lunes, 12 de septiembre de 2011

Licenciado en desventuras y alicatados de cuartos de baño


“Cultura: Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” (RAE, acepción tercera del término).

Hablando con Ramón -antropólogo y sin embargo amigo- el otro día, me preguntaba por Berlín. Yo le contesté que tenía una vida cultural muy rica y su respuesta fue sencilla: “será rica en expresión artística, cultura hay en todos los sitios”. Tras unos segundos de rascarme la cabeza ante tal sentencia, comprendí lo que quería decir y en seguida caí en la connotación tan tremenda que le hemos dado y le damos a la palabra cultura, desvinculando a muchos mortales de ella, cuando en absoluto es así. Es decir, Punset no tiene más cultura que un Masai. Simplemente es distinta.

En este punto de la reflexión ando cuando leo el siguiente titular: “El mundo de la cultura sale en defensa de los profesores” y me da una lista de actores, cantantes y escritores, que se supone son los que poseen la cultura, los que la retienen cual monjes dominicos de la Edad Media. Así que todos esos padres que han protestado, los profesores (ellos no son del mundo de la cultura, sino del de la tiza y el pizarrín), los que ven que el sistema educativo se va al carajo, los políticos (estos sí que no son del mundo de la cultura), etc., éstos no pertenecen a esa selecta cúpula donde reside la cultura de este país. Y que conste que ya me parece increíble que a las letras se les de tanta importancia, cuando aquí sólo se dan ayudas a los que traen números y ciencia en los bolsillos. Pero de ahí a decir que sólo tiene cultura el que escribe libros o el que compone canciones, me parece una pasada.
La cultura española, en este caso, no es sólo El Quijote, Dalí y Julio Iglesias; no es el Guernica, los poemas de Lorca o El Escorial. La cultura española no descansa sobre los versos de Espronceda, en el pincel de Velázquez o con los arpegios de Paco de Lucía. No somos de Almodóvar ni de Berlanga, ni tampoco nos define la Macarena de los del Río (aaaah). España y la cultura española tiene la cuna en los pequeños detalles, en los dos besos al encontrarnos, en las fichas de dominó sonando sobre las mesas de las tascas, en el lápiz en la oreja, en las tapas humeantes, en los garabatos de los niños, que juegan en las plazas de los pueblos, en la azada, en los que murieron (no cayeron, los mataron) en la guerra, los que creyeron, los que se arrodillan a rezar, los que se arrodillan a pedir en estos días de ausencias, en la sonrisa morena, en el cubata de la disco, en el abanico de la abuela que le echaba aire a toda la fila en la misa de las 10. La cultura también está en el arte de coger las aceitunas; de acercarte bailando la segunda; de respirar tradiciones de polvo, incienso y albero (le pese a quien le pese); de sentarse a la mesa en familia el día de Navidad. “Modos de vida y costumbres” y eso no se puede guardar en las manos de unos pocos sino en el alma de muchos.

La educación es la base para transmitir los principios de una cultura que si bien ha de alejarse de la picaresca de unos cuantos, nos diferencia de otros muchos sitios y nos da esa identidad que sin ser ni peor ni mejor sí está claro que es nuestra. Todos pertenecemos a ella y sintiéndola como parte de nosotros debemos integrarla a otras y hacernos más grandes, más cósmicos, más eternos.
A mi parecer  no se puede ser inculto ya que la cultura diferencia al ser humano del animal y eso –aunque tengamos a personas en la cabeza que no se sabe lo que son– es imposible. Pero sí hay gente que se cierra a crecer a base de indagar, de aprender, de explorar y de ser curiosos. Pero no es ser inculto; eso es querer ser ciego. Es la arrogancia del que no pregunta porque se cree que todo lo sabe y no le queda nada que aprender. No creo que haya mayor enfermedad del alma que ésa.  

El mundo de la cultura es el mundo que se acerca y se olisquea y no tiene miedo a abrazarse, a conocerse, a mezclarse. Es complicado en muchas ocasiones pero, ¿por qué no? Me imagino a Punset abrazado a un Masai.       

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