martes, 21 de junio de 2011

Empezar de cero


No sé cuántas veces van ni cuántas me quedan, pero esto de empezar desde el principio, de volver a la casilla de salida, comenzar nuevas rutas o las antiguas desde un sitio diferente, ya no es tan divertido como solía. Vamos, que me toca un poco las pelotas. Desgraciadamente, ahora estoy en ese punto de nuevo. Esta mañana se ha marchado mi compañero de piso y amigo Sam. Se ha mudado a Frankfurt con su encantadora novia y ahora me toca empezar de cero. He vuelto a la casa y sólo encuentro vacío en las habitaciones (literalmente hablando) y me da morriña de estar lejos de todo y de todos, de estar un poco abandonado en esta ciudad que no acaba de creerse que el verano también existe y no para de regar plantas a ton y son. En fin, un coñazo enorme. Pero aún así hay novedades, cosas graciosas que están apareciendo y que pueden traer nuevos horizontes que hagan mi estancia aquí única. Por ejemplo, este sábado he conocido a un tipo que me ha dicho que si quiero cantar con su grupo. Hoy me han llamado también para que vaya a una empresa que necesita a alguien para grabar material didáctico en español, la semana que viene es el mundial de fútbol femenino y estaré por allí dando vueltas… pequeñas aventuras que colorean a esta ciudad, que al igual que Madrid, aunque dinámica, extrovertida e interesante, puede llegar a resultar demasiado gris, en ocasiones.

A parte de esto, mi ordenador y yo estamos un poco pasados por agua, parece ser. Eso me ha dicho el técnico hoy, augurándome un pago de 300€ por las teclas que posiblemente tenga que cambiar. Lo mío va a costar menos: un par de güisquis quitapenas y listo. Pero es que el ser reivindicativo en esta ciudad te puede costar un disgusto. Allí me vi el 19J como un campeón, vistiendo como si estuviera en Sevilla y cayendo una enorme, como si estuviera en medio del monzón asiático. Manda pelotas. Así que a eso de la hora y media de estar allí, sin paraguas y sin ni un mal gorrito que echarme a la cabeza, me tuve que volver a casa con el rabo entre las piernas (dónde si no). Pero oye, que no pasa nada, sarna con gusto no pica (no, qué va) y que me quiten lo bailao.

Ahora me voy a ver a una amiga actriz que hace una prueba en la escuela donde estudia, Ernst Busch, una de las más prestigiosas del país, por lo visto, así me da el aire. Aunque llevo todo el día de peregrinación, de un lado a otro. Eso sí, para peregrinación, los valientes que han salido hoy de Valencia. Desde aquí les deseo lo mejor, aunque no muchos hablen de ellos porque hay tenis, NBA y fichajes de la liga española, que son temas más importantes, total, ni que estuviéramos jugándonos el futuro de nuestro país. Es que a veces me paso de exagerado.

Voy a dejar el vacío de mi casa y comenzar el recorrido por los medios de transporte berlineses. Con mi orientación me veo en Cuenca. En una mesa me encuentro una nota de mi amigo Sam diciendo: “Antonio, ha sido genial vivir contigo de nuevo”. Junto a la nota, un gurruño de papel de orillo. Lo abro con cuidado y antes de ver el contenido, ya lo puedo oler. Huele a verde, a naturaleza contenida, a noches de películas y música, a divagaciones del alma, a una mente sin puertas, huele a nombre de mujer. Sam, te voy a echar de menos, canalla. 

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