jueves, 24 de noviembre de 2011

Los cuadros de los ricos



A veces me sorprende enormemente el comprobar que es posible estar disfrutando de un momento único y extraordinario en tu vida y aún así sentirte mal. Por ejemplo, te estás fumando un cigarro, después del café de al mediodía, y te sienta de maravilla. Pero a la vez estás jodido porque es el primero después de diez meses sin fumar. O estás por la mañana, abrazado a la chica que te gusta y de la que estás enamorado, pero a la vez, te sientes fatal porque es la mujer de tu cuñado. Situaciones que se dan y que no te dejan disfrutar plenamente de ciertos eventos.
Hace un par de días, me ocurrió algo parecido. Fui a una galería de arte privada, en el este de Berlín. Alguien había escuchado que en una semana se abriría una subasta y los lotes estaban expuestos, con lo que el público podía ir a bichear. A los cinco minutos de estar allí ya andaba de mala leche. Pero vamos, no por culpa de nadie sino porque yo soy raro y aún no entiendo cómo un cuadro con veinte garabatos puede costar medio millón de euros. Y lo más grave aún, cómo puede haber gente que los compre.
El caso es que de pronto la cosa se puso peor porque entre las obras expuestas (cientos de ellas), me encontré con un par de Picassos y un Matisse. En mi inmensa ignorancia le pregunté a mis acompañantes: “No son reales, ¿no?” Me miraron con la ternura con la que se mira a un melón en el campo antes de cogerlo, y me contestaron que por supuesto eran auténticos. “Pertenecen a colecciones privadas y ahora los dueños los van a poner a la venta”. ¡Manda cojones! ¿Quiere esto decir que hay obras de arte en casas de gente con pasta, a las cuales yo no puedo acceder porque no tengo un duro? ¿Quiere decir que la propiedad privada es tan poderosa que permite que haya casos en los que el arte sólo puede ser disfrutado por los ricos? Porque ya vale que algunos museos son demasiado caros, que a los de los libros se les va la pelota, a los cines que cuesta menos ir a un restaurante de tres tenedores y los cds con libro y dvd son de coleccionistas con medios. Pero joder, si tienes un Velázquez en casa, o una muralla romana o una primera edición de Fausto, deja que al menos los demás puedan echarles un ojo de vez en cuando, que se lo curre la administración para que las expresiones culturales que han marcado y marcan una época, un estilo, una vanguardia o un movimiento, puedan ser compartidas de alguna manera.

Muchos pensarán que los que no tienen piden mucho, pero también es cierto que los que tienen mucho dan poco. Ya lo dije hace unos días, de aquí a un futuro, los hombres y mujeres que no puedan acceder a ninguna expresión artística del ayer o del presente, se van a ver mendigando por las calles en busca de alguna migaja artística. Veremos plazas como la de San Francisco, en Sevilla y la Plaza Mayor, en Madrid o Salamanca, repletas de gente que pedirá a los que estén disfrutando de su cervecita, que les cuenten el argumento de una película o que les canten el último hit del verano.

Sé que esta teoría tiene agujeros y que los temas de la propiedad intelectual y la propiedad privada, en general, son asuntos de extrema complejidad, pero también es cierto que si el arte es sentimiento y el sentimiento también se mercantiliza, hay pocas esperanzas para esta realidad en la que vivimos. Yo, por mi parte, aunque no sea un Picasso, un Goethe o un romano de hace unos cuantos de siglos, seguiré escribiendo para que leen estas líneas los que quieran hacerlo y puedan,  y los que no puedan leerlo pero quieran, que no sea porque no pueden pagarlo.   

1 comentario:

  1. Claro, y a partir de ahora, cada vez que un pintor termine un cuadro, entra en su casa un inspector de la propiedad común, y se lo requisa: "Patrimonio de la Humanidad. Lo siento señor, pero usted ha creado una obra de arte, y como el arte es sentimiento, y el sentimiento no se mercantiliza, queda confiscado para el bien y buen disfrute de sus vecinos del quinto, y del sexto, y del barrio".
    Cuando tú escribes un artículo y te pagan, estás también mercantilizando tu conocimiento, tu arte, tus sentimientos. Suena raro, pero no suena loco.
    Por desgracia, la producción artística privada tiene el objetivo de que el autor pueda seguir comiendo al día siguiente. Y pueda seguir pintando, o picando piedra el día siguiente, porque encima le gusta, y tiene la gran suerte de que haciendo cosas que le gustan puede seguir llenando el frigo y pagando el aquiler. Y si llega un ricachón con ganas de lavar su dinero, o de invertir parte de sus ahorros, pues mejor para el artista, porque encima podrá comprar pinceles nuevos de esos de pelo de animal, que son mejores que los sintéticos.
    Cuando una pirámide se hace con "el trabajo de todos", o un edificio lo subvenciona el Estado, pues bueno, que lo pueda visitar quien quiera. Cuando los frescos de la Capilla Sixtina los encarga la Iglesia, y cuando un templario dona su fortuna para construir un templo para venerar al Sagrado Corazón, eso queda propiedad de la Iglesia, y de ellos nada más.
    Cosas complejas las de la propiedad intelectual colectiva e individual.

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