sábado, 18 de junio de 2011

Dragones y Mazmorras


Me ha pasado. Es increíble, pero cierto. Estaba en un parque de atracciones donde los bancos llamaban a la gente a que disparara –con escopetas trucadas– contra dianas imposibles, los políticos estaban en un noria y te llamaban para que subieras con ellos a dar vueltecitas y ver la ciudad desde arriba, el hombre forzudo, que puedo tanto torcer un hierro de acero inoxidable como quebrar la crisis más voraz de las últimas décadas. Y por supuesto también había un puesto de algodón dulce, vendiendo esa masa rosada y pegajosa, de la que no podemos desprendernos y la que nos mantiene entretenidos durante un buen rato. Si esto no funciona, no pasa nada, siempre quedan los fuegos artificiales.
Pero de pronto, vi una atracción que no conocía. Se llamaba Democracia Real Ya y sólo había unos cuantos, pero parecía que era gente interesante así que me subí. Era un pequeño tren sobre raíles que no habían sido usados desde hace mucho tiempo, ya que llevaban a un sitio misterioso al que no muchos querían ir.
El tren se puso en marcha, pesadamente, cogiendo velocidad, ganando distancia. La gente gritaba cánticos que los unía, protestaban en voz alta. “No hay quien le gane a los bancos ya que siempre usan escopetillas torcidas”, decían unos. “Los políticos van a lo suyo, montados en su confort y a los demás que les den”, gritaban otros. “El gobierno dice que va a acabar con la crisis pero lo único que hace es engañar y ocultar la verdad. Ni nuestras espaldas dobla ya”, exclamaban los últimos.
Y entre estos comentarios unánimes, el tren se hizo uno y la gente dentro también y la velocidad infinita y de pronto atravesamos la barrera del sonido y la velocidad de la luz y ¡¡PUM!! Ya no estábamos en la atracción, ya no estábamos en el tren. Estábamos en una tierra en la que todos hablábamos con libertad, éramos nosotros mismos, soñábamos juntos y edificábamos un futuro mejor, más justo e igualitario.
Pero había villanos que intentaban destruirnos. Estaba Espe, la Reina de las Gaviotas y Dragó, el Ave Pedófilo. Ambos tenían un batallón de mossos para detenernos, pero entonces, el Amo del Calabozo, Sampedro, nos dio una idea y dijo tú escribe, tú usa las leyes, tú usa los media, tú debate hasta la extenuación… Nos hicimos fuertes, estábamos preparados y nos dimos cuenta de que debíamos volver y destruir el parque de atracciones para convertirlo en un sitio donde todo el mudo pudiera disfrutar desde un concepto nuevo de democracia, sin engaños, ni trampas, ni sueldos espléndidos para aquéllos que están contratados para servir al pueblo, no para extorsionarlo y robarle hasta el último céntimo de sus pensiones y desempleos.
Espe intentó manipularnos y llevarnos al huerto de sus mentiras, pero una bandera griega la dejó en la cuneta. Dragó dijo que éramos como los nazis de Hitler o como los fachas de Franco (quien él mismo define como un poco autoritario, pero sin pasarse). Pero bueno, nadie le hacía caso porque es conocida su afición por las drogas y las niñas pequeñas, con lo que una chorrada más, no importa.
Al final pudimos escapar y organizamos una gran revuelta para mañana, el 19J donde todos nos juntaremos para decir que no queremos parques de atracciones sino sociedades dignas, con políticos dignos y con iniciativas reales de una democracia auténtica. Esta vez no nos vemos en los bares, esta vez nos vemos en la calle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario