lunes, 23 de mayo de 2011

De fronteras, sol y gaviota


Con más de dos millones de votantes haciendo volar la cometa con forma de gaviota, hay poco que discutir sobre el resultado de las elecciones de ayer. Si hasta los periódicos se han puesto de acuerdo en el vapuleo del PP, es que no hay mucho que comentar al respecto. Enhorabuena a los premiados y que Dios nos pille confesados.

Por mi parte, sigo insistiendo en que los problemas de este país no se van a solucionar cambiando de aires y estandartes. ¿Entonces qué? Me preguntarán algunos. Yo, mire usted, hace años que me colgué las vestiduras socráticas y sigo soñando que una democracia de carne y hueso aparecerá algún día, especialmente ahora que tanta gente está llamando a sus puertas. Utópico, ignorante, perro flauta, me dirán. Y sí, soy utópico porque creo en el futuro libre de la gente, sin cadenas labradas en el capital y los intereses de unos cuantos. Ignorante, por supuesto, sólo sé que no sé nada pero también sé que si me pinchan sangro y perro flauta, pues va a ser que no porque no tengo ni perro ni flauta (estoy tentado de hacer el comentario fácil aunque lo dejaré para otra ocasión) pero me han dejado las pulgas de una decadencia sin parangón.

Sigo apostando por la transparencia, por el diálogo, por la solidaridad, por la lucha del espíritu, por la igualdad, por los derechos sociales, por la mano tendida al que le hace falta, por un gobierno que escucha, por un pueblo que habla, por una realidad medida por lo que somos no por lo que tenemos. Me da igual el color de la bandera que ondee sobre el alféizar de las ventana de los ayuntamientos de España, pero sí me importa que los representantes de aquéllos a quiénes les deben el cargo que ocupan, se olviden de sus responsabilidades y se dediquen a saquear el botín (hmm…  el nombre me recuerda a alguien) de los que ya estaban jodidos.
A los que han esperado esta victoria como agua de mayo, nunca mejor dicho, les quisiera mandar un afectuoso y sincero abrazo, pero la esperanza, que es lo último en perderse (y que se lo digan a la comunidad de Madrid que no pueden quitársela de encima ni con aceite hirviendo), no es ni roja ni azul (esto intenta ser una metáfora sobre lo jodidos que estamos no una post-campaña en pro de los verdes, claro está). Sólo queda esperar que los gobiernos locales sean honrados y se comprometan con la gente. Vamos, que estamos puteados lo miremos como lo miremos.

Ojalá me equivoque, ojalá me digan los que leen esto que la he cagado otra vez, que no tengo ni idea de política y que debería estar hablando de mis tonterías y mis idas y venidas. Ojalá la gente de Sol -y todos los que desde nuestras ciudades les apoyamos- consiga grandes cosas, ojalá (y permitidme que cambie de tercio totalmente pero es importante) Obama se haga merecedor de su Nobel y consiga reinstaurar las fronteras del 67, cuando no se echaba a los palestinos de sus casas; ojalá. Pero este nuevo giro de tuerca no nos llevará a ningún sitio mejor. Sólo el no rendirnos lo hará.

Como Antonio Resines al final de “Pídele cuentas al rey”, yo pregunto: ¿y ahora qué?   

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