martes, 26 de julio de 2011

La mala memoria de aquéllos a los que no les dejan soñar


Yo soy de soñar. Despierto y dormido. Es lo bonito de cerrar los ojos y desconectar del mundo. Es lo único positivo que le veo. Y si te despiertan cuando estás a medias de luchar con un dragón con las cabezas de todos tus peores profesores del instituto o cuando vas a besar a una extraña, que se parece mucho a tu primer amor o incluso a tu hermana, cuando el despertador suena justo cuando te das cuenta de que estás desnudo o te persiguen, pero no puedes correr. En lo bueno y en lo malo, cuando te interrumpen el sueño, te afecta a la memoria. O eso dice el último estudio al respecto hecho sobre ratones.

Pensándolo con detenimiento, le veo todo el sentido del mundo. Lo que los científicos han tardado tanto en demostrar –puteando a unos cuantos de ratones–, los grandes poderes del mundo ya lo sabían hace décadas: no les dejemos soñar, no pasa nada. El tiempo hace mella y se acabarán olvidando de las razones que les indignaron en primer lugar.
En estos tiempos que siempre se habla de memoria histórica, del pasado, de los antiguos mandatarios a los que hoy persigue la justicia, a los que no pero que debieran, de los errores de antaño, de las perversidades de nuestros ancestros, del basta ya. En estos tiempos que se castiga a los removedores de mierda, a los que buscan en las puertas dejadas atrás, en los que quieren hablar de lo hecho y de lo asumido. En estos tiempos, los periódicos de ayer son obsoletos y los de hoy están al borde de ser parte perdida de la historia. Tenemos demasiada prisa por irnos a dormir y encontrarnos con un nuevo día. Pero te despertarán en mitad de la noche ya que mientras dormimos no producimos, no consumimos, no somos. Y no se puede manipular a la gente mientras duermen. Toquecito en el hombro, te despiertas y se te acabó el sueño en el que ibas galopando por una ladera que nunca terminaba y estaba en medio de una galaxia desconocida. Palmadita en el brazo y abres los ojos perdiendo para siempre ese baile de disfraces en Venecia en el que estabas seguro ibas a encontrar la máscara perfecta.

Nos quitan los sueños y encima nos obligan a olvidar. Me pregunto qué pasa con los del 15M que no se cansan de seguir hacia delante. ¿Por qué los de Ruanda quieren pasar página pero no olvidar? ¿Por qué Alemania conmemora anualmente el Holocausto? Pero a su vez, ¿por qué en Bosnia se han quitado los 90 de los libros de historia? ¿Por qué se le acusa a Garzón? ¿Por qué hay ladrones de otra época a los que no se les rinden cuentas?

Siempre digo que yo cuando duermo, duermo. No me despierto con nada ni nadie. Los que me conocen lo saben bien. Eso no me impide el que tenga mala memoria, quizás causadas por otras miles de razones. Sea lo que sea, ni me olvido de soñar ni me olvido del pretérito del verbo doler, del verbo morir, asesinar, ultrajar, reprimir, torturar, aterrorizar, aniquilar, sepultar, lapidar, matar y otros tantos que me hablan de muchas vidas sesgadas por hijos de puta que por muchas veces que me intenten despertar en mitad de la noche, en mitad de los sueños, jamás conseguirán que los olvide.

Yo sueño para ver cómo será mi vida mañana, no para esconderme de la de hoy y mucho menos para enterrar la que tuve ayer.

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