lunes, 5 de septiembre de 2011

La vuelta al cole


De nuevo meto el bañador en el fondo del ropero y me hago con las prendas de manga larga, para este nuevo curso que se presenta cuanto menos interesante. Atrás queda esa lista de noticias de las últimas tres semanas, que todos hemos leído y que para tantas líneas de este blog hubieran dado. Hoy es la vuelta el cole y para empezarlo entrando por la puerta grande voy a hablar de la siempre dispuesta a proporcionarnos momentos de entretenimiento y diversión Esperanza Aguirre. ¡Qué gran mujer!

Ha tenido la delicadeza de mandar una misiva a los profesores, esos intrépidos profesionales que tienen más vacaciones que Papa Noel y que encima se quejan (no como los controladores aéreos), para decirles que tienen que currar un poco más y mejor. He leído el escrito y lo que más llama la atención son sin duda las faltas de ortografía, pero vamos, tampoco es para tanto, ni que fuera la presidenta de alguna comunidad autónoma. Aún así, los profes, en un gesto de simpatía y buen hacer le han devuelto el escrito con los pertinentes comentarios y correcciones en rojo, como los cánones mandan.
Mi amigo Rubén me dijo en el 2008: “quiero que seas profesor y que, como periodista, veas lo que hay aquí dentro”. Así hice. Me llevé un año enseñando inglés en secundaria. Y si bien no es lo mismo la educación privada que la pública, la cosa está jodida. Temarios obsoletos, profesores de profesión y no de vocación, y reglas absurdas de disciplina. Eso es lo que hay que cambiar, en mi modesta opinión, que tampoco vengo de experto.

Los profesores trabajan 37,5 horas a la semana. 18 son lectivas, es decir, dando clases, el resto se divide en millones de actividades entre las que se encuentran horas de apoyo, tutorías, etc. La idea no es subir dos horas de clase por profesor para que la educación mejore; esto es demagogia. La idea es dejar en la calle a varios miles de interinos, con lo cual, volvemos a lo mismo. Si el sistema educativo no va bien y encima se recorta el tiempo que antes se empleaba en hacer seguimientos al alumno a través de asistencia personalizada y de charlas con sus padres (la educación empieza en casa), pues ya me dirán dónde está la mejora. Otra cosa sería si la carta hubiera dicho cosas como: “es hora de que nuestros niños no hablen inglés como Paco Martínez Soria” o que “vamos a dejar a un lado El Lazarillo de Tormes y El Quijote porque aunque son piezas claves de nuestra literatura, no motivan nada a que los niños se enganchen a la lectura, hábito enriquecedor y esencial para que luego no se cometan faltas de ortografía como las que ejemplifico en estas líneas”. Pero no, el mensaje es el de siempre, que si hay que esforzarse más, comprometerse y dejarse de tanta protesta, que para eso son funcionarios. Los profesores no son como los políticos, que se parten la cara por sacar este país adelante y por hacerlo pionero y puntero en cuanto a educación.

Si hay algo que siempre digo de la crisis que adolece a nuestra querida España es que la base del problema es la educación. Hay que cambiar los cánones y decir que aunque es genial que seamos capaces de disfrutar la vida mientras se trabaja, también estaría muy bien que la picaresca la dejemos para la literatura no para el campo, las Cortes y los bancos. Hoy por hoy en nuestro país no se le roba un poco de queso a un déspota ciego sino que se promueve la ceguera para poder robar de forma déspota a todo el mundo. Con y sin faltas de ortografía.



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