miércoles, 21 de septiembre de 2011

Uno de los secretos mejor guardados


Hoy cambio de tercio. Dejo de lado la política, el 15M, las manifestaciones, las estupideces de Esperpento Aguirre y otras muchas cuestiones en el aire que sin duda merecen mucha atención, pero que las dejaré para otro día.

Cuando aún vivía con mis padres, cierto día, mi amigo Ramón me dejó un documental (en VHS) sobre los aztecas. Me impresionó sobremanera el contraste de crueldad y refinamiento de la civilización. Demostraban lo uno, por ejemplo, a través de los ritos que hacían, sacrificándole niños recién nacidos a los dioses, y lo otro a través de versos repletos de sensibilidad y hermosura, entre otras cosas. Me obsesioné con el tema y leí profusa e intensamente cuanto pude encontrar sobre los aztecas. Hoy por hoy, como lo he dejado en el cuarto de los trasteros, apenas me acuerdo de nada.
Lo mismo me pasó con la batalla de Trafalgar, que usé para una historia en la universidad. Me aprendí hasta quién capitaneaba cada nave española en aquella estrepitosa derrota franco-española, en la que se perdió el barco de guerra más grande del mundo: El Santísima Trinidad y también, en el bando contrario, al gran almirante Nelson. Me duró bastante el recuerdo de números, fechas, datos, anécdotas y personajes relacionados con este evento, pero ya apenas me acuerdo de la mitad, debido al desuso de este momento histórico en mi memoria.

Sin embargo, hay un tema del que nunca dejo de leer. Hay un tema que, aunque no me obsesiona, sí me apasiona y del que me encanta aprender cosas nuevas constantemente: el sexo. Es por eso que encontrar un artículo sobre los orgasmos femeninos ha sido casi orgásmico en sí mismo. Bien, no voy a hablar del eterno debate sobre el punto G, ése se lo dejo a la guerra existencial entre ingleses (para ellos es un mito) y franceses (que por supuesto lo consideran como algo real). Me gustaría mencionar el descubrimiento del que se ha hecho eco el estadounidense Journal of Sexual Medicine y en el que, tras pruebas masturbatorias a once mujeres, mientras se tocaban conectadas a ordenadores, han descubierto que no es sólo el clítoris el que produce orgasmos. La vagina y el cuello del útero también, y en otra escala de valores, hasta los pezones. Vamos, que cualquier día le tocas el codo a la vecina al entrar en el ascensor y le arreglas el día. Antiguos estudios decían que sólo el clítoris producía el orgasmo y que cuando una mujer lo alcanzaba con tan sólo la penetración era debido al rozamiento. La masturbación colectiva de estas mujeres durante cinco minutos dice lo contrario, ya que las zonas señaladas tienen sus propias terminaciones nerviosas independientes.  

En las mujeres, durante la masturbación, se le conectaron áreas del cerebro (casi 30), entre las que se encontraban las relacionadas con el tacto, la memoria, e, incluso, el dolor. Justo las que se me conectan a mí cuando no tengo sexo. ¡Qué curioso!

1 comentario:

  1. ¿Ese es el único tema del que nunca dejas de leer? Ou, mai antoniou, qué latinou que erues. Esa es la lecturau de los machous ibericous! Ummmm.
    Pa qué cambiar!! Y por cierto, si lo dicen 30 mujeres, será verdad. ¿Te acuerdas lo del otro día? ¿Que el mero acto de observar transforma el comportamiento del objeto observado?
    De todas formas, al de razón seguro que tienen. Somos tan complejos que será fácil encontrar gees y efes por todas partes. Liberemos de su carga de responsabilidad al dedo corazón.

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