sábado, 22 de octubre de 2011

A la derecha de Dios




Hoy he leído que la Iglesia pide el voto a los que no defiendan ni el aborto, ni los matrimonios homosexuales, ni la eutanasia, ni el nacionalismo. Me parece curioso. La Iglesia nos está diciendo a quién tenemos que votar, no está mal. Se vuelve a poner al lado del PP, nada nuevo, pese a que este partido, cuando estuvieron al frente del gobierno, apoyó una guerra que provocó el atentado de Atocha, con las consecuentes muertes. Y ya sabemos todos cuánto insistió Jesucristo en que hiciéramos la guerra, de ahí que en la comunión se den hostias.

La Iglesia pide que el nuevo gobierno, aún por venir, ha de rectificar y enmendar lo hecho por el que ahora tenemos. Se ve que no les gusta mucho. Eso lo entiendo. Pero no crean que no les gusta o dice algo sobre las familias que pierden sus casas, sus trabajos y su dignidad, en muchos casos. No. La Iglesia se queja de cosas como que las personas del mismo sexo puedan obtener los mismos derechos que los que se unen en un matrimonio tradicional.
Tampoco se queja de cómo los profesores españoles están siendo tratados, teniendo que salir a las calles para protestar por su situación. Pero sí hacen una referencia a la asignatura de Ciudadanía, la cual no les gusta mucho y provocó que los obispos de manifestaran hace unos años. Por eso sí merece la pena salir a la calle. Porque nos han quitado religión del instituto. Pero hoy no creo que se puedan ver tonos púrpura entre las camisetas verdes de los que han reivindicado, una vez más, sus derechos.
También hablan de nacionalismos y de que obedecer la Constitución es una obligación moral. Es decir, que tener una vivienda y un trabajo es una obligación moral que ni unos ni otros cumplen, pero aún así se nos dice que mejor votar a los que no les gustan los gay, que son más de fiar. Ya no se nos pide ser timoratos, sino mojigatos.

La Iglesia ha preferido este año no mantenerse al margen de las elecciones y ha sacado pecho para pedir por el voto de los que defienden sus valores puros y castos. Miles de niños pueden corroborar estos valores. Pero se lo podían haber ahorrado porque los que son de Iglesia, los de la apostólica y romana, –no los de la que predican muchos a base de remangarse la camisa, que de esos también los hay–, no van a votar nunca a la izquierda, porque los besos del mismo sabor dan asco; la muerte ha de ser decidida por Dios, aunque a veces muestre tener mucha mala leche; no se puede ser nacionalista, a pesar de que todos lo somos al decir que lo nuestro es lo mejor y además, no se puede abortar, que a los niños hay que cuidarlos mucho, eso lo saben bien. Una lista que ha de seguirse a rajatabla si se quiere entrar en el Reino de los Cielos. Pero mientras tanto, los que estamos lejos de él, seguiremos padeciendo la tiranía de los que por mucho que sermoneen, sólo quieren estar a la derecha de Dios. 

10 comentarios:

  1. Todo lo que rodea a la iglesia debe ser mirado con equilibrio. Si se pone el acento en todo lo negativo que tiene esta institución, se corre el riesgo de dar una visión distorsionada; se me ocurren miles de argumentos que también avalarían el impacto positivo del cristianismo y su carácter benefactor.
    La mesura y la búsqueda de la verdad no es uno de los puntos fuertes de nuestra opinión pública. Como sabes, valoro mucho tu honestidad y tus opiniones, pero de este artículo no comparto ni el fondo ni las formas.
    Un fuerte abrazo compañero.

    ResponderEliminar
  2. El fundamentalismo consiste en eso. En no dar razones, porque no hacen falta. La razón es intrínseca a la fe, por contradictorio que parezca. La única razón es la pertenencia a banda religiosa y, a partir de ahí, sobran las palabras.
    En este artículo se critican hechos muy directos y objetivos (hay muchos otros tantos): el posicionamiento político hacia donde puedan sacar tajada, la otra mirada hacia donde la cagán con más ahínco (la pederastia en plan fordista), la ambición descomunal de los de negro que beben en copas doradas, su desinterés por el sufrimiento ajeno (para qué los plastiquitos), su discurso vomitivo hacia los que se petan el caca (será por una especie de autoflagelación por lo que muchos desean y no pueden publicar), su desprecio por los pobres a quien no les llegan para clínicas privadas, etc.
    A mi la Iglesia católica (y perdone usted pero yerra por confundirla con el cristianismo) y su fanatismo interesado arrimando el culo (con literalidad y sin él) allá donde se esté calentito, me desubica en los tiempos que corrren. La confusión hacia la opinión pública, y su gran capacidad para absorber la religiosidad popular y el folklore, la cultura y la costumbre, para transformarla en catolicismo, esa su gran habilidad (y por su bien que la tengan siempre) es la única y mejor herramienta para prolongar su existencia. Mientras sepan con tal perfección como ahora transformar la semana santa en muestras de catolicismo a gran escala, o transformar las romerías y los rezos, las ofrendas a los santos y las uniones en altares, todo esto y más, en signo de fieles consagrados con su doctrina, ignorando si follan, si se pelean, si se emborrachan, se perjuran, si no conocen la puerta de su templo más que varias veces al año, si amasan fortunas, si toman decisiones que matan a cientos, si mienten, si se rozan con los de su sexo... Siempre que sean capaces de combinar todo esto en un gran acto de afirmación de la fe, siempre entonces seguirán teniendo el poder. Y son muy hábiles en eso. Tienen mucha experiencia.
    Con equilibrio... tiene mandanga. Visisón distorsionada... tiene mandanga. Qué bien el cómic del principio. En fin.
    Más me jode la incapacidad crítica, que la hipocresía de una institución que lucha por el poder como tantas otras.

    ResponderEliminar
  3. Felipe, siento que de esta entrada te lleves un mal sabor de boca. Quizás se equipare al que yo me llevo cada vez que leo cosas como a las que me refiero en este texto.
    Yo defiendo a aquéllos que se remangan la camisa y se ponen a trabajar en nombre de la Iglesia, del catolicismo y del cristianismo. Esta gente son de admirar y de valorar, sobre todo, teniendo en cuenta de que la insititución a la que pertenecen no se corresponde en muchos aspectos con la fe que profesan y vivir así ha de ser duro.
    La Iglesia sigue equivocándose y yo ya hace años que me quedé sin argumentos para defenderla. No caigo en los razonamientos facilones y recurrentes de por qué la Iglesia no vende el oro y la plata para dárselo a los pobres, o por qué es tan tajante con los homsexuales cuando tiene y acoge –por falta de vocaciones– a tantos en su seno, y Sevilla es un gran ejemplo de esto, lo sé por excelente mano.
    No hay equilibrio ni mesura en las declaracines de la Conferencia Episcopal, compañero y, para todo lo que podría decir, dando nombres y apellidos, diócesis, actitudes y ejemplos, créeme que no soy yo al que se le pueda acusar de vilipendiar o calumniar a la Iglesia, que sé de sobra que, si no es tan mala como la pintan es sólo por el trabajo de unos muchos (pocos en proporción) que, independientemente de que la gente crea que están errados por su fe, nadie les puede negar que se parten el alma por ella, ayudando a los demás, y eso es lo valorable. Pero también hay muchos más que hacen lo mismo en nombre del mero amor al prójimo, sin religión de por medio.
    Vuelvo a pedir disculpas por haberte molestado con mis opiniones, nada más lejos de mi intención, pero no creo haber dicho nada que sea mentira y la verdad a veces escuece, pero no por eso deja de ser menos verdad.
    Gracias por seguir por aquí y un abrazo fuerte, Felipe.

    ResponderEliminar
  4. Nomar, es cierto que nos movemos en el campo de la opinión, guiados por nuestra experiencia personal. Eres un poquito más radical en tu discurso de lo que yo siento a la hora de hablar de este tema, pero grosso modo, compartimos visión (espero que no sirva de precedente). Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. A ver si se dan cuenta por una vez, no ellos, sino gente como Felipe, que la Iglesia como tal ya no hace falta. Ya no hacen falta a la sociedad. Ya no hace falta que ellos enseñen religión (eso lo hacen los profes), que impartan justicia (eso lo hace la ley y los jueces), que tomen decisiones políticas, que gestionen nuestro dinero y nuestros edificios (ya lo hace el Estado).
    La moral católica, cristiana, ya está en nuestra costumbre, la mía también. Muchos de nuestros valores son herencia de la larga historia de la Iglesia en nuestras vidas. La gente puede disfrutar de su religión, de sus santos, sus vírgenes, sus iglesias, su semana santa, sus romerías, sus tríduos, sus peregrinaciones, todo esto, lo puede hacer sin la jerarquía de la Iglesia, sin su poder. Con unos cuantos curas que estén ahí para cuando se les llame, para dar una misa aquí y otra allá, para oficiar los entierro y para casar a los no gays. El resto que se vayan a su casa. No hace falta el papa de los cojones, ni los obispos (que a los reyes y nobles los casen los curas de base). No hace falta tanto dinero que mueven, tanta doctrina que ni ellos mismos aplican.
    Que se vayan a su casa. Si dios ya está con la gente. Lo que no hace falta son tatos curas. Pa tres o cuatro que van a misa. No se dan cuenta que la sociedad marcha ella sola. Cuando hagan falta, que acudan, pero que mientras nos dejen en paz. Que no hace falta tanto discurso totalitarista sobre nuest ¿Se creen que se derrumbará todo? Lo peor es que los que dirigen el cotarro, y la mayoría de curas, son gente lista, bien formada, y gente normal que quiere y necesita vivir, tener un sueldo, tener poder, un sitio en la sociedad. Y para eso hace falta que defiendan su Iglesia a capa y espada tal y como lo hacen. Incluso teniendo el discurso más agresivo que pueda haber. Y da igual eso, que eso es normal, tiene que haber gente con discurso agresivo, con ideas totalitarias, eso es normal. Pero que lo acepten, coño. Y que lo acepte Felipe. Que se creen buenos. Eso es lo malo. Que se creen mejores. Eso es lo malo. No es malo que la Esperanza Aguirre gobierne Madrid y promueva los campos de golf. No. Lo malo es que se crea mejor que otros, que tenga la ilusión de que lo que hace es bueno, o que crea esa ilusión para los demas. Hace lo que quiere porque le conviene, porque le da más dinero, y hay que aceptarlo. No pasa nada. Todos podemos ser malos. Todos queremos más dinero. Pero no nos engañes, coño. No nos engañe la Iglesia. No nos engañe nadie.

    ResponderEliminar
  6. Siento cualquier referencia a la persona del usuario Felipe, y a sus opiniones, no he sido lo suficientemente considerado.
    Estoy escribiendo demasiado rápido hoy. Se me disculpen la inoportunidad de algunas consideraciones. De verdad.

    ResponderEliminar
  7. No me queda mal sabor de boca compañero. Por lo contrario, quedo agradecido por vuestras respuestas. Un saludo cordial.
    PD: Con un poco más de tiempo trataré de razonar mi postura; la verdad es que no dispongo de mucho tiempo cuando hago mis consultas en internet.

    ResponderEliminar
  8. Buenas noches Antonio.
    Quisiera hacer, en primer lugar, algunas acotaciones a tu artículo.
    1. Los casos de pederastia en la iglesia son gravísimos. Creo que es de justicia decir que éstos son residuales en comparación con la dimensión de la institución que nos ocupa. Es preciso indicar, de igual modo, que estas patologías se dan en los más variopintos ámbitos sociales: desde la familia más respetable (sólo de cara al público), pasando por esa persona de confianza a la que se deja a cargo de un hijo, y acabando por el inofensivo guarda de la piscina del bloque.
    2. Si entendí bien, afirmas que ningún seguidor de la iglesia "apostólica y romana" votaría a la izquierda. Por favor, dime que entendí mal.

    Antes de nada quisiera aclarar que mantengo una prudente distancia con todas las religiones. Por razones personales, no soy practicante de religión alguna. Sí intento que esta opción personal no me impida valorar la realidad más inmediata de la forma más objetiva posible.

    Lo que venía a significar en mi mensaje anterior, era que un análisis riguroso de una institución tan influyente y significativa como la iglesia, requiere de una visión global en la que se incluyan todos los factores a considerar. La iglesia tiene sus claroscuros. Existe una parte muy tenebrosa en su historia, pero también ha protagonizado episodios muy brillantes y cruciales en el desarrollo de la sociedad occidental.

    En mi opinión, la gran fuerza de la iglesia radica en su carácter heterogéneo. Dentro de su enorme tejido social, hay muchas personas (muchas más de lo que supones) que dedican su vida al bienestar de los demás y, en bastantes casos, renunciando a todas las comodidades a las que tenemos acceso.
    Aquí en Sevilla, conozco de primera mano la labor de Caritas en la barriada de Palmete y en la zona del Aljarafe. Muchas familias que ya no disfrutan de las coberturas del estado, han podido pagar sus hipotecas o, simplemente, llenar su nevera, gracias a las donaciones y a la labor desinteresada de buenas personas a las que tengo el gusto de conocer.
    Se estima que la obra social de la iglesia, repercute en un ahorro de más de 30.000 millones de euros para el estado. Creo que es una aportación nada desdeñable.
    Tampoco deberíamos pasar por alto, que se trata de una religión que cataliza los sentimientos de millones de personas, cuyos posicionamientos vitales, morales e intelectuales son tan legítimos como los tuyos o los míos.

    A mí la verdad no me escuece. Ni tú ni yo poseemos las sagradas escrituras de la verdad. Tal vez, es la práctica de este sano ejercicio de opinar con sosiego, lo que permite crear espacios propicios para la convivencia.
    Gracias por tu educación y capacidad de diálogo.

    Un abrazo compañero.

    ResponderEliminar
  9. Querido Felipe,

    gracias por la oportunidad de aclarar posturas y de matizar tanto el texto como mis pensamientos.
    No defino a la Iglesia por la pederastia entre sus filas, por sus ansias de poder en ciertas esferas, ni por sus testimonios. Eso es un sector que quizás sea incluso minoritario. La Iglesia adolece de los mismos males que la sociedad en la que vivimos. El 1% hace las reglas y manchan más que el resto. La Iglesia tiene una responsabilidad moral para con la humanidad (por elección propia o mandato divino, me da igual, yo también ando flojillo de religiones) y cada vez que tropieza las repercusiones son enormes, precisamente por el aura de santidad del que se han revestido. Pero de sobra sé que hay muchas manos ayudadndo en nombre de esta Iglesia repleta de contradicciones y manos que son generosas, desinteresadas y llenas de caricias. Conozco a muchas de ellas (laicas y religiosas) y de ahí la distinción hecha, que veo no ha quedado muy clara: estas manos votarán lo que deseen y quieran, pero los otros, los que sólo están para acuñar, para subirse a tronos terrenales, los que predican palabras que resuenan en sus almas huecas e hipócritas (y también los conozco, laicos y religiosos), ellos, sólo votarán a los que les den el apoyo y el poder que buscan. De ahí es de donde sale el título de a la derecha de Dios.

    Mi intención no ha sido definir a la Iglesia, sino responder virtualmente el mensaje de ésta a la población. Valoro a las personas por encima de todo y eso es algo que la institución de la que hablamos ha de empezar a hacer cuanto antes, en lugar de señalar con el dedo y estigmatizar a los que no encajan en sus parámetros.

    En fin, Felipe, es un placer discutir estas cosas así, desde el querer entender al otro y el querer darnos espacio para hacernos entender. Toda una lección que aprender. Gracias por ella.

    Un abrazo. Seguimos hablando.

    ResponderEliminar
  10. DO un don un gran señor
    RE un rey muy cantador
    MI mi amor es para ti
    FA es fácil recordar
    SOL que brilla y da calor
    LA si cantas la la la
    SI es una afirmación
    Y volvamos con el DO!!

    ResponderEliminar