jueves, 29 de septiembre de 2011

No sólo hay gallinas en los gallineros


He intentado encontrar la fecha en la que se decidió que al gallinero de los teatros se le daría tal nombre, probablemente causado por la algarabía que se daba en esa zona del edificio, al ser la más accesible por el populacho –debido a los bajos precios que se cobraban y cobran–, que si bien mostraban un gran interés por el entretenimiento de la época, no sabían guardar las formas propias de tal espectáculo. Especulando, perdónenme el atrevimiento, me aventuraré a decir que han pasado ya al menos un par de siglos desde que se diera este bautismo y desde entonces parece que las cosas han cambiado bastante, hasta tal punto que parece que las formas ahora se encuentran más en el gallinero que en las primeras filas y en los palcos.

Para ejemplo un botón. En Galicia, tierra de grandes políticos demócratas como Franco (instaurador de la democracia orgánica), Fraga (muy amigo de Franco) o Rajoy (ya viene dando muestras de su potencial desde hace un par de candidaturas), más concretamente en Santiago de Compostela, cual Santiago matamoros, entró su alcalde, Gerardo Conde Roa, a caballo, tras la obra musical de “El barbero de Sevilla”, en el Auditorio Novacaixagalicia (así está el patio que hasta a los teatros se les da nombres de bancos o cajas, que para mí es el mismo perro con distinto collar, y la liga de fútbol ya no se llama liga de fútbol, sino liga BBVA). Por lo visto al hombre le ofendió una barbaridad el que al final de la ópera, en tono anecdótico y dicharachero, el director escénico decidiera acabar con carteles que, según periódicos como El Mundo, hacían alusión al 15M o a Mayo del 68, pero que a mí sólo me parecen frases de contundente realidad y que por desgracia son atemporales, ustedes juzguen un par de ellas: "no hay pan para tanto chorizo" o "el arte es un arma cargada de futuro". Totalmente razonables. Pero nuestro alcalde matamoros y cristianos, decidió llamar mamón al causante de tal injustificable calumnia, por si acaso.

Bien, Conde Roa, hace estas cosas porque es un modelo de elocuencia, como otros tantos políticos lo son. Esto se puede ver en su campaña anti-botellona, en la que emprendió una cruzada contra todos esos bárbaros delincuentes que bebían en las calles (yo soy más de bares, eso sí). Lo graciosos del asunto es que a su mano ejecutora, Ángel Espadas, se lo encontraron con un pedo del quince, dormido al volante frente a un semáforo. Desde entonces cambió el slogan de su campaña “mantén las calles limpias, bebe en tu puta casa, niñato de mierda” por otro más apropiado: “no bebas en las calles, bebe en tu coche, que hace menos frío”. Pero Conde Roa dijo que su mano derecha había sido víctima de una persecución policial (no hizo falta, el tipo los esperó dormido al volante) muy injusta. Tan injusta que lo hizo director de campaña y ganó.
Pero bueno, no podemos pedirle demasiado a Conde Roa y menos en lo relacionado a la cultura, ya que se está dedicando a cerrar centros culturales y sociales desde que llegó al poder, ya que son antros de “culturetas” y “socioelectorales”.

Sin duda personajes como éste pertenecen no al gallinero, sino a la pocilga de la política española. Lo siento por los ciudadanos de Santiago, al menos por aquellos que siguen esperanzados en que exista una democracia real algún día.   

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