martes, 4 de octubre de 2011

El maravilloso mundo de los animales

Le dice un amigo a otro:
–¿Cuál es el animal que son dos animales en uno?
–¿Dos animales en uno? Ni idea –contesta perplejo.
–Pues el gato, porque es gato y araña.
Ante tal gilipollez, el amigo le replica:
–¡Ah! Entonces es como tu hermana, que es zorra y cobra.

Comienzo con este chiste, que aunque un poco antiguo, sigue haciéndome mucha gracia porque hoy viene que ni pintado. ¿Por qué? Pues por el siguiente titular:

Llamar 'zorra' a la esposa no es un insulto, según el juez Juan del Olmo

Si les parece curioso, sigan leyendo que esto no es más que el principio. Por lo visto, la Audiencia Provincial de Murcia, en un alarde de coherencia y buen hacer, dice que llamar zorra a la esposa de uno no constituye menosprecio o insulto (no deja claro en qué categoría entra, si en piropo o en cultura general), si quien utiliza este término lo hace "para describir a un animal que debe actuar con especial precaución". Sé que el tema no es para bromas pero joder, es que o el mundo se ha vuelto loco y a mí me ha pillado en el baño o es que vamos camino de ello.
Resulta que un hombre, que había sido condenado a un año de pena por el Tribunal de Cartagena “por un delito continuado de amenazas en el ámbito familiar”, ha sido finalmente condenado a la pena de “ocho días de localización permanente por una falta de amenazas leves”. Amenazas leves como la que le dijo a su hijo –refiriéndose a la madre– de que la vería "en el cementerio en una caja de pino". Supongo que para el señor Juan del Olmo, juez de la citada Audiencia, esto no es amenaza sino que se refiere a “que quiere verla en una fábrica de cemento dentro de una caja de lápices de colores marca Pino”.
Pero vamos, que tampoco nos podemos extrañar de que algo así salga del mismo juez que redujo la condena a un hombre que cogió por el cuello a su mujer empotrándola contra el frigorífico y haciéndola tragar insecticida, para luego pegarle algunas patadas cuando cayó al suelo. La mujer tuvo que ingresar en un hospital para recuperarse de la intoxicación. Al año siguiente le provocó una lesión en el hombro, pero nuestro amigo justiciero Súper Olmo le rebajó la condena lo suficiente como para que no tuviera que ir a la cárcel, considerando, y agárrense donde puedan, que no hubo violencia doméstica. Me pregunto qué hace falta hacerle a una mujer para que este hombre lo repruebe, juzgue y penalice como violencia doméstica.

Yo, siguiendo las pautas del criterio promovido por este hombre y ateniéndome a las definiciones que el diccionario de nuestra ilustre Real Academia recoge, le diría a semejante individuo que es un cabronazo (m. malson. Méx. Golpe fuerte) y que deje de comer gallinas jóvenes, o lo que es lo mismo, pollas, porque realmente este país necesita avanzar, dejando atrás tanto la violencia doméstica como un sistema judicial repleto de mamones (adj. Que mama mucho, o más tiempo del regular). El machismo está a salvo con este tipo, las mujeres no.   

2 comentarios:

  1. Ayer pensaba que, si hay algo interesante que a lo que puedes presionar a tu hijo para que estudie, eso es derecho. Porque por desgracia, el que sea solvente en el mundo de los pleitos, las quejas y reclamaciones, el de rellenar formularios y pedir subvenciones a diestro y siniestro, ése tiene mucho ganado. Hombre, si tienes mucho dinero, pues te rodeas de unos pocos de esos solventes y no te hace falta estudiar una carrera que es un coñazo y que sólo sirve para hacer dinero con las trampas que la ley impone sobre los menos poderosos. Porque cada vez lo tengo más claro: nuestra relación con las leyes y normas del estado es cada vez más sucia y nos hunde cada vez más en la miseria. Mientras unos pocos, con el poder de cambiarlas cuando haga falta, cada vez tienen las nalgas más doradas.
    Un señor que se había llevado toda la vida trabajando en el campo, me decía: a nosotros nos prestaban dinero al 41%, en tiempos de Felipe González, y lo queríamos para pagar las viñas y las vacas. Una vez no pude pagar y me llevaron a la oficina del director del banco. "Ladrón", le llamé. Me amenazó con demandarme por eso también, que por lo del dinero ya lo estaba haciendo. Sentado en una habitación con sillones de terciopelo, a la que habíamos accedido por unos pasillos dorados con alfombras rojas, más limpias que mi ropa, rodeado él con un puñado de abogados, le dije: "es imposible que un hombre gane esto trabajando, con el sudor de su frente, es imposible amasar tanto dinero si no es robando". Y me fuí. Ese hombre se estaba quedando con el dinero de mucha gente de este pueblo...
    Por eso: pon un abogado en tu vida.

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  2. Nomar, curiosa la historia aunque aquí estemos hablando de jueces que no de abogados, pero vamos entiendo por dónde vas.
    Más que el tema monetario del asunto, el cual no es baladí, la pena es que un señor que está para rescatarnos de las cosas malas que nos puedan pasar, se limite a hacer lo contrario, basado en unos criterios inexplicables y terribles. En este caso concreto, creo que habría que juzgar al juez por violencia de género y por violencia al entendimiento y al sentido común.

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