sábado, 2 de julio de 2011

Un mundo sin arcoíris


Personalmente, creo que una de las historias más fascinantes de la Biblia es la de Sodoma y Gomorra. Especialmente la parte en la que Dios manda a dos ángeles para ver si aún quedan posibilidades de ahorrarse el destrozo y Lot, sobrino de Abraham, tiene que meterlos en su casa porque la gente, muy verraca, se los quería cepillar. Me parece un poco fuerte. Yo creo que hasta Dios debió quedarse de piedra al ver la escena. Pero lo mejor no es eso. Lo mejor es cuando Lot, todo honrado y puro, salió de su casa para dialogar con los violadores en potencia y les dijo, así de buen rollo: mirad, chavales, ya sé que estáis palote pero joder, ya os vale, ¿no? ¿Qué os parece si en lugar de cepillaros a estos dos, os saciáis con mis dos hijas que son vírgenes?
Bueno, no fue eso exactamente lo que Lot dijo sino esto: “Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad. Miren, tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las voy a traer para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero dejen tranquilos a estos hombres que han confiado en mi hospitalidad.” Mucho mejor, ¿verdad?

Eran otros tiempos. El Antiguo Testamento está lleno de burradas, pero la cosa ha ido evolucionando y hoy por hoy, la Iglesia Católica ha cambiado mucho. Tanto, que esta mañana me he encontrado con un titular de puta madre: “El Obispado de Alcalá edita una guía para curar la homosexualidad”. Con dos cojones. Menos mal. Yo ya estaba preocupado pensando que no se quita eso de que te guste lo que llevas en la entrepierna. Porque era preocupante. Dos hombres besándose, penetrándose, diciéndose que se quieren. Y dos mujeres desnudas, sin varón que las preñe, sin respetar los deseos de la naturaleza, ¿a dónde íbamos a llegar? Menos mal que la cura ya está aquí. Y es sencilla. Sólo consiste en leer una selección de textos exquisitamente elegidos por el obispado de esa ciudad, a la que por cierto le tengo un cariño tremendo y a muchos de sus habitantes. Así que nada, si hay alguien gay a tu alrededor y quieres curarlo o curarla, mándale este link y en menos de lo que canta un gallo lo tendrás a él encantado de la vida persiguiendo vaginas y a ella disfrutando de buenos penes por doquier. Y al carajo con los desfiles, los arcoíris y todas esa chorradas.

Podemos sacar dos grandes moralejas de la historia de Sodoma y Gomorra: la primera es que a los “pervertidos” (así se les llama a los homosexuales en esta web) les ponen los cuerpos celestes y lo mismo se querían tirar a los ángeles que se hubieran tirado a Papá Pitufo, si se hubiera puesto por delante. Y lo segundo es que, ante el peligro de que alguien intente molestar a la visita, es bueno tener a mano a un par de hijas –vírgenes si es posible–, para evitar males mayores.

Por cierto, he oído que tras el éxito tan tremendo de “Cómo dejar de ser homosexual sin que te duela”, están preparando “Remedios para dejar de ser negro, gitano o mujer” y también “Dejad que los niños se acerquen a mí, que se van a enterar”.       
  

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