lunes, 19 de septiembre de 2011

Se me acabó el amor de tanto olvidarlo


No me he puesto romántico, no. Tampoco trágico. Simplemente sigo recogiendo noticias que leo y que me parecen significativas, como es el caso de la que habla de los divorcios en España. Han subido, han bajado las separaciones. Es decir, la gente en el 2010 aún tenía dinero para acabar legalmente y de forma definitiva una vida y proyecto en común tras, según la media, 15.5 años de matrimonio. En los tiempos que corren, yo firmaría ahora mismo el poder estar enamorado y feliz durante ese tiempo con la misma persona. Sin dudarlo. Eso me dejaría soltero de nuevo a los 50, edad aún interesante para poder otear nuevos horizontes. Porque seamos sinceros, el amor eterno sólo existe en Latino América (con los culebrones) y en Hollywood. El enamorarse está ahí, eso es evidente, pero la duración de esta reacción química no se sabe cuánto dura (dos años leí una vez en algún sitio, peor no me hagáis mucho caso). No quiero sonar cínico ni derrotista. Se puede sustituir ese embelesamiento por otra serie de cosas, igual de útiles. Algunos lo hacen con vástagos en los que volcarse, otros lo hacen encontrando aficiones comunes como deporte, cine, drogas, etc. Otros simplemente sacan la picha a pasear y así compensan las ausencias de los primeros besos y abrazos, los cuales no se repiten una vez te estableces con la persona a la que amas.

Vivimos en una  época en la que todo es más efímero que de costumbre, para bien y para mal. Hoy estamos bien pero el día que dejemos de estarlo, tú a casa de tu madre, yo a la de la mía y aquí no ha pasado nada. Esto, que suena a algo terrible, me parece mucho más positivo que esos ejemplos de otras generaciones en las que las mujeres sobre todo, han aguantado carros y carretas (muchas siguen haciéndolo), conviviendo con alguien a quien ya no sólo han dejado de querer, sino que además, han dejado de reconocer. No te acuestas con tu enemigo, sino con un completo extraño. Las generaciones modernas han sido educadas en otro tipo de valores. No te quiero, paso. Me voy a buscar la felicidad a otra parte. Y me parece muy bien. No estoy alimentando la intolerancia ni los caprichos de aquellos que o hacen lo que ellos quieren o se van, no. Estoy abogando por la honestidad en una relación, tanto para empezarla como para acabarla. Y si se tienen niños, mejor que crezcan en dos casas civilizadas y en paz que en una, convertida en campo de batalla, metralla de improperios y tierra de desasosiego.

Quizás esto sea lo que necesitemos para que se detengan los crímenes como el de la semana pasada, en la que tres mujeres han sido asesinadas por sus respectivos. Seguimos cayendo en esta terrible tragedia. Apuntamos hacia las bestialidades que ocurren en cuanto a género en los países árabes y en las tierras frondosas de África. Pero es sólo ver la paja en el ojo ajeno, mientras intentamos cubrir vigas y vigas que siguen arrancando vidas en un país como el nuestro, parte del viejo continente, de la madre de la cultura, gran dominador de mares e imperios, incluso ganadores del Eurobasket otra vez. Pero un pueblo repleto de barbaries, como otro cualquiera.

Duele ver que la gente ya no se quiere, no se respeta, que muere por desamor. Pera más dolería morir sin haber amado nunca. Hay que intentarlo al menos y si dura 15.5 años, a su casa viene.

4 comentarios:

  1. Según tu texto, si la gente se matara cuando se dejara de querer, habría tantos muertos como desamores, y no te digo cuántos muertos, estadísticamente, después de esos 15 años.
    A mí no me queda claro que eso de matarse pueda ser por desamor, por no te aguanto, por ya no te quiero, por no podemos seguir juntos en la misma casa, por soy hombre y macho, por eres mujer y débil, o porque nunca hubo un 016.
    A mi me da que la gente mata porque se le va la pinza. Habrá demasiadas razones como para pensarlas, o como para ignorar que para saberlo, hay que preguntar, como mínimo, a quien lo hizo. Y seguro dirán: "es que acabó no haciéndome gracia el género del ahora cadáver"; "yo es que cuando no veo las cosas del género claro, me pongo muy nervioso y, por mi género, m-a-t-o". Eso de que ahora parte de los asesinos en las cárceles son asesinos generosos, o generales, o de género, como que no me convence. Pa mí que el que mata, se le va la pinza por muchas cosas, no por creerse superior a la otra o al lotro (como dicen muchos en carmona- y me gusta-). Me da, que tampoco yo soy experto en esto, ni tengo mucha información como pa hablar con mucha seguridad de esto, que la calificación de asesino debería abarcarse con dicho calificativo, con asesino, que buscar segmentos conceptuales, o subcategorías de asesino (como asesino de un padre, asesino de una madre, asesino de un pueblo, asesino de una etnia, asesino de una mujer, asesino de un hombre, de un niño, de una niña, de un hombre bajo, de un hombre alto, etc. -obvio los vistosos tecnicismos como parricida, genocida, etc.-) no amplian sustancialmente la información sobre el hecho. Alguien ha matado a alguien.
    Que lo hizo con sus manos, con un puñal, con un botón, con una mirada, con una señal, vale, eso da información instrumental sobre el proceso.
    Otros ejercicios descriptivos e interpretativos me resultan vacíos por categorizar los asesinatos como de género, o raciales, sólo porque el que da la información ose establecer tales diferencias (de género o de raza, por ejemplo, ambas categorías construidas, la última de muy dudosa existencia) entre los actores: el asesino, y el asesinado.

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  2. Entiendo la perspectiva del comentario pero no puedo estar de acuerdo con él. Si algo, muy poco, he aprendido de mi breve momento de lectura sobre el tema, es que la violencia en forma de tortura (que en muchos casos acaba en asesinato) es algo instaurado en nuestra cultura ancestralmente. Nadie nace machista pero se hace a través de procesos inoculados por la sociedad de manera sutil, o no tanto, a menudo. Hay gente que abusa de los más débiles, por cobardía, y los explota, porque puede, porque los otros están indefensos en el sentido que sea. Ese grandullón robando los bocadillos de los pequeños, ese jefe que putea al subordinado, ese hombre que pega a su mujer. Distintas bolsas para la misma mierda.
    Evidentemente el que mata es porque se le va la pinza. Pero no mata al vecino del quinto que hace pesas tres días por semana, aunque lo pillara tirándose a su mujer. Las mujeres raramente matan a sus maridos. ¿No se les va la pinza? ¿Simplemente no pueden? ¿O es que son más racionales que nosotros, genéticamente? Quizás no hayan sido educadas en poder abusar de los más débiles, quién sabe.
    Tampoco soy un experto en la materia, pero no se puede justificar ni obviar que hay un problema de género detrás de muchos cadáveres, en los últimos años.

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  3. Buenas Antonio.
    Ya me he puesto al día. He estado haciendo novillos en los últimos días ya que estuve muy ocupado.
    Yo sí creo en que una relación puede durar toda una vida. Llevo nueves años con mi pareja, Victoria; y pondré todo de mi parte para que ésto se prolongue en el tiempo. Lógicamente, si uno no siente el chispazo y la necesidad de hacer dichosa a esa persona que comparte tus días, lo mejor es que cada cuál tome su camino.
    Yo, de momento, sí que me siento así; dentro de seis años y medio quién sabe...

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  4. Me alegra escucharlo, Felipe. Espero que siga así y que seas un ejemplo de que aún hay mucho que decir en este tema y que las ciencias en cosas de amor no valen para nada. Un abrazo.

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