viernes, 28 de octubre de 2011

Malos tiempos para la lírica



Sólo quien ama vuela. Pero, ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.

Amar ... Pero, ¿quién ama? Volar ... Pero, ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.

Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.

Iba tan alto a veces, que le resplandecía
sobre la piel el cielo, bajo la piel el ave.
Ser que te confundiste con una alondra un día,
te desplomaste otro como el granizo grave.

Ya sabes que las vidas de los demás son losas
con que tapiarte: cárceles con que tragar la tuya.
Pasa, vida, entre cuerpos, entre rejas hermosas.
A través de las rejas, libre la sangre afluya.

Triste instrumento alegre de vestir; apremiante
tubo de apetecer y respirar el fuego.
Espada devorada por el uso constante.
Cuerpo en cuyo horizonte cerrado me despliego.

No volarás. No puedes volar, cuerpo que vagas
por estas galerías donde el aire es mi nudo.
Por más que te debatas en ascender, naufragas.
No clamarás. El campo sigue desierto y mudo.

Los brazos no aletean. Son acaso una cola
que el corazón quisiera lanzar al firmamento.
La sangre se entristece de debatirse sola.
Los ojos vuelven tristes de mal conocimiento.

Cada ciudad, dormida, despierta loca, exhala
un silencio de cárcel, de sueño que arde y llueve
como un élitro ronco de no poder ser ala.
El hombre yace. EL cielo se eleva. El aire mueve.

      
                                    (“Vuela”, Miguel Hernández).


No he querido marcarme una fanfarronada, ni tampoco pretendo escaquearme de mis labores rutinarias. Pero me he medio tropezado con este poema del poeta, buscando más información sobre la noticia de que, 30 años después, el gobierno de un pueblo de Granada, haya decidido no darle el nombre de Miguel Hernández a una calle (aún cuando esto está aprobado desde el 1979). La que fuera alcaldesa hasta hace un par de años, Mercedes Díaz, ha dicho que, como queja, leerá cada día en el pleno, un poema del autor, a lo que me he querido unir, sin más.   

Cerramos la semana lectiva con un dato tan terrorífico como histórico en nuestro país: rozamos los cinco millones de parados, el 21,6% de desempleo. No está mal. El PP dice que hemos tocado fondo. Yo digo que lo tocaremos a partir del 20 de noviembre, cuando sean ellos los elegidos. El tiempo nos dirá dónde colocarnos, nos dará y quitará la razón, pero hoy me retiro con el nostálgico sentimiento de que mi palabra se resiente, como una espada devorada por el uso constante.  
 

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