domingo, 11 de septiembre de 2011

Las dos caras de la moneda


Hoy no voy a hablar sobre el 11M. Hay muchísimas cosas escritas en estos tiempos de conmemoración y recuerdo, como para que venga yo con mis monsergas sobre quiénes son más terroristas, si los de Al Qaeda o los Estados Unidos. De todas formas, lo mejor que he leído al respecto en el día del aniversario es lo de Isaac Rosa, tremendo como siempre. 

De lo que sí me gustaría hablar es de la cara dura que tienen las estructuras económicas del oeste para ayudar a los más necesitados. Hace poco vi un documental en el que aparecía un médico diciendo que había hecho una investigación en la que había descubierto que aquellos países del mundo en los que el Fondo Monetario Internacional –FMI para los que tienen prisa al hablar– intervenía, veían reducida varios años su esperanza de vida. Suena alarmante y a la vez comprensible visto lo visto. Lo que el FMI hizo en su día y sigue haciendo en Latino América, concediendo préstamos imposibles a intereses ridículos y bajo unas condiciones escandalosas, ahora lo quiere hacer también en Egipto, Túnez, Jordania, Marruecos y Libia que recibirán 72.000 millones de dólares, con la inestimable colaboración del grupo intergaláctico de superhéroes con corbata llamado G8. Ya ves, algunos preguntándose si el punto G existe y otros vacilando de que tienen ocho. Pero eso sí, les ayudan con la condición de que se integren al mercado mundial y que los gobiernos apoyen el sector privado. También otros se han acercado a Libia dispuestos a ofrecerles toda la ayuda que necesiten pero les han dejado caer que han de impulsar la producción petrolífera. Pues eso, que dos más dos son cuatro y que el mundo occidental está lleno de hijos de puta que sólo se interesan por sus carteras. Son animales carroñeros que se frotan las manos y esperan sentados hasta que el país está echo una mierda para intervenir con la risa de hiena, dispuestos a destripar las dañadas arcas de quien sea. Si yo te dejo dinero y luego te pido un favor, ¿me vas a decir que no? A esta invención le llaman desarrollo, que no es otra cosa que desarrollar los mecanismos efectivos necesarios para quitarles lo poco que tienen a los países que menos tienen y así nosotros tener más. Así que vamos a dejar de preguntarnos por qué la gente se muere en Somalia o por qué Allende resulta que no se suicidó como nos hicieron creer (su hija está pidiendo que se exhume el cuerpo).

Un ejemplo y ya acabo porque me enervo con estas cosas. El otro día llegó a mis manos un artículo diciendo que la agencia de cooperación al desarrollo alemana está patrocinando una exhibición de armas como alianza a los poderes militares. Claro, hay que defender las obras benéficas nacionales en el extranjero, a tiros, si es posible, así se venden unas cuantas de balas. Es increíble cómo aún tienen la desfachatez de justificar sus alianzas e inversiones y cómo dicen sin tapujos que el desarrollo alemán se aplicará sólo en aquellos países en los que Alemania tenga intereses.

Pero la vida sigue y nosotros con ella, así que más vale que nos pongamos las pilas y decidamos en qué lado de la moneda andamos. Es importante, ahora más que nunca, tomar partido y lados en este mundo pesetero donde dicen que sólo vales si tienes. Me niego a creerme este axioma que no es más que el de unos cuantos, de los de siempre. De los que más cuentan para algunos y nada para mí.   

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