miércoles, 5 de octubre de 2011

¿Cómo se calculan los besos? ¿Cuál es la fórmula de un verso?


No me he puesto romántico, no. No van por ahí los tiros. Mejor les cuento una anécdota y seguro que me entienden.

Hace un par de años, en una clase de 4º de la ESO, entregando los exámenes de inglés de unos alumnos, al final de la clase, no pude contenerme al ver que el único nativo inglés que tenía en el grupo, había suspendido.
–No has estudiado nada– le recriminé. –Te crees que por ser nativo te lo sabes todo y te equivocas. Ya lo ves.
–Es que no puede estudiar, Antonio– se excusó. –Tenía ese mismo día un examen de matemáticas y claro, era más importante.
A este comentario se sumaron el resto de la clase, en una algarabía popular la cual si bien entendí, no podía compartir. Así que recogí mis cosas, las metí en mi mochila y antes de irme les dije:
–Esto va por todos y por todas. Vivís en Lanzarote, una isla repleta de turistas. Cuando un día estéis en un bar, en la playa o comprando el pan y veáis a un maromo guapetón con pintas de surfero consumado o a una rubia de curvas vertiginosas, hacedme un favor, acercaos y, en vez de hablarles de lo que sea en inglés, les explicáis en qué consisten las raíces cuadradas, ya veréis el mojón que os vais a comer. 
Me fui de la clase y los dejé riéndose y escuchando de fondo: “pues también es verdad”.

Lo cierto es que la educación se está equivocando dando valores inciertos y erráticos a cosas estúpidas. En este mundo regido por números, son los que se dedican a ellos o a ser científico de bata blanca, los que se llevan el reconocimiento y el apoyo, mientras que los artistas son unos bohemios que sólo quieren beberse lo que producen. Y no me malinterpreten, hay mucha gente que hace cosas de lo más necesarias e interesantes en el campo de la ciencia, pero parece que sólo ellos hacen algo grande para el mundo. No me puedo imaginar haber crecido sin los versos de Bécquer o Espronceda, sin la prosa de Cervantes, sin los cuadros de Rubens, sin la escultura de Miguel Ángel, sin Da Vinci, sin el románico, el gótico y corintio. Pienso que sin la importancia que algunas personas en mi vida –que no en la escuela ni en el instituto– me inocularon por las artes, me habría perdido las grandes historias de Borges, los contraluces de Caravaggio, las curvas de Niemeyer, las entrañas de Rimbaud. Pero eso sí, me enseñaron a hacer raíces cuadradas, que todos sabemos lo útiles que son y me aprendí la tabla periódica de memoria, la cual uso todos los días, al igual que la fórmula de la velocidad y los 9.8m/s2 de la gravedad.

Pero lo gracioso no queda ahí. Lo grande es que, el sistema educativo español, después de llevarse toda una vida diciéndote que las matemáticas y la física son más importantes que la literatura y los idiomas (que así nos va), encima, cuando te lo crees, y te haces médico, investigador o especialista en átomos, galaxias y otras variedades del universo, te dicen que no tienen pelas y que te vayas al carajo con tus numeritos. Y gente como mi amiga Fabiola, haciendo un curro de lo más interesante que podría regular y abaratar los costes de nuestros hospitales, se tienen que ir fuera de su país para poder triunfar o para al menos poder hacer lo que les gusta. Una ironía tremenda. Y es que como le comentaba a mi amiga esta mañana, “a los científicos os echan de España y a los de letras nos matan dentro”.    

Aún así, hoy por hoy, hay otros temas más serios que conciernen con respecto a la enseñanza y hay mucha gente perdiendo días de sueldo por defenderlos en las calles de Madrid. Desde aquí mi admiración, mi respeto y todo el ánimo del mundo, pues son el ejemplo de lucha que hace falta para cambiar cosas, aunque le pese a las hermanas hurraca de la comunidad.

2 comentarios:

  1. Hombre, como anécdota no está mal, pero desde la perspectiva de la docencia, e incluso en el terreno de la transmisión de valores a las nuevas generaciones… Promoverles una aflicción futura y virtual porque no puedan ligar con la rubia de bote de turno, o con el maromo de tableta, turistas del archipiélago ávidos de sexo que no creo hagan una evaluación inicial de tu dominio de alguna lengua extranjera, sea la suya misma si fueran ingleses, pues no sé.
    Las matemáticas, con sus raíces cuadradas y sus logaritmos neperianos ejercitan la mente como lo hace discutir sobre cualquier cuadro de esos artistas de nombres extraños de los cuales soy, para la mayoría de ellos, un completo desconocido. Igual las matemáticas les dejan un rastro en la cabeza, para el futuro, en cual tienen que ajustar el cambio del billete de 5€ que les acaban de ofrecer al frutero.
    Por no lo normal, me pasa a mi, el mismo recuerdo fidedigno se suele tener de la definición de una integral, que de esa lista interminable que conforman los reyes godos, por poner un ejemplo zipizapeano.
    Las diferentes materias van modelando nuestro cerebro, y para el desarrollo del razonamiento abstracto igual valen los cuadros del tío ese que tú has dicho, que la secante de la tangente. En fin, que todo y nada vale. Que también es la disciplina, la enculturación, hacer lo que te manden, lo que mande el estado, lo que manden los políticos, que para eso somos burros con orejas grandes, no para conquistar corazones, que también.
    Y sí, las ciencias más puras y experimentales, porque han sido las más accesibles a la enajenación por parte de la empresa, del dinero, son las más valoradas, en contraposición de las letras y otras artes. Pero curioso, precisamente el capital, el que las desprecia, es quien más interés muestra, llegado el momento, para invertir su arrogante fortuna y amasar esos cacharros que subastan en tiffany.
    Y que no se queje Fabiola, que las becas que dan en España para las ciencias empíricas, son muy superiores a las que se dan para las ciencias sociales, por ejemplo. Y las becas que se dan en España para todo, son una mierda. Pero es que lo comprendo, el dinero lo necesitan los bancos, para ayudarnos a salir de la crisis. Su crisis.

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  2. Como de costumbre Nomar, las entradas que yo publico suscitan en ti una entrada paralela, ya que o no me entiendes o no me quieres entender.
    En ningún momento menosprecio las ciencias, es más, lo dejo claro en el texto que son importantes y que consiguen objetivos necesarios.
    Desde la perspectiva de la docencia, hay que hablar el idioma de los chavales, no inculcarles valores obsoletos y absurdos y mi misión era que entendieran un valor práctico del idioma, frente a otro de las matemáticas, ya que el sistema les ha inculcado ya a esa edad, que las mates son más importantes que el inglés y ahí comienza la gran tragedia de la enseñanza en España, que vamos detrás del resto del mundo en idiomas y nos la suda porque España es la mejor y como en España no se está en ningún sitio y total, para eso te doblan las pelis de los americanos y te traducen los libros. Como dice Isaac Rosa en su blog hoy, hay que aprender a leer los subtítulos de lo que queremos decir y tú, aun entendiéndolo, prefieres agarrarte a lo obvio para polemizar, lo cual ya sabes que no me preocupa, pero ha de hacerse con propiedad, no usando a los reyes godos, que eso no lo estudió ni tu padre, cuanto menos tú y yo.
    Precisamente el mensaje de la entrada es precisamente resaltar cómo se le ha ido poniendo más atención a las ciencias por esa practicidad y facilidad a la hora de traducirlas en dinero, bien a través de patentes o de progresos técnicos, con los que las empresas puedan enriquecerse. Las letras son para el alma, las ciencias para la razón y el bolsillo. Ambas son igual de importantes. A eso me refiero.
    Y en cuanto a las becas, Fabiola no se queja de nada, lo hago yo.

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