martes, 12 de julio de 2011

La versión femenina de cruzarse de brazos


En los tiempos de la Roma clásica, el gobierno de Julio César tuvo la magistral idea de repartir trigo gratuitamente (pan bajo el mandato de Aureliano, en el siglo III) o venderlo a muy bajo precio entre los más pobres, además de proporcionar espectáculo a sus ciudadanos, para mantenerlos así entretenidos y ausentes de la política. Además, mientras estaban ocupados y saciados, no pensaban ni en pillerías ni en vandalismo. “Panem et circenses”, pan y circo, decían los hippies de la época, que el pueblo cuando piensa se vuelve un enemigo mortal.

Algo así ha hecho el hombre con la mujer todo este tiempo. Se ha creado un círculo vicioso en el que uno no sabe ya qué fue antes, si el huevo, la gallina o el cartón de doce. Desde que las mujeres se dedicaran a la recolección, trabajo que podían desempeñar mientras cuidaban de los niños, los hombres prehistóricos iban a cazar y pescar. Creo que ahí empezó ya el típico machito que dijo: “sí, sí, tú mucha guarnición pero lo que llena es el filete que yo traigo a casa” y bueno, los niños se crían solos y las cuevas las limpia la lluvia, pensaría el hombre. La actitud no ha cambiado mucho. O al menos por parte de los hombres. Pero las mujeres, forzadas a sobrevivir en esta sociedad machista, conocedoras de sus infinitos poderes, han encontrado la solución de conseguir cosas, y eso es lo que ha pasado en Colombia donde se ha producido una huelga de piernas cruzadas. Lo que oyen. Las mujeres de la localidad colombiana de Barbacoas, conocida por sus chorizos a la parrilla –vuelta y vuelta– y por sus chuletas de cordero, los domingos por la tarde, han decidido decirle a sus parejas que o se espabilan o no mojan. Tras el pasotismo del gobierno de arreglar la única carretera que comunica la localidad con la siguiente ciudad y que se encuentra en muy mal estado, las mujeres han decidido meter presión por otro sitio. Es decir que o los hombres de la comarca se ponen las pilas o se empapan las ganas en el café, ellos verán.

Lo cierto es que no está mal pensado. Si a las mujeres no nos hacen caso por lo que somos, habrán dicho, veremos a ver si nos hacen caso por lo que más mueve a los hombres en el mundo. Ya hay uno de los afectados que ha dicho que preferiría hacer una huelga de hambre antes de pasar lo que está padeciendo. Y es que se nos pilla pronto. Estoy deseando seguir esta huelga y enterarme de cuánto tardan en arreglar la carretera porque las mujeres han afirmado que si el gobierno no hace nada, los hombres no se van a escapar y van a proseguir con la huelga hasta que no la arreglen ellos mismos, para así pagar por la desidia que han mostrado durante tanto tiempo con respecto a la carretera.

Yo me pregunto: ¿funcionaría eso aquí? ¿Os imagináis? Las mujeres españolas diciendo: aquí no mete nadie hasta que no se cambie la ley electoral, se arregle la repartición de impuestos, se detengan los recortes sociales y se haga una política más igualitaria, donde quepamos todos. Que no digo que eso es lo ideal, no podemos fomentar el hacerle sólo caso a las mujeres cuando se cruzan de piernas, sería reducirlas aún más de lo que ya se hace, a objetos sexuales y por supuesto estoy lejos de defender eso.

Pero si algún día pasara, producto de la desesperación, como con las mujeres de Barbacoas (conocida por los pinchitos de pollo y la cerveza fría, en el jardín), si algún día todas las mujeres de un país, todas en absoluto, se pusieran de acuerdo para hacer esto, habría muchos cambios y muchos viajes a Santo Domingo. Estoy seguro. Aunque por ahora las prefiero convenciendo en los parlamentos, en las conferencias, en las manifestaciones, a través de la literatura, hablando con las vecinas, en los mercados, en las oficinas, en los bares, en las alcobas y en cada una de sus palabras a las que, como mujeres, les han robado el poder. Y la venganza se sirve en plato frío. Si el hombre le robó el poder a la mujer por la fuerza, la mujer la ganará por la debilidad.     

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