jueves, 26 de mayo de 2011

Ni pocos ni cobardes


¿Quién dijo miedo? Pese a las noticias que insisten que el recientemente bautizado movimiento 15M está de capa caída, yo decidí ir ayer a uno de sus debates aquí en Berlín. Éramos 50 ó 60 personas, las siete de la tarde, tras ocho horas de trabajo, sentados al aire libre en un jardín del centro de la ciudad; gente desconocida, hablando sobre democracia. Raro hobby (pasatiempo, no enano de la comarca) que desarrollar a estas alturas de la vida, pensé. Pero allí estaba, uno más.

La gente empezó a intervenir, a presentar propuestas, ideas, reflexiones y algunos, los que más se lo curraron, dieron datos estadísticos de los resultados de las últimas elecciones y las consecuencias que se pueden sacar de ellas. Había mucho nivel, una organización encomiable y unas ganas de cambiar cosas que pocas veces he visto antes entre gente cada uno de su padre y de su madre. Me senté y escuché, dije una gilipollez sobre la gente votando al PP porque el pueblo, ya que le van a dar por culo, prefiere que lo haga un profesional, y la gente se rió como nos reíamos del graciosillo en la última fila de clase: se agradece, pero así no se aprende cómo coño se despeja la x. Así que me dediqué a ser el empollón de gafas y tomar notas mentales de lo que está pasando en Berlín.
He de reconocer que llegué un poco desinflado de ánimos, un poco perdido tras la manifestación popular de lo que pasó el domingo en las urnas, un tanto confuso con la Puerta del Sol haciendo talleres de yoga y respiración. Pero el grupo con el que me senté ayer durante casi tres horas, tenía las cosas claras: no nos pongamos a dispersarnos que perdemos fuerza; consigamos unos mínimos y a por ellos; distribuyamos nuestro potencial en comisiones y cada cual a hacer por el movimiento lo que mejor sabe hacer y el resto a aprender; vamos a internacionalizar esto a la vez que luchar por los intereses de España, la democracia es cosa de todos y a todos les interesa cambiar este sistema que  sólo les sirve a unos cuantos (Grecia fue un buen ejemplo de ello ayer) y vamos a empezar proponiendo cosas reales.
Y eso real  que se propuso ayer y que se votará en asamblea el sábado (porque la organización no es un grupo de colegas de botellona hablando por hablar y punto), fue nada más y nada menos que cambiar la ley electoral española. ¡Hala! ¡Locos! Pensarán muchos. Yo me acuerdo de todos los locos y locas que cambiaron el mundo y todos esos locos y locas a los que les debemos que tantas cosas. Y pienso no sólo en los conocidos mundialmente como Gandhi o Luther King, no. Pienso en María y Aitor luchando contra la tortura y en defensa de los derechos humanos en Guatemala, en Marta luchando porque las mujeres tengan partos dignos sin que mueran por ello en Afganistán, pienso en Caragh luchando por la integración social de los gitanos indígenas de Irlanda in Laois, pienso en Ramón y Cristina luchando por la conservación de la biodiversidad en Almonte, pienso en mi querida Angelita luchando por el respeto de los extranjeros en Sevilla y pienso en los 50 ó 60 que nos juntamos ayer y que podemos convertirnos, junto con todos los demás, en quienes consigamos grandes cosas, en quienes convirtamos utopías en realidades.

Le contaba todo esto a la madre de mi amigo Sam a mi vuelta de la reunión y me decía: “Antonio, estoy pensando en mayo del 68 y lo cierto es que después de que ocurriera, la gente volvió a sus vidas, a sus rutinas, a lo de antes, pero ya nada fue lo mismo después de eso. El mundo no es lo mismo desde entonces”.

Y me quedo con esa maravillosa idea de que pase lo que pase, ya no seremos los mismos, el mundo ya está en proceso de cambiar y de ser otro, mucho mejor.         

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