorado de la primavera


La primavera es la estación más cruel de todas. Nos trastoca los ánimos, nos da alergias que no entendemos, nos pone calientes como conejos y luego, ¡hala! Nos deja así, en ese estado de excitación y perpetua erección, con el verano. Ahí, en medio de una playa donde hay menos ropa que en la cabaña de Tarzán, con cuerpos tersos, abruptos, gordos, delgados, altos, bajos, pero casi todos en bikini y con el brillo del sol acariciando cada neurona destinada al deseo sexual. Es por eso que el verano es tan loco y es por eso que hay tantos niños que nacen en abril y mayo. Los que nacimos a finales de año somos el producto de un invierno duro y de una generación sin tele.

Probablemente el no tener televisión hizo a estas generaciones pasadas mucho más interesantes o más interesadas en las cosas que pasan. Entonces los periódicos eran la Biblia que informaba de lo que pasaba en la otra punta del mundo y acceder a la realidad era mucho más complicado que ahora. Pero hay algo que no ha cambiado y sigue igual: algunos periodistas son una desgracia para la profesión. Hoy veía el vídeo que ha difundido Telemadrid sobre el 15M. Cuando lo he visto me ha dado por reírme y he dicho en voz alta: “Hay que ser gilipollas”.  De manera que ahora cogemos una imagen de Grecia y la ponemos como si fueran los del 15M (con banderas del país y todo) y la gente lo ve y se lo traga y se acabó. Sin más. Esto es muy grande. Aunque teniendo en cuenta que es la tele de Esperanza no se puede esperar menos.
Entonces me indigno y comienzo a dar vueltas por el salón como un tigre enjaulado, no comprendiendo cómo se puede insultar a una profesión como la de periodista de esa manera tan descarada y ruin. Y me acuerdo de las últimas noticias que he leído sobre el 15M y de las mentiras derramadas por el bien de los ricos, de los poderosos, de los de siempre, del cabrón que están investigando y se queda con nuestro dinero y de los políticos que no tienen los cojones de hacer un referéndum donde el pueblo pueda opinar y de los jueces que no persiguen con el peso de la ley a los mentirosos que no cumplieron ni cumplen con las premisas del programa electoral que pregonaron delante de miles de seguidores. Y me ofusco y digo “coño, no está pasando nada, no está cambiando nada”. Pero de nuevo la primavera me llena de un arrebato de juventud y me susurra al oído que las cosas ya llevan tiempo moviéndose. Entonces me siento mejor. Me alegro un poco y me llega un vídeo de Sampedro. La madre que le parió. ¡Qué lucidez! ¡Qué forma de estructurar un pensamiento, una pasión, un movimiento!    

Me gustan todos los puntos que coloca sobre todas las jotas que encuentra sueltas en nuestra sociedad. Productividad, competitividad e innovación son las bases de este mundo, dice y luego lo manda a tomar por culo junto a la Iglesia, la política y la economía. Después te mira y sin más suelta: “la vida no es un derecho es un deber” y le grito ole tus huevos y él grita “¡Suerte y al toro!” Entonces me animo y salgo a la calle y me encuentro una manifestación antinazi y me veo envuelto en un revuelo de dos pares de cojones donde la policía carga contra los manifestantes. Hay un tipo filmándolo todo y no sé si me equivoco o no pero para mí que tenía una pegatina de Telemadrid en la cámara.

jueves, 16 de junio de 2011

Lo que esconden las palabras y no dicen los silencios


Cada día me lo paso mejor leyendo las noticias. Hay de todo. Además los periódicos ya no se cortan un pelo en disimular hacia qué monte tiran y a quién quieren cargarse. De manera que no he escuchado ni una sola crítica hacia Ortega Cano, que por muy malito que esté, iba a lo loco (con tres denuncias telefónicas hechas antes del accidente, diciendo que conducía temerariamente) y ha matado a una persona por ello. Pero ahora, el 15M es una mierda y una panda de hijos de puta porque le han estropeado el traje a una parlamentaria y unos cuantos han hecho el cafre. ¡Venga, no me jodas! Y encima resulta que puede que sean hasta policías infiltrados. Es para descojonarse. Esto está tomando el camino de una película mala de Hollywood. Pero que muy mala.

Se intenta desprestigiar al movimiento (aunque algunos lo están haciendo muy bien para que esto ocurra) centrándose en la violencia aleatoria de unos pocos. Violencia he dicho, quizás con demasiada ligereza. Han arrojado cáscaras de plátano, alguna lata vacía de cerveza y han pintado a gente con spray. Por el otro lado, tenemos a cinco millones de parados, miles de desahucios, pensiones reducidas y un informe reciente en el que se recoge el dato escalofriante de que dos millones de personas pasan hambre en España, ¡dos millones! Y ahora hablan de violencia, de no respetar la democracia, de que son agresivos y una panda de cazurros como han dicho Savater y Carlos Herrera, que sí que son unos cazurros y unos ciegos si no ven lo que está pasando. 400 personas no dejan pasar a los parlamentarios en Barcelona y les increpan cuando intentan hacerlo. Que les pregunten a esos 400 por qué están allí en vez de estar tomándose un café en algún bar, o echando un polvo mañanero. En lugar de eso, se ponen a balbucear en las noticias diciendo que estamos ante una guerrilla urbana (Puig debería ir al Club de la Comedia) y llorando por la ausencia de democracia. Coño, ¿es sólo ahora cuando la echas de menos? Porque yo la llevo añorando desde hace décadas.

En fin, ahora lo que toca es esperar y ver qué pasa. A mí no me gustan las cosas que se consiguen por la fuerza y por ello no me gustaron algunas de las cosas que pasaron ayer. No obstante, el movimiento tiene mucho que decir (empezando por las manifestaciones de este domingo) y seguirá haciéndolo, le pese a quien le pese. Sigo creyendo que el cambio es posible y que ya algunas buenas noticias comienzan a aparecer tímidamente en las portadas de los noticiarios, como por ejemplo el que la plataforma haya parado un par de desalojos de hogares o, como noticia estelar, que a Botín y a su familia les estén investigando por fraude fiscal. ¿Te imaginas que Botín fuera a la cárcel? Sería cojonudo, un regalito para los que piensan que por culpa de cabrones como él el mundo está echo una mierda. Precisamente ayer me llamaron del Santander para decirme que el contrato que firmé con ellos para abrirme una cuenta ya no vale nada porque han decidido cambiar clausulas y si antes la cuenta era gratuita, ahora ya no lo es y si no ingreso 500€ antes del 25 de este mes, empiezan a cobrarme. A la señorita en el teléfono sólo se me ocurrió decirle:
–Esto le parecerá una chorrada, ¿pero ve normal que algo que hemos firmado dos partes, se cambie sin aviso alguno y de forma unilateral? ¿No le parece un poco deshonesto por parte del banco? Es más, ¿puede el banco cambiar puntos del contrato sin más?
Y la buena mujer contesta:
–Yo no sé específicamente dónde lo dice pero casi seguro que puede porque de hecho, ya lo ves, contigo no ha tenido ningún problema al llevarlo a cabo.

Manda pelotas.   

miércoles, 15 de junio de 2011

La crisis de unos y de otros


El otro día tuve una conversación sobre las horas de trabajo. Ya dejé –en una entrada anterior– el dato de que en España se trabajan 60 horas más al año que en Alemania, según estudios europeos y homologado por la IUPAC. Pero algunos alemanes son un poco guay y de vez en cuando me tocan las pelotas. Ya tuve que pasar las bromitas de los pepinos españoles, que se han tenido que tragar, por bocazas, y ahora es el turno del eterno tema de la siesta y nuestra idiosincrasia laboral.  

Todo empezó porque hice el comentario de las horas en las que uno ha de estar en la oficina. Argumenté que si entras a las 9 de la mañana, has de salir a las 5 porque son las 8 horas laborales que tiene una jornada. Los alemanes dicen que eso no es así. Tú entras a las 9 y sales a las 5 si no almuerzas, porque si te tomas una hora para comer, ya no estás trabajando 8 sino 7 horas. Mi defensa tiene que ver con los derechos del trabajador que me parece que se han perdido en algún sitio por el camino y nunca han llegado a este país. Si yo paso 8 horas fuera de mi casa, en un sitio donde mi jefe quiere que esté trabajando, retirado de mi hogar, de mi familia, de mi ordenador y de mi salón. Si no puedo ir en pijama o sentarme a hacer lo que sea que haga en calzoncillos y rascándome las pelotas, eso quiere decir que estoy en el lugar de trabajo y ahí he de estar 8 horas, no más. Si dentro de esas horas de trabajo necesito comer, mi jefe ha de joderse y esa hora de “productividad” la pierde.
El comentario que recibí fue:
–Así España está como está.
–¿Cómo? -pregunto sin intentar ocultar mi indignación.
–Pues en crisis.
–Sí, claro, pero para ser justos, Alemania estuvo en una profunda crisis económica hace unos años mientras España iba bien, algo distinto ha de ser lo que motive las crisis, ¿no?
Silencio. Yo sigo.
–Y crisis, sí, pero sólo económica. El mundo se rige por esa crisis pero no es la peor que se puede tener. Una crisis social es peor, donde por ejemplo la sanidad ha de ser pagada por los ciudadanos, tengan dinero o no lo tengan. Una crisis de valores, donde la gente trabaja para poder irse dos semanas de vacaciones a… España, qué casualidad. Una crisis existencial si lo más importante es capitalizarlo todo y convertir Europa en una mini Alemania, con baremos basados en la productividad y el comercio. Y otras muchas más crisis que podría mencionar pero para qué, si las conoces bien –concluyo.

 Entonces pienso en España y lo único que la salva de no decir que estamos sumidos en una mierda incluso más profunda que ésta, es esa gente que está luchando porque las cosas cambien, porque los valores no sean tasados en los bancos; porque la cultura sea libre y accesible, no sólo un instrumento de enriquecimiento de unos cuantos que compran islas y luego se quejan de que la gente descarga canciones; porque la política no sea un trono de oro desde el que observar cómo la gente se hunde en el fango, sino que sea un ejercicio de diálogo y de remangarse la camisa. Pienso en la gente que está trayendo esperanza a las calles, a esa parte del pueblo español que quiere y no sabe cómo, y no sabe qué hacer. O no lo sabía, porque ahora está claro. Y los critican porque han pintado a los parlamentarios catalanes con spray. Nadie se quejó cuando pintaron en rojo los números de los ciudadanos y no con spray, sino, en muchos casos, con tinta indeleble.

Crisis significa, en su primera acepción de la machista y anacrónica RAE: “cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente”. Vale. Pues que sepa el mundo, que en España, el paciente está en la calle y no piensa morirse. Además hemos cogido una fecha de puta madre para hacer las manifestaciones porque a la vez que reivindicamos nuestros derechos, nos ponemos morenitos. En Alemania, cogeríamos una pulmonía.

  

martes, 14 de junio de 2011

Minutos de Esperanza


He de confesar que me encanta la Espe. Como periodista o cuentacuentos, cada cual que me otorgue el título que quiera, alguien como Aguirre es un aluvión de noticias, una alarma social, un vendaval de tinta que se derrama sobre los periódicos de distinta manera, como es de esperar.

La última ha sido en su discurso de investidura, en el que ha tenido unas palabritas para los del 15-M, a los que ha tratado de anti-demócratas, totalitarios (debería haber escrito ella el diccionario de biografías, a los que se les olvidó este término, para hablar de Franco) y encima cazurros, ya que no saben de historia: "El comportamiento de los indignados, aunque ellos quizás no lo sepan [porque son unos ignorantes], es el mismo que han tenido a lo largo de la Historia todos los precursores de los movimientos totalitarios". Con dos cojones. Pero por si la gente andaba despistada y no lo había pillado bien, ha seguido la muchacha con otro recadito: "Empiezan con gritos contra los políticos, siguen expresando su desprecio hacia la democracia y acaban afirmado que ellos sí son los auténticos representantes". Me pregunto dónde carajo ha estado metida esta mujer durante este último mes que no ha pillado una mierda sobre el movimiento.
Porque, para la Espe, la gente que apoya el 15-M no vale tanto como los políticos ni tanto como aquellos que critican a los invasores de las plazas y calles españolas (las cuales por lo visto sólo pertenecen a los comerciantes). Pero a las pruebas me remito: el mundo se está motivando por estos eventos. Primero fue la primavera de los países árabes, Islandia y España. Luego Grecia, Francia y ahora incluso China. Algo está pasando. Algo enorme, algo nuevo e incombustible. Y si no, que Aguirre se siente en su trono, adquirido en “una fiesta de la democracia” y que espere a ver lo que pasa el 19 frente a los ayuntamientos españoles. Desde aquí también haremos algo, estoy seguro. Sobre todo ahora que los alemanes están siendo perseguidos por sus multitudinarios encuentros a través de Facebook.

Sin duda el mundo está patas arriba, de eso no cabe duda. Pero que no cunda el pánico que la solución está en camino. Ni el 15-M, ni las súper-ayudas de Merkel, ni los criterios objetivos y dinámicos de Aguirre nos pueden ayudar. El mundo necesita nuevos héroes, una fuerza capaz de reducir el mal y de traer la armonía a todos los hogares del planeta. Hoy en día que los superhéroes están siendo aniquilados en los cómics  (el Capitán América ha sido el último en caer), es preciso que el bien se haga de nuevo con el poder y así reine la paz en el universo. Sólo hay un país capaz de conseguir eso –a pesar de lo que diga Hollywood– y ese país es España. Y sólo hay una fuerza capaz de instaurar el orden mundial: la Benemérita. Y no hay más cera que la que arde. Por eso, conscientes de que un mayor poder conlleva una mayor responsabilidad, la Benemérita ha creado una nueva organización que ya con el nombre a uno le dan ganas de ponerse firme o de soplar lo primero que pille a ver si da positivo. Esta nueva organización se llama Tricornios sin Fronteras. Sé que suena a coña, pero no, es una gran verdad, y que me perdonen los afectados, pues no intento mofarme del cuerpo, pero es que el nombre… ¡no me jodas!

Así que los chinos luchando por los derechos humanos, Aguirre haciendo los deberes de la RAE, España en la calle y la Benemérita con el tricornio al vuelo. Lo que yo digo, el mundo está patas arriba.   

lunes, 13 de junio de 2011

Día de fiesta

Hoy es 13 de junio, día de San Antonio, algo que a la mayoría les importará un carajo, pero que a mí me ha traído muchas alegrías en los últimos años de regalos.  Éste me parecía que iba a ser distinto por motivos razonables y fáciles de entender: Alemania no es un país católico con lo que esto de los santos, como que no y encima estaba solo. Pero me he equivocado. Hoy ha sido un día de fiesta en todo orden, no de juerga, pero sí de reírme un rato. Por dos razones.

La primera es que inexplicablemente, debido a alguna razón que ni entiendo ni quiero entender, hoy ha sido festivo en este país, en el que según Merkel se trabaja mucho más que en España, aunque Eurofund dice que los españoles curramos 60 horas más al año. El caso es que me ha venido de puta madre porque anoche trasnoché como un adolescente que se ha quedado solo en casa durante el fin de semana y lo aprovecha para andar desnudo por el piso, comer guarrerías, beber vino y ver pelis hasta el amanecer. Por eso hoy cuando me he despertado, a esto de la una, me he sentido como nuevo, como un santo varón. Me he puesto las pilas, he recogido la casa, he mirado un par de cosas del trabajo y de pronto, la gran sorpresa, miro el skype y veo que el nombre de mi madre está conectado. Momentos de confusión, miro a un lado y a otro de la habitación, buscando una cámara oculta o alguna señal del más allá, vuelvo a mirar al ordenador y aún sigue ahí, la cuenta que le hice hace más de tres meses, por si algún día ponían Internet en casa.
Amenazado por la presencia fantasmagórica de la cuenta de mi madre, me armé de valor y llamé. Escuchando los tonos, pensé en qué haría mi madre detrás de un ordenador. Mi madre que aún no sabe poner un dvd, que le llama TNT al TDT (¿o ése es mi padre?), que no manda sms en el móvil porque no cree que lleguen, que grita al teléfono no vaya a ser que el otro u otra no la escuche, que piensa que un teléfono táctil está roto porque no tiene botones. Pues mi madre estaba conectada al skype. Y mi llamada, al final, la cogió.

Cuando veo a mi amigo Ángel allí, ayudándola a conectarse, entendí el misterio, pero no por ello me pareció menos gracioso. Mi madre, pegada a la pantalla del ordenador, como para verme mejor (u olerme, a esa distancia), con sus gafas, medio sonriendo y claramente entusiasmada con la invención. Mi padre, con su pijama sempiterno, azul de botones nacarados, me mira en la distancia, desde su córner del sofá, quizás creyendo que puede escapar del campo de visión que me da la diabólica máquina. Le felicito por su santo, él me devuelve la felicitación y le pregunto, al verle contemplarme con casi terror:
–Es increíble esto de la tecnología, ¿verdad?
Mi padre asiente con la cabeza y no dice nada. Yo me río y Ángel, muy cabroncete y acertado, me dice:
–Está con esa cara porque su ordenador no tiene cámara y se lo compró hace un año. No te creas que es por otra cosa.

Y entonces es cuando mi padre dijo algo que reduce todo el significado de la tecnología en el mundo moderno para gente de su edad, que no han crecido con ella, como nosotros y las más nuevas generaciones:
–Si yo hubiera sabido que esto es posible, habría pedido que el ordenador trajera cámara.

Me enterneció y me hizo pensar una sola cosa: ya le vale al hijo de puta del que le vendió el ordenador, que le sacó una muela y le vendió una patata. Algunos usan la tecnología para bien y otros para el suyo propio. Ahora mis padres para verme y yo para descojonarme viendo cómo mi madre se cree que el cursor lo tiene que llevar a rastras de un lado a otro, porquito a poco, no vaya a ser que se caiga.