domingo, 9 de octubre de 2011

Requisito: hacer el pino con las orejas


Tan sólo una vez en mi vida he podido pillar unos meses de paro. Pese a lo que diga el imbécil ignorante de Durán, en Andalucía, no nos gastamos lo que nos dan del paro en los bares. También lo hacemos en putas y en drogas. No nos hace justicia con sus comentarios tan ingeniosos y certeros.
En fin, a lo que iba. Cuando me apunté al paro, una señorita muy emocionada con su tarea de apuntar datos insulsos, me preguntó que cuál era mi profesión. Yo tenía cuatro meses por delante y ya tenía decidido lo que iba a hacer, con lo que no quería que el Inem me interrumpiera con planes y cursos absurdos. Es por eso que, estando entonces en Lanzarote, les dijera que era periodista, pensando que si me conseguían un curro de eso genial, pero sabiendo que como estaba el percal, ni de coña me iban a llamar. Un medio truco que me sirvió para pasar cuatro meses haciendo lo que tenía previsto hacer.

Lo que no sabía es que al revés también se pueden hacer esos trucos. Es decir, que el que busca un empleado puede también poner unas condiciones rocambolescas para que nunca encuentren a nadie que encaje con el perfil y así tener la excusa de mirar por otro lado. Como por ejemplo una de las hermanas cuervo en Madrid, la señora Figar, que solicitó una empleada del hogar con cinco años de experiencia y que hablara tagalo. La gente se ha revolucionado mucho por esta petición tan extraña, pero todo el mundo sabe que el tagalo es de vital importancia a la hora de recoger los niños del colegio o de fregar los cacharros de la cena del día anterior. En aquel entonces había mil mujeres que se ofrecían como amas de casa en el Inem, pero Figar decidió traer a una mujer filipina que trabajaba con unos diplomáticos en Noruega, para que fuera ella la elegida. Realmente algunas personas no me van a dejar nunca de sorprender en este país, y menos las del PP de Madrid. Me pregunto cómo solicita esta señora al resto de empleados: un profesor de clases particulares con pata de palo, tres años de experiencia de esgrima y que hable somalí; un jardinero que haya sido presidente del gobierno y que sea especialista en bonsáis; o un chófer que sea bizco y que tenga experiencia en furgones. Si los que se atienen a estas condiciones no están disponibles, ya se buscará ella a otra persona que traiga de la casa de algún coleguita embajador del coño de la Bernarda.

Eso sí, Esperpento Aguirre tuvo una suerte cojonuda cuando fue al Inem a describir las características del puesto de trabajo de Consejera de Educación y Empleo de la Comunidad de Madrid. Puso que necesitaba a alguien sin ninguna vergüenza, sin criterio alguno, que le importara un carajo la educación de los madrileños y madrileñas y que se pasara por el forro todos los principios que un político debería tener como tal. El trabajador de la Inem, metió los datos en el ordenador, tecleó y tecleó durante unos minutos y al final exclamó con un gozo sobrecogedor:  Señora Esperpento, qué suerte ha tenido usted, precisamente hay una persona disponible que cumple todos esos requisitos y alguno más que se ha dejado atrás. Se llama Lucía Figar, ¿la llamamos?  

 

2 comentarios:

  1. A mí de todas formas no me queda claro el segundo truco de los deseos de esta mujer. ¿Qué quería, contratar a esa persona específicamente, porque la conocía antes? No queda claro en el artículo de Público donde se pudo leer esa noticia. Pero supongo que será eso. Que identificó en esta mujer, cuando estuviese en casa de estos Noruegos, que cumplía con el perfil para ser su nueva sirvienta retribuida y asalariada.
    Sea lo que sea, espero que la situación de esta filipina mejore una vez en España, donde no se está mal.
    Lo pero de todo esto son los putos políticos. Conocen perfectamente las trampas para estas leyes que ellos fraguan; las trampas para satisfacer siempre sus necesidades, a costa de lo que sea. Este tipo de noticias quita las ganas de comentar nada.

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