domingo, 14 de agosto de 2011

50 años de muro y otros tantos por tirar


¿Apoyo las dictaduras? ¿Me congratulo con los que someten al pueblo? ¿Le río las gracias a los que pasan página para ocultar masacres? ¿Me gusta reprimir a los que me rodean? Bueno, creo que la respuesta es clara: sí, gracias, póngame dos de cada. Porque le dije a Aznar que Irak en invierno es precioso y que debería mandar a los chavales jóvenes de uniforme a que la visitaran. Porque le dije a Zapatero que la gente vivía demasiado bien y era hora de sacar las tijeras del pescado y le susurré al oído que debería deshacerse de Garzón, que lo único que quería era dar guerra. Y por supuesto hablé con todos esos políticos honrados que pueblan el territorio español y les dije que se despreocuparan de las demandas pedigüeñas de sus ciudadanos y se subieran e sueldo, o se compraran un traje nuevo o que se hicieran con algún terrenillo baldío que otro. Todo eso hice.

Otros, ignorantes, toca pelotas, rompe huevos, vagos, manipulaos y manipuladores, escoria y etarras, salieron a la calle, se quedaron en ella, debatieron y llenaron todo de mierda. Los peregrinos les enseñarán lo que es estar en la calle sin ensuciar ni molestar. Esos perro-flautas del quince, iban de héroes, de salvadores del mundo erigiendo la paz y la democracia por bandera, cuando lo que son en realidad es un puñado de ineptos desorganizados y sin criterio. Ya podrían aprender de nuestros dirigentes que nos joden metódicamente, mostrando gran eficiencia en sus campañas. Esos desgraciados que no tienen trabajo porque no lo quieren ni lo buscan, se dedican a poner patas arriba una ciudad tan digna como Madrid, con una presidenta tan respetable como Esperanza Aguirre, ejemplo de sobriedad y buen hacer.

Pero no somos como Cuba, con esos negritos que aunque muy cultos no tienen qué comer, ni pueden decir lo que desean, ni tienen una vivienda digna, ni un sistema de sanidad competente, ni unos media objetivos. Todo lo contrario a nosotros. Tampoco somos como Venezuela con ese loco charlatán que pese a que es el responsable de que la educación haya aumentado considerablemente –proporcionalmente a la inversa de la dependencia que el país tiene de Estados Unidos–, tacha a todo el mundo de capitalista y se mete con nuestro régimen democrático. Nosotros somos mejores, somos más civilizados, mejores. Es por eso que podemos mirar por encima del hombro a todos los que son malos, a los que hacen cosas horribles, como a los que levantaron el muro de Berlín hace 50 años. Pero bueno, Alemania ya se deshizo de eso, aunque siempre procuramos recordarles lo que fueron, con sus muros y sus judíos muertos, porque nos gusta recordar la historia (la de otros) y porque así no tenemos que levantar la voz por los otros muros que se han levantado y levantan en el planeta. Y no, no estoy siendo metafísico ni me estoy refiriendo a paredes invisibles. No. Estoy hablando del muro entre los demócratas estadounidenses y los mexicanos (todos delincuentes, como bien nos enseñan las películas de Hollywood); el muro de Gaza, un clásico del que ni se habla; los 2.720 km de muro construidos por Marruecos en el Sáhara Occidental, del que apenas nadie conoce su existencia, aun siendo el segundo más largo construido después del chino (8.851Km); y por supuesto del nuevo muro en Grecia, 5.5 millones de euritos, cofinanciado por la Unión Europea, para que los turcos no nos invadan. Más de diez kilómetros de xenofobia pagada de nuestros europeos bolsillos. Pero recordamos los 50 años del muro de Berlín que nos pilla más a mano.

Yo me quedo con el muro de Facebook donde cuelgo estas cosas y donde recibo el cariño de los que conozco. Los otros muros son una aberración del ser humano.

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