sábado, 4 de junio de 2011

Lo nuestro y lo de ellos


Cristina y Ramón me regalaron uno de esos pantalones amplios, de muchos colores que se compran en los tenderetes de la costa y que además de ser fresquitos, muchos los denominan “pantalones de los moros”. Me los pongo una tarde para tomar cervezas con mi amigo Aitor y acabamos de madrugada en el único sitio abierto de Triana: Lo Nuestro, un bar donde todo el postureo se reúne a disfrutar las delicias del nuevo pop con sabor a flamenco, flamenquito, creo que le llaman.

El caso es que tras varios segundos de estar en el bar, mis ojos quedan deslumbrados por una camisa pintada a brochazos. Rojos, blancos y azules aparecían confundidos en una tela sedosa que había  formado la figura de una camisa de forma tan satisfactoria que alguien la había acabado comprando e incluso usando para ir de noche trianera. Lo curioso es que cuando veo al propietario de tal prenda me doy cuenta de que es alguien que conozco, alguien de Carmona. Le miro, él me ve, me identifica a pesar de que hace años que no nos vemos, y se me acerca. Lo primero que hace el muy mamón es mirarme de arriba abajo y volviendo a mis pantalones me suelta:
-Coño, ¿cómo que has salido en pijama?
Yo me quiero cagar en la madre que lo trajo (figuradamente, claro) en su lugar, le miro a los ojos, luego a la camisa que lleva, que parece un hotel de las Vegas y le respondo:
-Porque me he enterado que los Payasos de la Tele están aquí y no me lo quería perder.  
Ahí terminó la conversación.

Con un par de cervezas en mano, me acerco a Aitor, que me enseña a liar cigarros sabiendo que es como el que enseña a un ciego a distinguir ropa de niño o niña por el color. Entre humos y copas nos reímos de la noche, de lo que nos trae, de lo que no hace decir y de muchas cosas más que guardamos para otras muchas noches. Sólo hablamos y reímos. Compartimos. Y entre tanta alegría se nos acerca una morena de pechos voluptuosos, cintura apretada y sonrisa concisa. Se nos pone delante y pregunta:
-¿Qué hacéis aquí?
-Tomar una cerveza -le contesto.
-Ya, ya, pero es que sois tan diferentes… que no pegáis, vamos.  
Y yo que nunca me había visto como parte de la decoración de ningún sitio empecé a reírme. Aitor y yo nos miramos, nos encogimos de hombros y seguimos concentrados en nuestras cervezas. La chica, no entendiendo muy bien de qué íbamos, se fue. Nosotros tampoco entendimos la pregunta.

Cuando pienso en ello, dos cosas se me vienen a la cabeza: la primera, no vayas a Lo Nuestro, si hay otros bares abiertos. Y lo segundo, si alguna vez vas a Carmona y ves una camisa como la que he descrito antes… en serio, pregúntale cuándo carajo llegan los Payasos de la Tele a Sevilla.



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