miércoles, 1 de junio de 2011

Con los pepinos bien limpios


Parece mentira. Ahora que me vengo a Alemania me mandan pepinos de casa para que me cague de lo lindo. No es pare reírse porque ya han pasado la docena de muertos por el E. Coli, sin duda el virus del momento. Pero claro, como siempre es bueno que haya niños en casa y como en Europa lo que importa es el dinero y nosotros tenemos la economía de un párvulo, pues nada, a pagar el precio de ser imberbe. 

Mientras tanto, el sector agrícola pierde 200 millones de euros a la semana. Cuando leo titulares como “España no descarta acciones contra las autoridades alemanas” me descojono porque huelo a miedo, a mucho miedo de los jefes del cotarro. Hay diarrea en la política, y es también de la que mata. 14 muertos en Alemania y se ha montado lo que no hay en los escritos. “¡Los pepinos españoles!”, ha gritado un señor de bigote espeso, calcetines blancos y sandalias romanas, mirando hacia abajo en el mapa. “Estos españoles, que con tanta fiesta y tanto cachondeo se han olvidado de que no se pueden cagar en los pepinos”. Y claro, nosotros que somos mucho de gazpacho y al gazpacho hay que echarle un buen pepino, para que así se repita y nos dure toda la tarde,  pues nos han metido el dedo en el ojo y hemos protestado. En voz bajita, pero ahí está. Protestado queda, que conste en acta y por favor que lo pongan en las portadas de los periódicos españoles para que el pueblo vea la gallardía de los que mandan.
14 muertos en Alemania que me frenan de ser más sarcástico sobre este tema pero que a la vez, tal cifra, me da nauseas, al comprobar que una de las reglas de oro del periodismo sigue funcionando: un blanco vale por mil negros. Así, a nadie le importa un carajo que más de un millón de niños menores de cinco años mueran anualmente, precisamente por diarrea. Pero eso nos duele menos. Como no nos pagan los estropicios y Merkel sí lo hace pues nada, a aguantar collejas. Y eso de que los niños se mueran tampoco es tan importante, total, en estos países como la India o Etiopía suelen tener tantos que ni se notan. Los 14 de Alemania sí se notan.

Yo recuerdo el brillante comentario de mi amiga Isa, que cuando la prensa comenzó a hablar de los pepinos españoles en Alemania ella dijo: “A lo mejor es que los están usando por el lado equivocado”.
Por mi parte, estando en Berlín, entro en los sitios y me siento observado, oigo a la gente cuchichear, algunos me señalan con la barbilla y los camareros me ponen la cerveza con recelo, dejándola sobre el mostrador con rapidez evitando el contacto directo. Luego tiran el vaso. Los dj paran la música al reconocer mi nacionalidad y las chicas huyen despavoridas mientras yo, intentando demostrar que la salchicha alemana no tiene nada que hacer frente al pepino español, les grito: “¡Eh! ¡Que mi pepino está limpio!”


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