viernes, 30 de septiembre de 2011

No se puede ser más imbécil

No es la primera vez que pasa, ni el primer político que la caga metiéndose en camisa de once varas, a costa de insultar a otros. Pero me parece tremendo que un catalán (en este caso, nada menos que el Presidente de la Generalitat Artur Mas) se meta con un andaluz a la hora de decir que no se le entiende al hablar el castellano. Cuando todos conocemos lo famoso que es el acento catalán por ser el más adecuado y el que mejor se entiende de todos, en castellano.  
“Era un comentario desenfadado”, dijo. Yo desenfadadamente diría que este tío es gilipollas, además de un ignorante y un payaso. Ni siquiera voy a honrar su comentario con una defensa de nuestro acento, de nuestro dialecto y de nuestra cultura, ya que hay generaciones repletas de genios a los que, pese a que no se les entendía al hablar, han quedado recogidos en los libros de la historia no sólo nacional sino mundial. Tampoco me voy a meter con los catalanes porque estoy convencido de que la mayoría no está de acuerdo con las palabras de este individuo, pero para los que crean que el Sur es Morancos, toros y guiris en topless (que también lo es y a mucha honra), decirles que, lo primero, Cataluña es lo que es hoy, no porque antaño fueran independientes y trasgresores, formando parte de la élite europea, como quieren creerse, sino porque muchos andaluces curraron en Cataluña y la levantaron, dejándola donde se encuentra en la actualidad. El éxito catalán tiene sudor y acento andaluz. A ver si el imbécil de Mas entiende esto, que lo estoy escribiendo en castellano clarito.

Y lo segundo es que si no entiende el castellano de un niño malagueño, sevillano o gaditano, esto prueba justo lo contrario de lo que quiere defender: se necesita mejorar la calidad de enseñanza del idioma en Cataluña, porque los niños sevillanos sí que entienden las tonterías que él dice, con lo que hay algo que falla en el planteamiento.



¡Qué gracioso es usted, señor President! ¡Cómo nos reímos todos en el sur con su diáfano sentido del humor! ¡Cómo nos entretienen sus comentarios jacarandosos sobre lo mal que pronuncian los niños andaluces el idioma que usted rechaza! Arenas le ha dicho que ya le vale, que se le ha ido la pinza y que se retracte. Mas, con los hombros encogidos y levantando las palmas hacia el cielo ha dicho que no sabe a qué se debe tanto revuelo, si él sólo quería dar datos certeros y exactos sobre el tema a debatir, pero la gente se ha fijado en lo menos importante: su falta de respeto. Yo sí que me quedo perplejo al ver cómo el panorama político de España cada vez tiene menos por donde cogerlo, mires a donde mires. No hay provincia que se escape de un escándalo, de una corrupción o de un bocazas. Es increíble. Pero nosotros seguimos empeñados en que son la solución de nuestras crisis, de nuestras vidas, de nuestros males. Confiamos en ellos, con la boca pequeña, porque siempre es más fácil que salir a la calle y decir no, no, ahora las riendas las voy a llevar yo. Te las di a ti y me has llevado a donde has querido, sin interesarte ni por mí ni por mi bienestar. A los que se han atrevido a hacer esto, a los que han dicho hasta aquí hemos llegado, los están fusilando, acribillando con metralla mediática y pólvora falsaria. Los políticos han tirado de títeres y se han puesto serios porque se ven que se quedan sin sueldos, sin engaños, sin lujos. Ayer salía que el sueldo neto de la Presidenta de Madrid es de más de 5.000€ al mes. Eso está muy bien. El de Arturo Mas imagino que andará por ahí, mientras sigue aplicando recortes a los hospitales y dejando a la gente sin sanidad y mientras reconoce socarronamente que en Cataluña las cosas nunca van a ir como en Grecia porque ya tiene planeado el privatizar empresas públicas, una solución cojonuda, ya lo hemos visto todos. Hará como tantos otros políticos que privatizaron empresas en las que acabaron trabajando una vez fuera de sus cargos. Esta gente sí que sabe cómo asegurarse el sueldo. Y nosotros sí que sabemos cómo permitírselo.   



Mi padre me dice que me meto mucho con los políticos y mi tío que no puedo ser tan irrespetuoso con ellos. Que me demuestren lo contrario, estoy deseando. Pero hasta entonces, me da igual el partido, la localidad, el sexo y lo claro que hablen el castellano: los políticos no son la solución, nos pongamos como nos pongamos. Y cuanto más poder tengan, peor.         

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