jueves, 9 de junio de 2011

A las seis y media


Uno no sabe ya qué pensar. Se levanta por las mañanas y se pone a leer las noticias, a trabajar y a mojar las horas con el café taciturno y desolador del recién despertado día. Me encuentro con la noticia de que España agacha orejas y se mete el pepino en el culo. “Yo es que no hablo por no molestar”, dicen los señores políticos, gente muy seria y cada día más respetable. A ver qué les cuentan a los que se han quedado colgados con material gazpachero para medio siglo. Ahora entiendo de dónde viene la expresión “me importa un pepino”.
Luego una buena noticia: en Islandia hay gente que aún te hace creer en la democracia y en el buen hacer político. Es por eso que se han revelado, han cambiado la constitución, han votado que la deuda la pague Rita la Cantaora y encima, por si no quedaba clara su postura, están en proceso de meter en la cárcel a su ex primer ministro. ¿Os imagináis? ¿Meter en la cárcel a Felipe González por el GAL, a Aznar por mentir a una población y llevar el país a la guerra y a Zapatero por decirle al votante que era de izquierdas? ¿Cómo sería eso de presentarse a presidente del gobierno si sabes que, a diferencia de Camps, el único traje que te pueden regalar es a rayas? ¿Os imagináis un país en el que las putadas que se le hacen al pueblo tuvieran consecuencias reales, fiscales y hasta penales? Porque hay mucha gente en la calle que sí que se lo imagina y a casi un mes desde que se manifestaron, podrán decir que se viene abajo, que desalojan plazas y calles, que no suenan tanto, pero no es cierto, nada de eso es cierto. El pueblo (o la parte de él que aún cree que hay solución) sigue levantando voces y ampollas.

Creo que a las Cortes habría que ponerles otros dos leones, pero estos de verdad y por dentro. Y luego cerrar las puertas. Verías tú cómo la próxima vez que los señores diputados se reúnan a votar una ley le van a preguntar al pueblo antes (aunque como casi nunca van, lo mismo los leones se quedan con hambre). Coño, tampoco hay que preguntarlo todo, ya verás, que para eso se les paga. Pero cositas sencillas, no vendrían mal: reforma laboral, ir a una guerra, darle miles de millones a los mismos cabrones que nos han puesto en la crisis (los bancos, por si alguien aún lo duda), recortes sociales… tú sabes, las tonterías que hacen que un país se vaya a la mierda o se quede mejor situado.

A veces, para hacer balance de las cosas, me gusta escuchar a los mayores. Ayer hablé con mi tío Juan María, el hermano mayor de mi padre, un poeta y escritor de nostalgias exquisitamente narradas, de versos cutáneos y de amores de reloj de arena. Me preguntó por mis cosas, yo por las suyas y llegados al tema de la vida, del carpe diem y de las mujeres, me soltó:
-Antonio, aprovecha lo que tienes porque la edad te dejará a las seis y media.
Yo, pensando en el significado de esto, repasé mentalmente las palabras de Gandhi, los preceptos marxistas, las enseñanzas socráticas, la náusea sartriana, el nihilismo de Nietzsche, las religiones orientales… pero fue en vano. No lo entendí.
-¿A las seis y media? -le pregunté con curiosidad y expectación.- ¿Por qué a las seis y media?
Y me contestó con esa frescura que le caracteriza:
-Porque al final de todo esto, la churra se te quedará como las agujas del reloj a las seis y media: colgando.  

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