sábado, 3 de diciembre de 2011

Los caramelazos de la justicia



A pocos días de despedirme, me da una pereza terrible el sentarme a contarles lo que pienso de las reformas de Merkel, de Cospedal o de la madre que bien tuvo a parirlas a ambas. Creo que hay una desidia política, que se me está calando sin previo aviso ahora que el gallo ya ha cantado tres veces y hemos descubierto una realidad llena de traidores, que reniegan de nosotros.

Es por eso que prefiero irme a tierra de pescaíto frito, playas escondidas y brisas portuguesas, para hacer una reflexión sobre el sentido del humor tan peculiar que a menudo se puede encontrar en mi querida Andalucía, tierra de discordias y duende, que es muy grande, le pese a quien le pese.
Para ponernos en situación tenemos que trasladarnos al 5 de enero del 2010. Concretamente a la cabalgata de los Reyes Magos, sus excelencias de Oriente, los únicos miembros de la realeza que al menos trabajan un día al año. No hubo excepción en las Navidades a las que nos referimos y sus majestades recorrieron las calles españolas, inundándolas de alegría, ilusión y muchos caramelos.
Huelva no fue una excepción. Gaspar, Melchor y Baltasar, se enfundaron sus trajes de faena, se remangaron los coloridos y sedosos ropajes que llevaban, y se pusieron a endulzar a los asistentes, siendo niños muchos de ellos.
Pero se ve que a una señora de esta localidad no le pareció muy bien el brío desplegado por el monarca negro, con lo que, ni corta ni perezosa, lo denunció en el Juzgado número 4 por francotirador, por negro o vaya usted a saber por qué. El caso es que el 2010, Baltasar se fue a casa con una denuncia interpuesta contra él por agredir a una viandante con una arma arrojadiza, o lo que es lo mismo, con un caramelo (que imagino no sería un Sugus).

Hace unos días se dio a conocer la sentencia, que es para mí, una de las piezas más agraciadas y simpáticas que he escuchado en mucho tiempo, por parte de la justicia española. Así el juez titular del mencionado Juzgado ha afirmado que, aunque no hay una amistad directa con el acusado, sí es cierto que, junto a Melchor y Gaspar, éste le ha venido ofreciendo “presentes cada 6 de enero desde que tenía uso de razón". También apunta que, como la denuncia va dirigida al rey Baltasar, puede que el que estuviera en la cabalgata no fuera más que alguien ocupando su lugar y no el acusado en cuestión. Además, de ser él, sería complicado acusarle ya que no se conoce su procedencia y sería cuestión de acudir al derecho internacional más que a la justicia de Huelva.

No sé si esta señora era una Belén Esteban, buscadora de dinero fácil y de llamar la atención por la vía rápida. Pero sí está claro que el juez tiene madera de ser un Paco Gandía, que no está dispuesto a que le venga nadie a meterse bajo los faldones de su toga. ¿No te gustan los caramelos, bonita? Pues el 5 de enero te quedas en tu casa. Lista.    

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