Para aquellos hombres y mujeres de poca fe, quisiera hablaros de uno de los momentos históricos actuales que sin duda es y será de los más importantes de la televisión y muy significativo en la sociedad española. Déjenme que les refresque la memoria. Se acordarán de que la madre de uno de los implicados por el caso de la niña sevillana asesinada habló en uno de los programas horrendos de Tele5, hace unas semanas. También se acordarán de que una chica, a través de una petición formulada y firmada en Internet, por muchos españoles, apeló al sentido común de las empresas que pagaban publicidad, durante los anuncios de este programa, para que se desvincularan de semejante lupanar informativo. Las empresas, que no son tontas y saben quiénes son los que las mantienen, reaccionaron a la petición popular y uno a uno, comenzaron a anunciar la retirada de sus anuncios, durante el tiempo en el que este programa se emitiera. El resultado fue la cancelación definitiva de este espacio. La conclusión es que la gente realmente tiene el poder de cambiar cosas. Tanto es así que Tele5 ha anunciado la cancelación de otros dos programas de la misma naturaleza carroñera.
Eso por un lado. Por el otro tenemos esta noticia de hoy; ya empezamos:
“El Govern de Artur Mas introducirá una tasa por receta farmacéutica dispensada en la sanidad pública para "evitar abusos", subirá las tasas universitarias, transporte público y recibo del agua. De igual forma se estudia el incremento del precio de la gasolina”.
No hay sorpresas, ya se esperaba como se espera que esto sea no más que el principio de una larga lista de noticias hablando de recortes educativos y sanitarios y de subidas de los servicios básicos. También uno se espera que cada vez que se tropiece con La Noria en la tele, no va a escuchar más que mierda. Son cosas asumidas, es decir, uno no niega la existencia de políticas que no le gustan ni de programas que detesta. Pero eso no quiere decir que no se pueda hacer nada para acabar con las cosas que no nos gustan.
Evidentemente, uno no puede empezar una campaña cada vez que no le guste algo de la tele. No tendría fin. Pero hay veces en que da igual de dónde seas, cuántos estudios tengas o cuánto dinero en el banco. Si te cuelas, te cuelas de lleno. Si hay un tío que se mete en un colegio y se pone a pegar tiros, lo más normal es que a todos les parezca mal (aunque si alguien lo manda hacer desde su mesa de despacho oficial, ya no es tan malo). Si hay un tío que dice en la televisión que los homosexuales no son iguales que los heterosexuales, la gente le dirá que es imbécil o Monseñor Rouco. Si alguien pasa tres cuartos de la gente que está sufriendo por el asesinato de una adolescente y se lleva a la madre de uno de los implicados, a la que paga una pasta, para que cuente a la peña lo que le parezca, pues se merece que lo manden a la mierda. Lo están crucificando, cosas peores hemos visto antes y no se ha hecho nada, dirán algunos. Y ahí es donde yo quiero llegar, ahí es donde todos hemos llegado: ahora ya sí hacemos cosas. Salimos a la calle, le echamos cojones a los que nos ningunean, comenzamos campañas, denuncias, protestas, quejas y hasta paramos desahucios. Todos los que nos vemos reflejados de alguna manera con estos tiempos, somos parte de este cambio, de cuando la gente empezó a creer en el poder que tenían. Y de cuando a la gente no le importó seguir creyendo a pesar de lo que se les venía encima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario