lunes, 17 de octubre de 2011

Y que yo me la llevé al río…




                          Manifestación 15.O en Dublín. En el cartel se lee algo que podría traducirse como "Des-jode el mundo"                     

Me da por pensar que, mientras yo andaba cruzando el Arco Español de Galway, indagando entre la húmeda brisa del Oeste, y mientras protagonizaba mi propio periplo por las calles de Dublín, cual Máximo Estrella en la noche madrileña, la madre patria se retorcía entre manifestaciones, terremotos por venir, chilenas, piruetas en el área chica, anuncios electorales y mucha, mucha ETA.
Sentado en el aeropuerto de la capital irlandesa, me da por pensar, en primer lugar, que no sólo he conseguido en mi fin de semana de reflexión que las acciones de la Guinness suban, sino que también he podido encontrar tiempo para formar parte de la manifestación del sábado, la cual me gustó bastante por el buen hacer, la actitud y una participación más que notable. En segundo lugar se me cruza el pensamiento, justo al recibir la noticia de que el vuelo se retrasará una hora más, de que es más que irónico el estar esperando un avión en un sitio que se llama terminal.

Por lo que leo, en España, este fin de semana ha habido un toque de Parque Jurásico. Los dinosaurios políticos han vuelto a hablar y los dos lo han hecho para demostrar una vez más que ninguno hace falta: Felipe González ha retado a Aznar a un debate político, a un cara a cara como los de antes. Me ha sonado a la última de Rocky, en la que el protagonista, retirado, siente la necesidad de un último combate. Aznar, por otro lado, ha hablado para referirse al grupo del 15M como minoritario y antisistema. 80 ciudades españolas, cerca de mil concentraciones mundiales, millones de personas aclamando un cambio y resulta que es una minoría. Pero claro, Aznar es el mismo que cuando el pueblo se echó a la calle para gritarle no a la guerra, también pensó que era una minoría y el mismo que dice que la DGT no es nadie para decirle cuánto tiene que beber él cuando conduce. Es decir, para cojones los míos y los de los demás son demasiado pequeños.
Y luego tenemos la conferencia de Donostia (que ya les vale también el sitio), a la que los del PP ven como algo terrible o como una “pantomima”, según Arenas. Imagino que estarán añorando la presencia de Bush y su “no se negocia con terroristas”, para que acaben con el conflicto. La paz, queremos la paz, dicen todos. Pero unos quieren el diálogo y otros venganza. No es cuestión de borrón y cuenta nuevo, no quiero repetirme, pero ni a tiros ni a grilletes se obtiene la armonía de un país azotado por el terrorismo desde hace interminables décadas.

Ya vuelvo a la tierra teutona y de camino leo que en Bolivia han conseguido un 55% entre abstenciones y votos nulos ante el llamamiento de la oposición como protesta frente el único líder mundial con nombre del primer hombre de la creación: Evo. Un 55% es una cifra que da que pensar y que debiera darnos ideas, hacernos creer que si quisiéramos podríamos conseguirlo el 20N, para decirle a los hijos de los dinosaurios, que no nos representan, que ni escuchan ni hablan como nosotros, como los que han perdido sus trabajos, sus casas, sus esperanzas de un futuro mejor. Rajoy obtendrá la mayoría absoluta según las encuestas. Acaso nos creemos que el PP traerá un mañana próspero, riqueza para todos. Tenemos muy mala memoria si nos lo tragamos. Me recuerda a ese viejo poema que decía:

Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela,
pero resultó ser un tío, que por poco me la cuela. 

  

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