sábado, 12 de noviembre de 2011

Elemental, querido alcalde



Uno de mis personajes favoritos es Sherlock Holmes. Sir Arthur Conan Doyle creó una leyenda literaria de la que se han nutrido y aún nutren años de cine y televisión, teniendo como ejemplos cercanos los largometrajes del cineasta británico Guy Ritchie; el que se estrenó en el 2009 y el que se estrenará próximamente.

Cuando tenía nueve años, me diagnosticaron una hepatitis, que me dejó en cama cerca de tres meses. Pueden imaginarse a esa edad, la gran putada de tener que permanecer atado al lecho durante tanto tiempo, sintiéndose uno lleno de energía y con ganas de jugar al fútbol, con los amigos del colegio. Mi padre había comprado meses antes una de esas colecciones de libros que antes vendían en los hoteles de las playas a los turistas nacionales despistados, que se creían que por tener más libros, los miembros de la familia iban a ser más eruditos. El caso es que a mí me vinieron de maravilla y me empapé de los clásicos libros de aventuras desde Miguel Strogoff a Los Tres Mosqueteros, pasando por Los Últimos Días de Pompeya, Ivanhoe, La Isla del Tesoro, La vuelta al mundo en 80 días, etc., etc. Por supuesto, en ese tiempo descubrí a Sherlock Holmes y me capturó desde la primera página, sobre todo, porque el autor no reparó en crear a un genio, que sin embargo era heroinómano, apareciendo en sus obras cómo su protagonista se inyectaba heroína. En fin, un pequeño detalle que dejo caer y que por supuesto han quitado de las películas y de los dibujitos animados, para no dar mensajes erróneos: “consumid heroína niños del mundo que ya veréis lo listos que os vais a volver”.

¿A qué viene esta historia sobre Sherlock Holmes? Os preguntaréis los que aún sigáis aquí. Pues es muy sencillo. Hoy he leído que Garci, nuestro director de cine, ha decidido hacer una peli sobre este personaje y para eso se lo va a traer a España, donde se encontrará con Jack, el destripador. También aparecerá en el largometraje nuestro célebre compositor Albéniz y ahí es donde viene lo bueno: ¿quién lo va a interpretar? Pues nadie mejor para hacerlo que su propio sobrino. ¿Y quién es su sobrino? Pues se lo crean o no, es Gallardón, el alcalde molón.

A pesar de lo impactante de la noticia, no me ha sorprendido en absoluto el saber que Gallardón va a hacer un papel en una película. De hecho, creo que es un actor cojonudo, tanto que todos los madrileños le siguen votando, pese a ser la comunidad con más deuda del país. También ha demostrado su habilidad dramática, en numerosas ocasiones, al tener que torear a su jefa y compañera de partido, la Voldemort de la política española, la innombrable, la que si se repite su nombre tres veces frente a un espejo aparece en tu casa y te la privatiza, la siempre presente en mis pensamientos, Esperanza Aguirre. Y es que Gallardón y esta señora no tienen una relación muy buena y Gallardón ha estado aguantando el tipo durante años, para por fin poder despegarse de las manías de su presidenta y así desplegar alas, llegando a ser en los próximos meses –no me cabe duda de ello– uno de nuestros nuevos ministros.

A mí me gusta la idea de traer Sherlock Holmes a España, pero para perseguir no a Jack, sino a todos los otros que nos destripan cada día.          

1 comentario:

  1. Hola compañero.

    Como ves, sigo aquí asomado a tu piel del oso. En esta ocasión he tenido que leer varias entradas, ya que hay días que no tengo tiempo ni de leer la prensa. Esos días se me hacen extraños pues soy un lector de prensa compulsivo.

    Un breve comentario sobre la Comunidad de Madrid.
    La innombrable, como tú la llamas, ha venido desarrollando unas políticas que le permiten presentar unas cuentas bastante diáfanas; el problema de enduadamiento al que te refieres, está localizado en la ciudad de Madrid cuya gestión depende del gobierno de Ruiz Gallardón. Y es que este hombre, pertenece a esa estirpe de alcaldes megalómanos y faraónicos que sueñan con su propia Olimpia. El resultado final es que Madrid, siendo uno de los motores ecónomicos de este país, está en la ruina. Sin duda, este tipo de gestiones, totalmente ajenas a las necesidades de las personas, representan lo peor de nuestro devastado paisaje político.
    Ante esta perspectiva, uno llega a pensar que hace falta una nueva ideología: la del sentido común.

    Me ha encantado la reseña que has hecho de todos esos libros que, cada uno, guardamos en nuestro equipaje litario y sentimental.
    Las páginas de esos libros contienen importantes lecciones morales y éticas, y ejemplos claros de virtuosismo; bien podrían nuestros políticos releer todas esas obras (si es que las han leído).

    Un fuerte abrazo.

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